La sonda Voyager 1 llega al lugar más recóndito del espacio

La sonda encuentra un muro de fuego donde termina el Sol y empieza el universo

Casi medio siglo después de su lanzamiento, la nave más lejana jamás construida por el ser humano sigue enviando señales desde más allá del sistema solar.

A 24.000 millones de kilómetros de casa, ha descubierto una frontera invisible y ardiente que redefine los límites de nuestra comprensión cósmica.

 lanzó una pequeña nave con la misión de explorar los planetas exteriores del sistema solar. Nadie imaginó que, casi medio siglo después, la seguiría viva, cruzando el vacío entre las estrellas.

 Hoy, a más de 24.000 millones de kilómetros de la Tierra, esta reliquia de otra era tecnológica continúa enviando datos desde el espacvio, lo describen como una frontera energética invisible: una capa delgada y caliente que separa la influencia del Sol del espacio interestelar.

Allí, las partículas expulsadas por nuestra estrella se mezclan con las que vagan entre los sistemas estelares, generando una región turbulenta con temperaturas que alcanzan los 30.000 grados Celsius.

Pero ese calor no se parece al que sentimos en la Tierra. 

 Es el movimiento frenético de átomos y protones que viajan a velocidades cercanas a la luz, dibujando una frontera donde termina nuestro hogar solar.

Ccon cada dato que transmite, está ayudando a los científicos a entender cómo respira el Sol y cómo se protege nuestro sistema planetario del resto del cosmos.

La nave que lo ha visto todo

Antes de llegar a ese límite, nos mostró los secretos de los gigantes del sistema solar. Registró las tormentas de Júpiter, los anillos de Saturno y las lunas heladas que orbitan en su periferia. Luego, cuando su misión original terminó, los ingenieros decidieron empujarla aún más lejos en 2012, 

Hoy viaja a unos 17 kilómetros por segundo, enviando señales que tardan más de 22 horas en llegar a la Tierra.

 Su energía nuclear se debilita, algunos sistemas ya se han apagado, pero sigue hablando

El mensaje que llevamos a las estrellas

A bordo de la sonda viaja el Disco Dorado, ideado por Carl Sagan y su equipo: una cápsula del tiempo con saludos en 55 idiomas, música de distintas culturas y sonidos de la Tierra olas, truenos, risas

 Si alguna civilización la encuentra, 

 El legado que flota en el vacío

  El Voyager es ya un fósil interestelar. Pronto dejará de transmitir, y cuando su núcleo se enfríe, quedará vagando entre las estrellas durante miles de millones de años. Pero su viaje no terminará.

Seguirá flotando por la oscuridad como un recordatorio silencioso de lo que somos: una especie diminuta que se atrevió a construir algo que cruzara los límites del cielo y del tiempo.

 Solo llevar con ella la certeza de que, al menos una vez, miramos hacia el infinito… y dijimos “estamos aquí”No Se Debe Ser Débil, Si Se Quiere Ser Libre



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Antonio Daza


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