A propósito de la defensa de la memoria colectiva de la ciudad

Cumaná y la increíble falta de permanencia de la Arquitectura

Los cumaneses que aún recuerdan la historia de la ciudad, se ven obligados a realizar verdaderas proezas de la memoria para orientarse en las abirragadas calles de lo que antes fuera una pequeña y apacible ciudad.

Estas hazañas de la memoria y de la imaginación evolución constituyen un febril esfuerzo de la imaginación que permite ubicar, orientar con precisión los espacios –casas, plazas, murallas, castillo, convento, capilla, mercado -entre otros-, con palabras o imágenes que sirven al cumanés para memorizar su discurso al vincular el espacio con el lenguaje:

  • Los frondosos manglares de la avenida Perimetral, hoy Cacique Maraguey, en su lugar "sembradas" varias instalaciones militares contraviniendo el uso peatonal-recreacional-turístico del sector El Monumento.

  • El conjunto de casas y edificios del área de interés histórico de Cumaná: Hotel Miranda, la Casa Fuerte de la Boca del río, el Palacete Bartolomé Bello, la Casa Gómez, la Casa Alarcón, el Club Gran Mariscal, la Casa de Los Badaracco o de Las Conchas, hoy saqueadas y derruidas por la ambición-.

  • La majestuosidad del Castillo San Antonio de la Eminencia, hoy modernizado, mutilado y distorsionada por un "torpe" restaurador y, además, sus paredes utilizadas para prácticas de rappel.

  • El discreto e incalculable patrimonio arqueológico del Convento de San Francisco, hoy destruido y saqueado por el mismo atrevido, insólito, audaz, advenedizo "restaurador".

  • La anónima Capilla colonial San Antonio Abad, hoy convertida en una oficina gubernamental.

  • El noble, triste y palpable mercado viejo, hoy paralizada su total destrucción por parte de un comando de demolición del ejercito gracias a los sucesos del 27febrero.

  • La curiosa muralla perezjimenista del río Manzanares, hoy en proceso de demolición y total destrucción para darle paso a una torpe ilusión de progreso.

  • La proposición del Paseo Santa Inés, hoy su construcción una pronunciada fractura en su misma dirección acentuó la tensión espacial entre varias partes

  • La construcción de la casa del Gran Mariscal, hoy se pretende jugar a la fabricación de su historia.

  • La Casa Fuerte de la Boca del río, hoy secuestrada su edificación por la empresa enlatadora AVEICASA.

  • Ei Monumento alegórico a los 450 años de la ciudad de Cumaná, hoy perdió sus visuales como hito existente y estructurado.

  • La ocupación de la "zona costera" de la ciudad de Cumaná, el desempeño de los ecosistemas involucrados y de sus reacciones frente a determinados usos –residenciales, comerciales, turísticos, de defensa nacional e industrial-, hoy generan el empobrecimiento y los daños ocasionados a los espacios vitales del patrimonio natural de los parques litorales: la Laguna de los Patois 320ha., los humedales de Punta Delgada 147 ha., el río Manzanares 80 kms., el golfo de Cariaco 1000 kms., y el litoral costero 5 kms., los cuales requieren no solo una acción de saneamiento ambiental sino de revitalización de toda una zona recreacional y atractivo turístico.

Estos ejemplares de la memoria permiten a la colectividad construir lentamente el alma de la ciudad y reconocer el triste destino de los cumaneses condenados a imaginar la ciudad perdida para sobreponer sus etéreos hallazgos de la memoria sobre los paisajes brutales de la nueva y esperpéntica ciudad.

Pero la memoria de la ciudad no se puede construir con nostalgia de unos pocos por un patrimonio arquitectónico desaparecido. La memoria urbana surge de la relación de una colectividad con su ciudad que le permite una transformación del espacio urbano basado en el respeto por esos lugares de la memoria que van dejando la huella de cada época y conformando por una acumulación e interconexión de imágenes, ligadas a lugares reales, la imagen propia de la ciudad.

Cumaná se construyó con generosidad y sensatez a pesar de la ausencia benévola de esa versión contemporánea conocida hoy como la "permisologia". Pero al mismo tiempo que por un feliz azar la arquitectura asumía acertadamente su "modernidad" al producir una nueva y coherente estética arquitectónica.

La nueva ciudad surgió como un monstruo improvisado torpemente en ese incansable laboratorio de lo urbano conocido como la "planificación", donde se experimentaban las falacias urbanísticas que pregonaba esa misma modernidad.

Nuestro patrimonio arquitectónico, como una de esas adictas al "lift up" y otros excesos cosmetológicos, se ve forzada a explorar un novedoso arte del maquillaje arquitectónico conocido como la "remodelación" que parece hacer furor en tiempos de escasa liquidez monetaria y su más agresiva hermana mayor la "demolición" que parecen destinadas a aniquilar toda una tradición arquitectónica en su irónica búsqueda de una falsa y decrépita modernidad.

Mientras tanto los sabios "planificadores" continúan aplicando con esmero la intricada maraña de "zonificación" y "ordenanzas" que propiciaran ahora las exequias de la ciudad moderna con la misma desidia que permitió la destrucción de la ciudad colonial y tradicional.

No está lejano el día –una vez erradicado para siempre esos vestigios de nuestro pasado-, en que seremos nosotros mismos, los cumaneses nacidos en el esplendor de nuestra modernidad, los melancólicos ancianos que deambulen como nuevas víctimas en busca de edificios y construcciones de nuestra época derruidos con ambición, pues la veloz epidemia que se avecina corroerá sin piedad la memoria colectiva de la ciudad sin que tengamos tiempo de descubrir y admirar las bondades de una arquitectura condenada a desaparecer.

Quizás esta cruel y amarga reflexión sobre nuestra ciudad de Cumaná alerte a esos audaces lectores, a las autoridades, concejos comunales, organizaciones políticas, gremiales e institucionales, al Cronista de la ciudad y personalidades para que abran los ojos ante el nuevo virus que amenaza convertirse en una epidemia destinada a borrar todo nuestro legado histórico y tradicional.

Es necesario motivar la defensa de la memoria colectiva de la ciudad de Cumaná y evitar, sencillamente, ser cómplices de un gran crimen: la increíble falta de permanencia de su arquitectura. Creemos que nuestra acción creadora debe ir más allá de demoler, frisar y el de utilizar el concreto armado.

Es hora de empezar a convertir esta realidad en acicate para propiciar la lucha y la salvaguarda de lo que aún nos queda de valioso en los territorios urbanos que permitan el rescate de la vida cotidiana y vuelta al dinamismo de esas edificaciones.



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Servando Marín Lista

Arquitecto - Autor de los libros: 1.- La Geometría de los Afectos (2007). 2.- Desde la Comunidad (2010). 3.- La Ciudad Comunal (2013). 4.- El Caserío de Altagracia de Cumaná (2016). 5.- El Caserío de Santa Inés de Cumaná (2017). 6.- Cumaná: La Otra Ciudad (2019). 7.- Más allá de Tierra Firme (2022). 8.- Más allá de La Mar (2023).

 tetralectica77@gmail.com      @chevan2

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