Mi gente gastando madrugadas por una lata de agua…

En 1981, Alí Primera lanzaba su álbum "Al pueblo lo que es de César". "Canción para acordarme" era uno de los temas que conformaban ese hermoso trabajo discográfico junto a la romántica y poética "Sirena de este tiempo", "Cielo despejado" y "Sangueo para el regreso", entre otros. En "Canción para acordarme", nuestro padre cantor hace un recuento de aquellas pequeñas cosas que significaron mucho en su vida; desde la primera vez que hizo el amor, hasta el gallito rojo pintado en su franela por el que quedó fuera de la lista de premios en una carrera de bicicletas. En ese mismo tema, nuestro ilustre venezolano recuerda con nostalgia y quizás tristeza: "Me acuerdo de mi gente gastando madrugadas por una lata de agua". Con toda razón, porque es que la noche, la madrugada, la creó Dios para descansar, para ver las estrellas, no para gastarla tras una lata de agua.

Tal vez para 1960, en Las Piedras, Falcón, zona árida y con carencia de acueductos era comprensible la carencia de agua potable; pero en Acarigua, rodeada de serranías y caudalosos ríos, y donde -desde que tengo uso de razón- el agua nunca había sido un problema, es inexplicable la situación a la que hemos llegado en este tema. ¿Qué ha hecho que, desde hace dos o tres años, en el municipio Páez la problemática del agua se haya convertido en un verdadero tormento?

Desde hace un año, la crisis del agua en Acarigua es alarmante. Los organismos ¿competentes? ni siquiera se ocupan de informar cuáles son las razones de tan dramática situación. Hemos pasado hasta quince días sin que por las tuberías salga, como dice una señora amiga, aunque sea aire. A veces, a eso de las 2 am, llega una limosnita de agua. Es a esa hora que he visto a mi padre de casi 80 años y diabético, aún cansado por las largas colas del día para comprar harina, gastando sus últimas madrugadas tras una lata de agua. Y vuelvo a recordar a Alí: "porque esta vida que me están dando, no se parece a la que soñé..." A veces uno llega casi que a perder la paciencia. Gracias a Dios he aprendido a poner mi vida en manos de Él, evitando controversias, sobre todo políticas y religiosas; aprendiendo a ser tolerante. Mi padre fue quien me llevó a creer en lo que llaman "La izquierda", en Prieto, en Ludovico, pero es difícil seguir creyendo en quienes nos gobiernan, si -parafraseando a Alí- el pueblo está cada día más flaco y ellos bien gordos, "enfrentando" la guerra económica desde las más confortables de las comodidades… Sólo quisiera que alguien sensato del gobierno en Portuguesa, que sé que los hay aunque sean poquitos, recuerde cuando oíamos las canciones de Alí soñando que alguna vez el pueblo llegaría a ser gobierno, y trate de hacer algo para que en pleno 2018 y en una de las ciudades donde en ningún gobierno de la cuarta había faltado el vital líquido, hayan hombres y mujeres gastando sus últimas madrugadas por una lata de agua...

 



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Jahir Ricardo Artigas


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