La seguridad es un asunto de uña y carne

Algunas personas suelen pensar que, cuando se habla de la seguridad de la nación, viene siendo algo así como una tontería más de la revolución bolivariana de Venezuela, que se empeña en angustiar a la totalidad del país con su inventado argumento de que hay una guerra económica contra el país.
 
No creo que, necesariamente, haya de ser muy inteligente una persona para no darse cuenta de cómo se bate el cobre en este mundo de vivir sencillo, pero altamente llevado a la complicación por personas con un pensamiento equivocado o exageradamente averiado.
 
Todos los países del mundo tienen sus normas de seguridad, unas más fuertes que otras y con características que se ajustan al hecho cultural, nacional y de sus regiones, de sus accidentes geográficos, sus potencialidades, de sus momentos políticos, sus cualidades defensivas e infinitas posibilidades a los fines de evitar ser fracturados por terceros.
 
¡ Así es para todo el mundo!
 
Las dificultades suelen presentarse cuando a quienes viven en el país, motivados política y emocionalmente, asumen posiciones alejadas del bienestar de sus poblaciones y/o cuando conducidos fervorosamente adelante por intereses muy personales olvidan nacionalidad, querencia o cualquier otra vinculación con la tierra donde nacieron y adoptan un sentir totalmente alejado de lo que debía ser su conciencia y espiritualidad.
 
Hay unos cuantos por ahí que, dejándose llevar por sus intereses, la idea del beneficio individual, el descarte de lo colectivo y el entierro de la solidaridad, acuden a cualquier camino o vía para intentar conseguir la totalidad de sus agobiantes deseos.
 
¡ Cada quien debe asumir su barranco!, diría mi vecino lector, quien suele tener gracias a esa inclinación por los libros, una capacidad discursiva interesante, que permite que no lo agarren fuera de base en ninguna conversación.
 
El asunto, es que la seguridad de la nación no es un tema individual, sino colectivo, por lo que nos atañe a todos los venezolanos y por eso, el ciudadano no puede andar como animal selvático que huye de la lluvia en busca de una guarida para no mojarse.
 
La seguridad de un país tiene que ver con las personas y las familias que habitan en él, con sus casas, calles, parques, jardines, edificios, escuelas, centros de salud, transporte, campos, empresas, diferentes producciones, servicios, policías, militares, abastecimiento, las conductas y mucho más y por eso, jamás puede ser tomado a la ligera ningún asunto que tenga que ver con la seguridad.
 
Es decir, todos aquellos que se encuentren en el espacio geográfico de la nación tienen que ver con su seguridad, por que existe de hecho una base compartida entre el Estado y la sociedad civil que orienta y protege y siempre en función de sus premisas de independencia, igualdad, paz, democracia, justicia, soberanía, equilibrio ambiental, preservación de la vida, los derechos humanos y la satisfacción de las necesidades de sus habitantes.
 
Es más lo que hay que defender y proteger que cualquier otra cosa, comenzando por los abuelos, padres, hermanos (as), esposas (os), hijos (as), sobrinas (os), ahijados (as). Un sentimiento familiar mezclado con la identidad nacional, cargada de una historia de gloria y amor de quienes hicieron posible la existencia de una patria que hoy día nos resguarda a cada uno de nosotros, por eso, hay que dejar a un lado la ligereza y entender que hay una nación que, como dicen algunos popularmente, es uña y carne con nosotros.


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Pedro Estacio


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