Sindicalismo a una sola voz

La emancipación, en el mejor sentido de la palabra, fue el hecho más notorio de la mujer en el siglo XX. Desde el comienzo de la historia los hombres dominaron la relación de género dada su fuerza física. Históricamente el hombre fue el suministrador, el cazador, quien aprovisionaba el alimento a la familia o a su comuna y resguardaba a esta de cualquier peligro. En cambio la vida de la mujer transcurría en primer lugar en estar embarazada o amamantando a la prole producto de su unión marital. La dependencia del hombre en todo sentido generó en ella un sentido de subordinación, dando así pasó al ya conocido Patriarcado, hoy llamado Machismo.

Con el correr del tiempo, la mujer fue tomando conciencia timorata de la necesidad de su reconocimiento y visibilización en su entorno social. Fue incorporando formas de luchas que en algún momento la harían estar presente ante la mirada ciega de un sistema cercenante, excluyente y castrador de la condición de género como el Patriarcal.

El logro del voto, trabajar en instancias reservadas solo “para hombres”, expresarse y poder hacer público lo que piensa, participar en estratos de los poderes del estado con plenitud de su protagonismo como actora de su rol, han sido parte de los logros de estos tiempos.

Es así como la mujer venezolana, consiente del rol histórico, se incorporó al escenario laboral, dio pasos agigantados por tratar de posesionarse de éste, y así desde esa instancia, tratar de alcanzar logros y reivindicaciones que de una manera u otra mejoraran la calidad de vida de la clase trabajadora.

No obstante y pese a su dedicación, entrega y conciencia de clase, la  Misoginia (aversión u odio a las mujeres), se ha hecho presente en el sindicalismo venezolano. ¿Quién no sabe de la CONSECUENTE contribución de las mujeres venezolanas en los escenarios de lucha laboral, llámese sindicato, federación u otros? ¿Quién puede poner en duda la corajuda, pertinaz y reputada participación del género femenino en las luchas emancipadoras de nuestra Venezuela?

Pese a esta realidad irrefutable, los movimientos de lucha sindicales venezolanos han estado secuestrados por una casta de hombres, que protagonizando el mejor rol machista, mutilan y bloquean el acceso de sus compañeras de lucha a los puestos de dirigencia de las organizaciones donde hacen vida.

Esa es parte de esa devastadora realidad, la otra, es que un segmento de esa población fémina, con su silencio, aptitud pasiva y permisiva, legitima lo que a todas luces se ha convertido en “EL SINDICALISMO A UNA SOLA VOZ”.

No hay en el siglo XXI escenario en el que la mujer no tenga presencia en el que hacer y construcción de los nuevos modelos de sociedad, cada una desde su realidad y con sus propias herramientas, pero con el compromiso y la responsabilidad que le son natas. No puede ni debe ser, que  el movimiento de lucha sindical venezolana castre ese legítimo derecho de nuestras mujeres, quienes de hecho construyen en el día a día una patria buena, con su tesón y constancia dan aportes concretos para el logro de la mejora sustancial y permanente de sus compañeros, sus hijos, sus coterráneos todos. Reconocer su rol  de lideresa, es una necesidad impostergable.

Sigue siendo un reto de orden cultural la transformación de la estructura patriarcal y más aún en el sindicalismo venezolano. Sólo a través de la inserción en el sistema de escolaridad formal, y en paralelo a la creación de políticas de estado articuladas con todas las instituciones que conformen cada estado nacional, podremos lograr el efecto residual que  amerita un tema tan sensible como este.

Nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías, fue enfático cuando sentencio” SIN FEMINISMO, NO HABRÁ SOCIALISMO”

virginiakingmartinez@gmail.com



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Virginia King


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