Un fin de semana de abril del 2002

Miércoles 10 de abril aproximadamente 6 de la tarde, continuaba la huelga organizada por Fedecámaras-CTV la cual se extendía por mas horas y días. En un recuerdo, palpaba en las calles el mismo aire que se respiraba previo al ambiente de febrero de 1989 en aquel funesto y sangriento “caracazo”...Las compras nerviosas comenzaban apoderándose de la desesperación del pueblo, al mismo tiempo que el descaro en el incremento de precios de los alimentos por parte de los comerciantes. Aquella primera observación que descifré, me encendió en una inevitable angustia de alarma pues, los comerciantes no recordaban, o no habían aprendido de la lección del “caracazo” jugando a la “candelita” con la furia de un pueblo en la calle.

El día 11 de abril decidí no llevar a mis niñas para el colegio, tampoco pude ir a trabajar; estaba cerrado el lugar donde laboraba. Decidí quedarme en mi casa a grabar en cintas de VHS cuanto ocurría y procesaban los medios, compré además dos rollos de cámara fotográfica para tenerlos al pie del cañon, en caso de salir a la calle por algún acontecimiento como en efecto ocurrió posteriormente. Solo esperaba la llegada de mi esposa que, angustiada me narraba telefónicamente la actitud que veía en la marcha de los “escuálidos” y el odio visceral que escupían en una arrogancia y predisposición de violencia. Le pedí que abandonara el trabajo y se viniera de inmediato a la casa. Al llegar me abrazó con desesperación, rabia y angustia por lo que había visto en el centro de Caracas.

Me fui a la calle a verificar lo que sucedía, tomé el Metro de Caracas a revisar desde Propatria hasta El Silencio, dentro de los vagones del metro noté cierta normalidad, pero al salir a la estación La Hoyada, tuve que detenerme, se escuchaban detonaciones y se hablaba de varios muertos. Comencé a llamar a familiares por celular y me confirmaban como cierto estos sucesos. Regresé a mi casa cuando supe que se había desbordado la violencia. En esas horas estuve desesperado por ver una cadena presidencial para entender con claridad los hechos, el Presidente Chávez realizó por fin la cadena, le pasaban un papelito en vivo y las pantallas de televisión se partía en dos. La conspiración de un golpe aceleraba el pulso y se percibían algunas irregularidades en cámara de televisión.

Luego la incertidumbre se apoderó del pueblo con horas que se hicieron eternas, una vez que se supo de los muertos en Puente Llaguno, los medios privados manipulaban con imágenes y comentarios. El país se trasnochaba para ver al General Lucas Rincón a las 2 de la madrugada del 12 de abril con el famoso mensaje: -se le solicitó la renuncia de su cargo al ciudadano Presidente de la República, la cual; aceptó-... Aquello no lo creía, corrieron dos lágrimas por mejilla tal cual como el 6 de diciembre de 1998 cuando triunfó el Comandante Chávez. Le dije a mi esposa: -al Comandante lo están amenazando y hay un golpe de estado, y si en verdad el Presidente renunció, lo van a matar para hacerlo parecer un cobarde o, él se inmolará para evitar un baño de sangre porque es un compromiso muy grande con los venezolanos-

Amanecí grabando todo el material que podía, bien temprano compré la prensa que pude conseguir y fui a acompañar a mi padre a retirar todo el material y propaganda que tenía en su oficina de Plaza Venezuela para evitar que se perdiera en caso de un allanamiento. En un vagón del metro me dirigí hacia la gente a explicar que había un golpe de estado y que había que reaccionar, sin embargo, el miedo y la pasividad se dibujaba en los rostros. Volví a mi casa y con repudio grababa todo lo que ocurría: Carmona se auto-juramentaba, celebraciones de los oligarcas venezolanos, felicitaciones del imperio norteamericano, España Colombia y El Salvador, etc...y por otro lado allanamientos y asesinatos de líderes revolucionarios.

No aguanté aquello, tomé mi cámara y me despedí de mi esposa e hijos, fui a los Valles del Tuy y hablé con mi madre acerca de una canción de Alí Primera que me colocaba cuando niño: ¡madre, déjame luchar!...tenía un palpito de reacción, así que no tuve mucho tiempo y me despedí de mi madre para ir a Fuerte Tiuna en Caracas. Pasé varias horas en ese lugar y conseguí a un tío que me gritaba desde un puente. Con un tremendo coraje y valentía, vi personalmente a la Diputada Iris Varela sobre el “capot” de un carro viejo con el fax del Presidente donde decía que no había renunciado, por otro lado, desde una tanqueta el General García Carneiro no los confirmaba y nos pedía mantenernos en pie de lucha en la entrada de Fuerte Tiuna, muy cerca también se encontraba el Ministro de Finanzas Nelson Merentes. Comenzamos a pasar los mensajes “radio bemba” por celulares hasta que hubo un momento que los cortaron. En el sector de Fuerte Tiuna no había medios de comunicación nacional que informara aquello que escuchábamos en ese escenario. Pude observar un canal de televisión mejicano y los motorizados que se activaban como radio bemba y con imágenes que se grababan con cámaras caseras. Nos confirmaban que el Comandante Chávez lo tenían en una isla y sería rescatado en cuestión de horas. Estuve en una vigilia en Fuerte Tiuna hasta las 9 de la noche y de allí me fui a pie con mi tío hasta Plaza Venezuela. Abordamos una camioneta de pasajeros y con la alegría encima le decíamos a la gente que había que ir a Miraflores porque Chávez regresaba, la gente no nos creía y nos veían con incredulidad. Mientras tanto en el Palacio de Miraflores se desbordaba la algarabía y la camaradería revolucionaria.

Muy cerca en Puente Miraflores me acerqué a la casa de otro tío, desde donde vi con alegría la llegada de la señal de Venezolana de Televisión. Ningún canal de televisión informaba lo que muchos en Miraflores sabíamos y veíamos. No sentí hambre en esos momentos, unos tragos de licor me mantenían en pie. Eran aproximadamente las 2 de la mañana cuando se escuchaba el helicóptero con el Presidente Chávez en él. Entré a Miraflores entre bullicios y alegría, permanecí hasta las 5 y 30 de la mañana cuando el Presidente Chávez junto a su hermano Adán se asomó a uno de los balcones interiores a saludarnos y a decirnos que estaba cansado y haciendo señas porque tenía que dormir...nos lanzó su boina roja y se retiró. Algunos comentaban que había francotiradores rezagados en los alrededores.

Terminaba de amanecer y tropecé con el Alcalde Raúl Salmerón frente a las escaleras de El Calvario, conversé un rato con él hasta que se retiró con su gente de Los Teques que esperan un autobús. Muy bajo pasó el avión Presidencial, y como no pasaban vehículos de Catia al centro y viceversa por la avenida Sucre, decidí entonces caminar. Ya no me quedaban mas fotos disponibles, tristemente mis ojos fotografiaban el saqueo ocurrido en el sector de Catia, en las calles se veían muebles, cajones de radio, implementos de oficina, etc. Conseguí a un amigo fotógrafo llorando, su local había sido saqueado y destrozado. Era lunes amaneciendo después de un inolvidable fin de semana de lucha, me enteraba de personas conocidas que habían sido asesinadas en Catia. Mientras estuvo Carmona “el breve” en el poder, asesinaron mas personas que en la misma masacre de Puente Llaguno.

¡Por fin llegué a mi casa en un llanto largo de sentimientos encontrados mientras abrazaba a mi esposa y mis hijos!...luego tuve que amargar mi alegría por el retorno de Chávez, cuando supe que la Juez Norma Ceiba liberó en esas horas a los francontiradores capturados, ella había sido mi compañera de clases en la adolescencia, y entendí por esos hechos, el gran significado y la necesidad de la formación ideológica para el proceso revolucionario, entendí lo que significa decir: ¡por cada 11 habrá un 13!...Inmediatamente el 15 de abril del 2002 me incorporé como coordinador de ideología del MVR en Ruperto Lugo, Catia. Por eso, cada vez que escucho la expresión: ¡patria, socialismo o muerte!...miro bien la cara de quien lo dice para poder responderle ¡venceremos!...

Larry Márquez Peralta – 10.04.08 – larryubv2004@hotmail.com


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