El imperio voraz justifica mediáticamente sus planes intervencionistas (I)

La voracidad del actual gobierno corporativo de los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU), ligada al modo de vida capitalista signado por un alto nivel de consumo, necesita apropiarse toda costa de los recursos naturales y energéticos del planeta.

No importa si para lograrlo debe invadir, propiciar guerras internas, auspiciar golpes de Estado, financiar campañas desestabilizadoras o violar -como ha sido su histórica costumbre- la Carta de las Naciones Unidas o las resoluciones emanadas de este organismo mundial, a los que la administración imperial no le concede la menor validez. El único interés verdadero, lo verdaderamente valido para el gobierno de los EEUU, es la ganancia, la acumulación y poder maximizar la riqueza para sus negocios y las empresas que lo acompañan.

Algunos de los miembros del gobierno de los EEUU es un gobierno cuyos miembros son a la vez accionistas o dueños de corporaciones transnacionales, las mismas que -cual mafias- copan los contratos para la "reconstrucción de Irak" o compañías petroleras, fabricantes de armas y farmacéuticas. Ejemplo de ello son los señores Vicepresidente Dick Cheney vinculado a Halliburton y del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, este último vinculado a una nueva "arma preventiva" propia del estilo de la también "preventiva" guerra de Bush, el antiviral llamado Tamiflu que comercializaba la empresa suiza Roche convertida ahora en la "gallina de los huevos de oro, cuyos ingresos pasaron de 254 millones en el 2004 a más de 1.000 millones en el 2005".

El Tamiflu era hasta 1996 propiedad de Gilead Sciences Inc. empresa que ese año vendió la patente a los laboratorios Roche. ¿Y quién era entonces su presidente? Pues el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, que aún hoy sigue siendo uno de sus accionistas principales, según una nota editorial de la revista DSALUD (www.dsalud.com) escrito por su Director José Antonio Campoy. (Ver artículo completo en http://www.lajiribilla.cu/2006/n254_03/laopinion.html )

Crisis energética del imperio

Las corporaciones que dirigen actualmente a los EEUU -capaces de todo- más aún cuando es evidente que el planeta enfrenta una crisis energética, derivada entre otras cosas por la invasión a Irak, y las recientes amenazas sobre Irán, son casos que ejemplifican muy bien la doctrina estadounidense de la guerra para impulsar su economía.

Este modelo llega a su agotamiento, precisamente porque también se agotan las fuentes de energía fósil barata, accesible y abundante, es decir, el petróleo, razón por la cual desde el año 2001 y durante la presentación del "PLAN NACIONAL DE ENERGÍA de los EEUU", el Vicepresidente Dick Cheney afirmaba que: "Dentro de algunos años, los combustibles alternativos pueden llegar a ser mucho más abundantes, PERO NO ESTAMOS AÚN EN CONDICIONES DE APOSTAR NUESTRA ECONOMÍA Y NUESTRO MODO DE VIDA A ESA POSIBILIDAD. (...) LA REALIDAD ES QUE LOS COMBUSTIBLES BASADOS EN EL PETRÓLEO CUBREN VIRTUALMENTE EL 100% DE NUESTRAS NECESIDADES" .

Ante esta realidad energética, la amenaza real que afronta el imperio en el mantenimiento del modo de vida capitalista, fue descrita en el Plan Nacional de Energía por el Presidente de Estados Unidos, George Bush, en cuya ocasión dijo que los objetivos de dicho Plan son claros: "asegurar una oferta continua y económica accesible a los hogares, empresas e industrias estadounidenses". Refirió igualmente que la seguridad nacional y el bienestar económico del país "peligran si las reservas de energía no aumentan". La estrategia de Bush y su gobierno para asegurar el petróleo se encuentra en la política militarista con la cual se dispone a la apropiación de dichas reservas -como en el caso de Irak- y es evidente que la estrategia geopolítica de EEUU en América Latina se fundamenta en el control de los recursos energéticos (petróleo y gas), acuíferos y biodiversidad.

Venezuela, la piedra en el zapato del tío Sam

En el caso venezolano, el imperio estadounidense siempre tuvo a su disposición gobiernos que satisfacían plenamente sus requerimientos, en especial durante el periodo histórico conocido como la "cuarta república o pacto de punto fijo". Dichos gobiernos tenían tal grado de subordinación a los intereses de Washington, que no presentaban objeción alguna a los planes económicos o a las recetas neoliberales impuestas por el FMI o el BM, las que aplicadas obedientemente solo recibieron la oposición de los pueblos, tal y como ocurrió el 27 de febrero de 1989.

Quizá por ello no fue necesario durante la cuarta república aplicar las técnicas de guerra psicológica, las que ahora son usadas mediante una ofensiva comunicacional que ha llegado a tal extremo que en Venezuela dirigieron el golpe de Estado en abril de 2002.

Ahora la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dispone en sus artículos 152, 153 y 299 que las relaciones internacionales y el modelo económico del país se basarán en los principios de soberanía, autodeterminación, no injerencia en asuntos internos, privilegiando en ambas la integración, la cooperación, la solidaridad, la complementación económica y el intercambio con respeto a las asimetrías, valores no afines con las reglas del capital financiero internacional en los que predomina la ganancia.

Derivado del mandato constitucional han surgido alternativas como Petrocaribe en las que el gobierno bolivariano ofrece petróleo a países del Caribe en condiciones favorables, este acuerdo forma parte de la Alternativa Bolivariana para América (ALBA) que sintetiza un modelo alternativo contrario al capitalismo, que pese a su crisis los EEUU se esfuerza junto a las transnacionales y sus aliados en mantener e imponer a los pueblos, una razón más para los propósitos intervencionistas de los EEUU.
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