Carta de consolación de Luis Almagro al presidente Trump

Apreciadísimo amigo Donald Trump. Sirva esta de consuelo a su borrachera de desesperación que le corre por el torrente sanguíneo de su locura que con un vendaval de mucha rabia oculta que en nada lo consuela, y que mantiene al tensiómetro de su desespero vomitando votos que no llegan por quedarse atascados en el correo de su mente como si quisiera morirse de un susto y menos del covid-19 que nada hizo por usted, aunque lo venció con la dignidad del brillante hombre que es y, lo alabo como mi protector más cercano en este su circo de acaparadores involuntarios.

Hoy con mis manos temblando de preocupación se las estiro junto con mi voz de hilo delgado y percudida de consuelo, le aseguro que la OEA no puede servirle de paño de lágrimas para tapar el llanto que lo oprime despierto y que no le bulle de alegría, en razón que la esperanza de seguir en el poder que se le aleja cada día como si las dictaduras de Cuba y Venezuela -por las que hemos combatido juntos- lo bañaran de una rancia angustia por no poder acercar más la hermandad y el bienestar de su política que las tiene alineadas en la balanza de su sabiduría mundial.

¡My president Trump! Le aseguro con toda la rebatiña fértil de mi paciencia y de mi lealtad hacia usted, que me congratulo a su disposición y si hubiera aceptado como le ofrecí que, la OEA supervisara las elecciones "of our country" no estuviera metido en ese chiquero de padecimiento de desesperanza que le oprime las agallas de sus razones y, lo más seguro es que otro gallo cantaría como cantó en Bolivia para sacar a Evo, lo contrario hubiera pasado en su elección que lo mantendríamos alejado de todo embrollo con un informe espeluznante de meter entredicho ese proceso, alejado lo más posible, de abandonar el poder que penderá si lo quiere de la corte suprema, por lo que tendrá que rezar ensarte de oraciones en grado infinito a san Teodosio, como el padre de los desdichados, eso creo, pero para su tranquilidad espiritual no se aferre a san Eliseo como santo odioso y peligroso que en el purgatorio de los ricos no lo quieren.

Le cuento que mi preocupación por usted nos tiene de cabeza para arriba a la OEA, la OEA que usted renació conmigo como su secretario que hemos unidos pareceres que preocupan a otros y, a Venezuela la tenemos amarrada a su pedestal con un Maduro que tiene una pata en Cuba y otra en Irán, es decir, lo tenemos patiabierto buscando respiro político que no halla.

En estas horas de terquedad -amigo mío- le juro que la lucha continúa y si Dios ve para abajo, lo más posible sea -usted- el ganador de estas elecciones tan controvertidas que le quitan el sueño al más pintado, pero en la OEA siempre soñamos despiertos y casi todas las naciones que nos acompañan están en desvelo permanente por su persona, por lo que usted goza de nuestra atención como el santo que es de nuestra misericordia, o sea, the saint of our mercy, para que no lo olvide jamás en nuestro país de gracia que orienta al mundo a su entender y parecer.

Presidente Trump, no sé si me he quedo corto de palabras, pero debo manifestar en estas horas de espera espaciosa por su reelección que, el papagayo de la sinceridad y equidad se nos ha enredado por la precariedad continua de días de los tantos delitos electorales que según su persona ve sin anteojos, y nadie más asume su parecer, pero en las buenas como en las mala cuente con este su secretario general, que eternamente mientras viva le estará agradecido de su popularidad exitosa.

Nuestras voces, donde nos encontremos, serán voces consoladoras y espaciadoras como ninguna.

Quedo de usted como usted quiera. Amigos y amigos.

Esteban Rojas



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Esteban Rojas


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