Carta para que se auto ayude el oposicionismo encarnizado venezolano

Ese primoroso oposicionismo de ustedes que hemos venido cargando de manera tan democrática como un fardo ignominioso e innoble desde hace casi una década, pareciera que resulta incomprendido demás. Pero incomprendido no porque expongan mal o con torpeza de elefante en cristalería sus imponentes elaboraciones oníricas, concepciones y demás ideales hollywoodenses y fascistas. ¡No señor, ni por asomo es, y así lo hago constar de manera expresa en el acta!

Pero más que convencido me hallo, de lo que es ya un axioma: que en toda democracia convencional y bobalicona como la gringa debe existir una oposición cualquiera con tal de que luzca como tal; y que, cuando la democracia es revolucionaria como la nuestra, entonces lo que debe existir es un “látigo”, pero no a manera de oposición fingida, sino de contra revolución para que la revolución esté entonces mosca y evite que ella vaya haciéndose obesa e inhábil y sólo flatulenta; pero que dicho “látigo” tampoco luzca como si hubiera sido hecho con una cinta para envolver regalos navideños, motivado a sus tantas y reiteradas e ilustrísimas estupideces que no terminen sino resultando demasiado rentables para la misma revolución, y que, para ira de Voltaire, si las oyera, dijera que para sobra son dichas a diario con desmesurada arrogancia...

Así pues que:

a) Cómo no comprender por ejemplo que los pobres no deben existir porque les perturban a ustedes sus visiones y proyectos de enriquecerse a como dé lugar.

b) Cómo no comprender que no todo el mundo debe estudiar sino sólo ustedes por razones elementales de fortuna, mercado e inteligencia bien certificada por quien debe ser su invitado de lujo.

c) Cómo no comprender que los pobres no deben tener salud por estar destinados a perecer pronto.

d) Cómo no comprender que los pobres no deben ser beneficiarios de créditos si además de no haber manejado dinero nunca, muy pronto perecerán.

e) Cómo no comprender que los pobres no tienen derecho a ser propietarios sino a las sobras o mendrugos que les obsequie la generosidad del consumismo patológico de ustedes.

f) Cómo no comprender que una mujer que no sea 90-60-90 pueda “serví pun carajo” para ustedes.

g) Cómo no comprender que el petróleo y el gas lo que deban ser más bien para el país es motivo de vergüenza, y que sea por eso mismo que ustedes estén tan decididos y decididas a continuar regalándoselo al imperio luego de quedarse con un cotidiano pelucarte del producido de su vil venta en adarmes.

h) Cómo no comprender que los medios en especial los televisivos no deben ser sino para enseñar meros culos y meras tetas ambiguos o ambiguas, ajenas o de ustedes.

i) Cómo comprender que un hombre de la talla moral de un Granier o de un Ravel, o del mismísimo episcopado (cuyo nombre pareciera que hiciera honor más bien a que viven como bajo permanente efecto del pisco) puedan resultar para ustedes tan brutos y tan no sé qué carajo más.

¿Podría alguien declarar sin avergonzarse no entender esas convicciones tan enraizadas en ustedes?

¿Eh?

¡Poor favoor, no jodais el hermoso cerezo!

En base a lo dicho, y que me ha costado valga la apostilla noches enteras de cavilación rosalesca y martinezca combinadas para poder entenderlo, es por lo que estoy convencido que a tales concepciones no les hace falta para nada, nada, sino el simplísimo detallito de que lo apoye en justicia un premio Nobel, para que terminen de cuajar, de una vez por todas en la conciencia adormecida del pueblo, esas tales nobilísimas reflexiones suyas hoy frustradas por el Chávez ese. Así pues que, para ayudarlos les sugiero -y siempre con mucho comedimiento por tratarse de gente tan brillante- que inviten ya, pero ya que está de moda, al científico gringo James D. Watson para que venga acá y les apoye con su alto prestigio y autoridad moral de premio nobel por haber descubierto -en 1953- la cadena del ADN (no del CNN… y alerto de ello a Rosales y a Martínez por si acaso llegaran a ser oradores de desorden).

Yo prometería cortarme una, si ese premio Nobel no les habrá de servir más que un pedestre Aznar, que los Vargas Llosa en sus mismas dos versiones adenales, que un Goni a las puertas de la chironda, o que un vulgarzote Vicente Fox vestido de mariachi y botella de mezcal al cinto cabalgando una Hommer y gritando ¡AY! ¡AY! ¡AY!.. como era costumbre en aquel Miguel Aceves Mejías, célebre rey del falsete en tiempos de Pedro Estrada.

Watson por ejemplo sostiene algo que ustedes (oposicionistas apreciados por preclaros) también han venido sosteniendo con empecinamiento científico: que los negros son menos inteligentes que los blancos y que los pobres lo son menos que los ricos, y, tal versión científica de ustedes, no obstante asegurar el propio Watson que los genes causantes de las presuntas inteligencias desiguales entre los blancos y los negros podrían ser encontrados dentro de una década o más… algo que está por dios muy en consonancia con la futura seguridad de ustedes, de que, para esa misma calenda griega, habrá instaládose aquí un estalinismo ultramontano e hijoeputa según frase in pectore del e-“pisco”-pado y que, como caja de resonancia para hacer cundir esa especie, actúa Globovisión, cuyo león bisco ha confesado sin empacho que todos sus gargantas, cámaras, micrófonos, cables, matacuras, y hasta cualquier tornillito o arandelita del canalcito, están y estarán en contra y recontra de la Reforma, y de todo cuanto ose oler a chavismo.

¿Podrían ustedes imaginarse, mis apreciados y apreciadas oposicionistas incomprendidos e incomprendidas, que eso lo afirmara con rotundidez ese nobel tan adenal en los jardines de Globovisión en una concentración como la que es hábito en ustedes, y que luego un copartidario (que pudiera ser… bueno, cualquiera de esos geniecillos que pululan por allí) rematara con el pecho hiperbolizado en el podio con una expresión de grima y tan tajante como aquella de… “¡Elemental, mi querido Watson!

¿Se imaginan muchachones y muchachonas qué vergatariadez tan ajena a un lugar común tan ajeno a la vez a ustedes?

Y la ventaja más ancha que tiene una coyuntura como ésta para dicha invitación, es que ese aserto tan Nobel de Watson, donde quizás pudiera demostrarse de manera más indiscutible en este perro mundo, sería justo aquí, donde se pudiera ver de la manera más nítida posible –y abierta, para colmo- la diferencia tan abismal que existe entre dos inteligencias: esa del blanco y multimillonario Rosales que exhibe incluso con prepotencia y abuso de ejemplos cotidianos (y además, antologizables), y esa mínima posible que ostenta en su caso con obligada humildad, claro está, el negro Chávez ese.

Pues sí mis “queridos pitoquitos y pitoquitas”, me permití escribirles esta carta a ver si –y parafraseando para ello uno de los versos muy afortunados de un joven camarada poeta que no ha tenido por que estar al margen de algún premio con su ADIOS SIN COARTADA- los pájaros hicieran un nido en sus respectivas cabelleras y un respectivo pichón ad hoc de zamuro les alcanzara carcomer a cada uno (o una) todo ese rencor…


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Raúl Betancourt López


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