Fueron por lana y salieron trasquilados

No asombra lo que pasó en la Asamblea Nacional, ahora a unos les cuadra el dicho de ir por lana y salir trasquilados, no satisface, pero eso fue lo que les pasó a los que crearon el tumulto. Del otro bando también recibieron sus trancazos, es lo lógico, no se puede cruzar el río a nado sin mojarse. Pero este es un mal de muchos que no nos consuela y que nos debe poner en alerta. Por lo demás ellos aprovecharán los golpes recibidos para ponerse de victimas, ya andan detrás de la intervención internacional. Ni se inmutaron por los muertos de las acciones vandálicas el 15A, promovidas por sus discursos direccionados; hoy les asombra un ojo morado y un tabique partido, acudirán a la corte celestial a poner sus quejas, a que los vean en tres dimensiones.

Unos y otros de los autores, deben ser analizados primero desde la intención y luego desde la acción. Es necesario ver desde el momento que se originan los hechos, y un poquito antes: el mensaje por Tweeter, el casco. Hubo una premeditación, no la disimularon: trajeron su pancarta, que pasaban escondida de un lado a otro, sus pitos y sus cornetas.

No creo que sean capaces de renunciar a su estrategia y encender la luz de la racionalidad. Los golpes enseñan, eso es verdad, podrán darse cuenta de que pueden ser víctimas porque les dieron duro y otros serán etiquetados como victimarios porque dieron duro; no es recomendable estar en ningún lado de esos dos extremos. Aunque claro tal vez el Derecho no analice esta realidad con esas variables porque no es lo mismo ser víctima sin pretenderlo cual persona que está en un sitio y es masacrada, que ser víctima por estar participando en una confrontación, por haberla originado, saber los riesgos que se corren, los daños que se pueden ocasionar, pero seguir hacia adelante para conseguir sus fines, no son niños, no fue una trifulca sin sentido en un salón de párvulos. Sabían que podía haber violencia, no se imaginaron la magnitud.

La víctima que recibe los golpes se le notan sus moretones, chichones y se conocen de sus fracturas, pero se debe ver cómo estuvieron atizando el fuego, llamando por nombres y utilizando la violencia de las palabras, lo cual ocasionó reacciones de tal magnitud que les quebraron pómulos y tabiques. Fueron por lana y salieron trasquilados, pero están contentos, ese trasquile, esos ojos salidos y narices sangrantes, los exhibirán como un trofeo para acusar a otros de violentos cuando ellos lleva la violencia en la sangre. Son planificadores del delito, autores intelectuales, y fundamentalmente priones que se meten dentro de la psiquis de sus seguidores, son de temer.

Han creado violencia simbólica: hoy uno de ellos no tiene simbolismo en su cara sino la reacción hecha contusión y sangre. Cochinos en la asamblea, exponer a la burla a una diputada, hacer y después decir que no se hizo, risitas sarcásticas, desordenes premeditados con una total falta de seriedad que no la acompañan sus compañeros de sitio, que tal vez en su fuero interno dirán que le salió el tiro por la culata, casi literal. La otra, la nariz rota, con su verbo ofensivo y su altivez, con su desdén hacia la muerte de otros, ocasionó que una periodista caracterizada por su ponderación, la llamó, malandra, sí, malandra de cuello blanco, por la intención, las palabras, el discurso de odio reiterado contra los otros. No podemos olvidar la respuesta de María León a esta misma lesionada, le opacó hasta el ego, pero sólo con palabras.

Y los que fueron capaces de responder con violencia, no se les puede culpar de alevosía y premeditación, sino de otra cosa menos racional, respondieron al estímulo, se llama en criollo coger casquillo. Sus actos crearon lo que vimos: morados y moretones, pero ellos y ellas a la vez fueron víctimas de esa planificación soterrada para instigar al odio que les llegó con signo contrario, no pudieron alejarse da la violencia y el desorden que disparó y planifico la menta diabólica de los priones sociales: participaron activamente y arrastraron a su paso a los organizadores de la contienda. ¿Será que a pesar de haber desviado tabiques y sacado ojos son inocentes? ¿Será que es un caso de ojo por ojo y diente por diente, uno simbólico y otro fáctico?

Comparemos 12A 2002; 15A 2013; 30 A 2013. No cambiarán.

Hay que tener la cabeza en su lugar y fresca; la instigación de la derecha es y será constante, no les importa los medios, quieren alcanzar por cualquier vía sus fines. Hay medios evidentes y de todos los días: hambrean al pueblo, sabotean la luz, sobornan en los mercados bolivarianos, contaminan el agua, incendian espacios, nos dejan sin jabón, no encontramos los alimentos y una larga lista que la sufren dolorosamente los pobres y los niños de los pobres. Los priones saben que con esta dosis logran fines directos e inmediatos. Desean Intervenir al gobierno y a sus políticas a través de estos medios, no les importan las consecuencias así sean niños muertos, víctimas inocentes. Hay también instigación sutil, transparente, invisible. Mañana amanecen las víctimas disgustadas con la vida, sin esperanzas, terriblemente agotadas. La inoculación de odio es peor que hacernos padecer de hambre, es una manipulación psicológica a la cual nos exponemos todos, pero con mayor consecuencia las personas débiles o a los receptores de los mensajes de los priones sociales, su audiencia. Debemos estar claros, para desmontar este panorama se deben manejar conceptos de psicología social, de Derecho, de biología.

Con estupor fui testigo de cómo gente cercana, no le importaba que el Pilín León lo hicieran explotar. Desde esa época ya estaban sugestionados, poseídos, le habían inoculado el virus. Qué será de ellos a esta altura, me eximo de saberlo. Debemos tener cuidado con esta forma de actuar de la derecha parlamentaria, actores intelectuales de todo lo que vaya saliendo a la luz, buenos para lo malo, azotes de cuello blanco. Priones sociales que infectan el cerebro de sus seguidores y los dejan sin capacidad de razonamiento y sin capacidad de pensamiento lógico, sólo reacciones emocionales y de repetición. Hable usted con uno de ellos, parecen muñecos ventrílocuos. En estos días estaba en una fiesta, cerca de dos mujeres que conversaban, no dejaban de hablar de dramas, de muerte, de dolor, de la enfermedad que se quitó y de la que viene. Dan angustia, transmiten pena, pero no lo saben, les encendieron el automático del sufrimiento y no paran de sufrir y pretenden hacer sufrir a los demás. Esto se ha convertido en una forma de ser y de vivir.

No nos dejemos infectar, evitemos las reacciones. Se comprende que es difícil escuchar a la señora Secreemás, insultando y envenenando. Ver al payaso CJ, actuando como el malandro de la clase, ya estamos cansados; pero hay que darles lengua no trancazos, para eso es el parlamento, aunque en todas partes ocurren esos atajaperros: hay un límite que no se cruza en la Cámara de los Comunes en Inglaterra, hasta en la frialdad la gente se calienta.

Debemos evitar vernos de frente con los que busca esa violencia, visible en su mirada, en su expresión corporal, en su verbo ofensivo, explícita en sus actos. Debemos estudiar como neutralizar sus acciones, y como combatir sus ideas, y todo eso es parte de la sabiduría política que se debe ejercer en la Asamblea Nacional.

marujaromeroyepez@gmail.com


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Maruja Romero Yépez


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