Hoy amanecí…no de bala, sino de mamar…

Hoy amanecí con ganas de mamar gallo aunque entre nosotros los venezolanos se diga (incluso en tono intimidante) que el que mama gallo corre graves riesgos… Nunca he podido entender qué habrán querido y querrán aún decir con eso, por lo que algunas veces entonces mamo gallo a placer. Cosa rara en mí, por cierto, porque soy raro (pero de una rareza compatible enteramente con mi condición heterosexual. ¡Que conste!). Quizás la palabra fiel no sea raro, sino neurasténico, o mejor, neurótico, que a lo mejor sí resultara un descrédito porque estaría revelando una debilidad que, aunque mía no sea, lo es sí de mi sistema nervioso.

Pero, ¿cómo no habría de ser neurasténico o neurótico cuando no me entienden o me malentienden? Porque también tengo otro grave… que resulta también, espinoso defecto: que siendo estúpido, como lo soy a todas luces, me encoleriza (por no decir encojona) la estupidez de los demás. ¿Habráse visto soberbia más baldía? Lo cual plantea en mí la complejidad de tener que pensar en que, si lo que deseo es que sea yo el que deje de ser estúpido, o sean los demás. Bueno, porque en principio todos tenemos derecho a decir nuestras estupideces; al menos en esta Venezuela revolucionaria e hiper democrática de hoy. ¿No es cierto? Pero eso de que no lo entiendan a uno, sí es desagradable, sabes. Fíjense en el caso del pobre Nietzsche, que por incomprendido terminó aislado y escribiendo ese portento de obra que es

Así hablaba Zaratustra. De allí que cuando algún interlocutor (válido o no) me dice estúpido, no procedo a ofenderme. ¿Y por qué, pues? Lo que hago más bien es pensar en por qué me lo dice y, si concluyo en que no tiene razón para incluirme en esa categoría, le hablo con ironías y punto. Y si tampoco me entiende las ironías, y me deja descolgado, tuerzo los ojos y me pinto… ¡Falso! No me pinto nada; me engancho y busco a todo trance que ese que me tilda de estúpido lo deje de ser; que bote su estupidez tal como se bota una fiebre mediante un sudor del espíritu previo una limonada con aspirina de puro razonamiento mío.

Pero los venezolanos revolucionarios resultamos muy exagerados en todo; hasta en lo democrático; hay que admitirlo, somos muy hiperbólicos, a veces antiparabólicos. Bueno, quizás no a veces… ¡Y hasta paraboloides también somos! Tengo un amigo que tenía bastante tiempo sin ver, y es un chavista, tan ardoroso, que me dijo: ¡Mira Raúl, te digo una vaina muy en serio. Yo quisiera tener útero para parir un hijo de ese carajo!
Yo no llego a tanto, le dije endiaerrao de la risa, pero si me lo implantaran, a lo mejor le echara bolas…

Si ese amigo mío le hubiese dicho eso a un escuálido o a una escuálida (para que Vanessa no me reprenda) seguro que éste le hubiera contestado: ¡Ayyyy, papá, se perdió esa cosecha! Porque ellos no entienden el sarcasmo y menos una fina ironía, ¡porque es que no tienen sentido del humor, vale! ¡Claro! porque como dijera alguien con muy buen tino: para tener sentido del humor hay que tener capacidad para pensar en abstracto, chico. Y ellos en lo que piensan es en los corrumpentes dólares, que es algo muy concreto, aunque cada día menos. En más nada. Lo de ellos es ir a la embajada para limosnear millones de dólares como anticipo y luego ofrecer pagarlos con creces cuando tomen de nuevo el poder. Pero a los gringos ya les está ladillando la cosa esa porque para el supuesto negado de que tal infortunio histórico pudiera materializarse, tendrían que entregarle PDSA con tuercas, tornillos y todo, y el pueblo, no se lo va a calar. Bueno, lo que no es nada para ellos. Los gringos lo saben. Y mientras esa posibilidad se les aleja más y más, la amargura embrutecedora que les hace perder la cordura se expande sobre ellos como la verdolaga. Ellos por tanto están en el brete de la desesperanza y eso les dispara la ira de la depresión. Y así la mente se les bloquea y se les insignifica y el cuerpo incluso modifica determinadas funciones. María Corina por ejemplo y que está padeciendo de una severísima amenorrea para colmo con leucorrea. Marquina y que está sufriendo de dolores de vientre y de los mismos ahoguíos sospechosos de Mendoza. Mendoza y que ya está usando toallas sanitarias con alitas para contener su profuso sangrado hemorroidal. Los morochos de Borges y que no se parecen nada a él, sino un poco a la mamá. A Álvarez Paz y que lo operaron y que sólo le hallaron un carteloncito que decía “aquí estuvo el hígado”… A Teodoro y que lo halló la Policía Nacional Bolivariana una madrugada hablando güevonadas solo en la Libertador. Rosales y que está sintiendo unos celos patológicos de Pablo Pérez, sin saberse a ciencia cierta por qué. A Ismael la garganta y que se le ha hecho profunda de tanto berrear en la embajada. Y se comenta, con mucha insistencia para colmo, que del epicentro de la bancada de la MUD en la Asamblea Nacional y que emanan hedientas efluxiones… Fíjense lo grave que resulta entonces ¡por dios! perder el sentido del humor y petrificar la masa encefálica a guisa de intestinal oclusión.

Otro ejemplo. Chávez mandó sacar del aire el programa de los Roberto, entre quienes se cocina también, creo, un mediocre semanario dizque humorístico denominado “El especulador precoz”. Y precoz no sé por qué, puesto que también soy especulador pero contrario al periodicucho ese a mí más bien me gusta demorar, retardar al máximo el goce de mis especulaciones… Pero bueno, cada loco con su tema. También sabido es, incluso por boca de ellos mismos, que ese programa es malo con bola. Y siendo así Chávez entonces, con buen criterio, lo mando fuera del aire. ¡Va fuera del aire! dijo desde La Habana como alguna vez lo fuera, de la misma denigrante forma, esa “basura” que es el canal 8 completo. Bueno, y siendo de tal jerarquía malo dicho programa, lo procedente era que Chávez fuera el que ordenara sacarlo del aire. ¡Y estos señores son incapaces de entender que jerarquía demanda jerarquía, coño! ¿No resulta lógico que un programa malo de tan alta jerarquía como ese, merezca al menos el honor de que sea la más alta jerarquía administrativa la que lo mande sacar del aire, chico? ¿Resulta ¡por dios! tan peliagudo esto, como para no deducirlo al menos? Eso nos da por tanto una medida del grado de deterioro mental de la MUD (MUchos Dadivados, por sus siglas en español). Por cierto que a Vargas Llosa, luego de haber apoyado a Ollanta Humala, también lo sacaron inhumanamente del aire… Y es muy capaz de volver a la izquierda para no perder más centimetraje al cual es adicto.

Y a propósito de haber estado hablando en estos días con un hermano salvajemente escuálido sobre el triste deterioro mental de un ser muy apreciado por ambos, pero hermano que yo quiero mucho porque debe saberse bien que nadie puede afirmar, con verdadero rigor empírico, que es capaz de amar mientras no ame de verdad a un escuálido o escuálida, porque fíjense que les resulta tan chocante el amor, que ni siquiera entre ellos se aman, que le decía pues a mi hermano querido que, en realidad de aquí en adelante no sé lo que me pueda dar, pero que si acaso fuere Mal de Párkinson, que fuera en la cintura, mano, para al menos lucir festivo y hasta insinuante. Para que, cuando llegue a un baile aburrido por ahí digan las mujeres, alborozadas: ¡Ay, mira qué rico, ahí llegó el viejo Raúl con su Párkinson tan particular y tan sabrosamente divertido. ¡Se compuso la cosa! Y comiencen la cola para disfrutar bailar conmigo. Eso me haría ver incluso que estoy en la pelea. Porque hay una matriz de opinión por ahí que afirma que los hombres después de los 40 dizque comienzan a mostrar debilitamientos ostensibles en el motor de arranque… Pues sépase que hoy a los setenta aún debo usar traje de baño ajustado para ir a un baile circunspecto a los fines de no lucir intempestivo, ardiente o relancino, cualidades coyunturales poco elegantes. ¡Que se dejen de sembrar esas necias matrices! Y no es propaganda barata. ¡Qué conste!

Y por favor aspiro de todo corazón y además por razones terapéuticas que mis camara@s me hayan entendido evitando así lanzarme al ostracismo y al mismo tiempo obligarme a escribir “Así hablaba el pajúo de Raúl”, la que sería mi obra, si no monumental, al menos morrocotuda, porque modesto, también soy.


canano141@yahoo.com.ar


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Raúl Betancourt López


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