Guaidó, ya tiene ministro de la defensa

Bastan las dos primeras líneas del primer párrafo de la carta de Cliver Alcalá a Guaidó aparecida en Aporrea el día 13 de enero, "Carta al Diputado y Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó" "Permítame desearle suerte en la gestión que inicia como Presidente de la Asamblea Nacional, y en aquellas que pudieran derivarse de la cambiante situación política de la República" para darse cuenta de que su intención no era pedir ley de amnistía para el grupo de militares que señala en su carta. Simplemente, el general, a partir de ese deseo a Guaidó se está convirtiendo en un medio más para la obtención de los fines que persigue la oposición.

Su verdadera intención, es decir "Yo estoy aquí" "Te apoyamos pase lo que pase", y esa intención se esconde en un juego de palabras, en la cual la palabra suerte es la clave. En efecto, cuando el general desea suerte a Guaidó no se percata de que la situación planteada en Venezuela no depende de la suerte, sino de la moralidad, porque como lo señala Rosell (2006): "Por mucho que la suerte juegue un papel importante en nuestras vidas, afectando a nuestro éxito y a nuestra felicidad, pensamos que la moralidad es la única esfera donde la suerte no tiene ningún poder"

Entonces, ¿Cómo podría tener suerte, el que está actuando al margen de la ley, el que está violando la normatividad establecida, como si fuera un privilegiado? ¿Respeta Guaidó las normas establecidas en nuestra sociedad? ¿Ha reflexionado sobre las decisiones, que ha tomado últimamente? ¿Es ético lo que hace Guaidó y lo que desea el general?

Asimismo, se puede entender en las palabras del general, el carácter premonitorio respecto a algo que puede suceder, es algo que apoya tácitamente y que los lectores intuimos lo que es; pero al comparar lo dicho con la mención que aparece en Aporrea respecto a su currículo, donde señala ser: "Soldado del Ejército de Bolívar, comprometido con la construcción de la Patria Socialista y con la ética" se da una contradicción enorme, y a la vez genera una duda entre lo que es la moral y la ética, y de paso pone en entredicho su ética, dejando una fisura que no se corresponde con la definición de moral, entendida como el conjunto de normas establecidas en nuestra sociedad, que se deben respetar. Y de la forma en que echa el cuento del sufrimiento de los militares en prisión, se ve no tanto como una crítica al gobierno, sino como una especie de reforzamiento de las acciones que él sabe pueden surgir de acuerdo a "...la cambiante situación política de la republica"

Ante situaciones como estas, no sé por qué, recuerdo un tuiter que publicó el general Rodríguez Torres el día 3 de septiembre de 2015, bajo el #Desafío para todos, donde decía: "Yo agrego que no hay nada más pernicioso que un colaborador adulante, complaciente e intrigante. ¡Hay que BOTARLOS!"; o lo que refirió el señor Eligio Damas en su artículo del 10/12/2014 "¿Por qué ser crítico y no adulante?"(Aporrea),

: "...podría asegurarse que los adulantes no son revolucionarios y ni siquiera son leales, porque su comportamiento está sujeto a las migajas o lo mucha que reciba"



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Jesús Rafael Barreto


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