Fedecámaras y las expropiaciones

Nuevamente, como sucedió a raíz de la promulgación de la Ley de Tierras, algunos medios de comunicación y sus naturales (¿naturales o desnaturalizados?) aliados de la oposición, han vuelto a armar el mismo escándalo que en aquella oportunidad orquestaron contra dicha ley.

Como se recordará, en la oportunidad mencionada, no hubo falsedades, mentiras o infundios al que no se pelara con el perverso propósito de distorsionar un instrumento jurídico que trataba de liquidar un factor que, como el latifundio, es una oprobiosa herencia de un sistema con el cual acabó la Revolución Francesa en 1789, con la toma de la Bastilla. Esto es bueno recordárselos a los que en estos momentos se quejan de las expropiaciones que, por utilidad pública, practica hoy el gobierno nacional y todos los gobiernos del mundo. Igualmente, hay que recordarles, porque al parecer padecen de una amnesia selectiva, que ese procedimiento fue puesto en práctica por primera vez por sus colegas de la Gironda (la Fedecámaras de entonces), con el fin de liquidar un factor que constituía y constituye la máxima expresión del atraso y de la injusticia social. Es decir, que para esta gentuza de Fedecámaras, cuando las expropiaciones les favorecen son buenas, pero cuando no responden a sus bastardos intereses, entonces las cuestionan y vituperan..

Ahora, con motivo de la aplicación de la mencionada ley de expropiaciones, que también estaba contemplada en la Constitución del 61 y que fue aplicada por los gobiernos de la 4ta. República a mansalva, los medios y sus compinches de la oposición, que no por casualidad participaron al alimón en las innumerables acciones desestabilizadoras y terroristas que condujeron al derrocamientos del gobierno democráticamente elegido por el pueblo, vuelven a repetir, carentes de imaginación como son, los mismos cliché de siempre y que ya no impresionan a nadie.

Obsérvese que siempre hablan en futuro En este sentido, desde que el gobierno de Chávez asumió el poder, y de eso va hacer un pocotón de años, los pitonisos de la oposición, con Fedecámaras a la cabeza, están anunciando expropiaciones a granel, y todavía es fecha que, aparte de las realizadas por causa de estricta utilidad pública, es decir, completamente justificadas y debidamente indemnizadas, no se ha producido la primera expropiación de ninguna vivienda, de ningún carro o de ninguna otra propiedad personal y ni de ningún niño. Como fue lo que se trató de hacer con la ley que estuvo a punto de aprobarse durante el gobierno de Jaime Lusinchi, y que constituía una verdadera amenaza para la propiedad inmobiliaria del país. Y no por motivos de utilidad pública, sino por simple razones fiscalistas. El gobierno se había robado todo el dinero y quería recuperarlo metiéndole la mano en el bolsillo a los pendejos. ¿Qué dijo Fecámaras en ese momento? ¿Qué iba a decir! Nada, que además de aplaudir el despojo de los hogares venezolanos, saludó a sus autores como dignos defensores de la libertad de empresa y de la propiedad privada.

Hace poco, gracias a la buena voluntad del equipo de Aporrea, publicamos unos comentarios acerca de una nota de prensa que denunciaba esta aberración. A todos los que tuvieron la oportunidad de enterarse del contenido de aquella ley, se les pararon los pelos de punta. ¡Y como no se les iban a parar los pelos de punta! si por ejemplo una persona llega de noche a su casa y, luego, después bañarse, cenar, etc., se acuesta “con la serena seguridad” –dice el reportero- de no deberle una sola puya a nadie, y a la mañana siguiente, cuando se levanta, se encuentra que sobre su casa pesa una hipoteca de primer grado. Y todo sin haber sido notificado previamente de nada y mucho menos sin su consentimiento.

Pero como dijimos, a todos los que leyeron aquel proyecto confiscatorio se le pararon -aun hoy- los pelos de punta. Menos, claro está, a los débiles mentales que están al frente de este Proceso político. Porque si hubieran tenido, no digamos una sola neurona, que ya es mucho esperar, en sus raquíticos cerebros, sino el embrión de una neurona, hubieran tomado aquella nota de prensa –sin los comentarios míos- y los hubieran publicado a página entera en todos los diarios del país. Porque si a cada rato se publican fotos y otras naderías a todo color y en amplios espacios en la prensa ¿por qué entonces no hacer lo mismo con un material que alertaba y aun alerta a la gente, y muy especialmente la clase media, acerca del peligro que representan tanto Fedecámaras como sus lacayos en el poder?

. s Pero lo insólito de todo esto es que quienes acusan al Presidente de querer expropiar los bienes y los haberes de los ciudadanos, son justamente los verdaderos expropiadores. Porque ¿de qué otro modo se podría calificar el despojo que el sector bancario perpetró contra los deudores hipotecarios mediante la condenable figura del anatocismo, o sea, el cobro de intereses sobre intereses? ¿Cuántas familias de la clase media fueron expropiadas y echadas sin contemplaciones a la calle en virtud de este mecanismo expoliador y delictivo? ¿Dónde estaban y que decían los malandros de la oposición, que mientras se cometían estos incalificables desafueros contra la familias venezolanas a lo único que se dedicaban era a escandalizar y acusar a Chávez de atentar contra la propiedad privada? Pero, además, ¿qué hacían y donde estaban los que en la Asamblea Nacional se opusieron a la aprobación de la Ley de Protección del Deudor Hipotecario?

No es difícil saberlo. Entre otras cosas, porque no estaban interesados en promover iniciativas y proyectos legislativos inspirados en el bien común. Estaban, eso sí, confabulados con algunos medios de comunicación en la ominosa tarea de derrocar el gobierno y fusilar la democracia. Y esto, en el peor de los casos, porque en el mejor de los mismos, se dedicaron, en lugar de realizar su trabajo en el Parlamento en beneficio de sus electores, a lo que se dedicaron fue a sabotear el de los demás.

Todos estos incalificables desafueros, urdidos por rábulas sin escrúpulos contra los deudores hipotecarios –los de antes y los de ahora- , nos recuerdan mucho la ley del 10 de Abril de l834, también conocida como “ley de espera y quita”. ¿Por qué ese nombre? Porque era la misma burguesía usuraria –banqueros-, importadora y comercial, las que fijaban los intereses que debían pagar las víctimas de su insaciable codicia. Lo intereses para esa fecha eran del 46 por ciento, es decir, unos intereses que muy pocos estaban en condiciones de pagar. Pero eso no era lo único, porque además de ser elevados esos intereses, éstos también generaban intereses. Lo que hacía que una deuda que había sido contraída por una modesta suma de dinero, al cabo de un año se había incrementado tanto que el deudor tenía que resignarse a perder sus bienes dados en garantía. Por eso el nombre de la “ley de espera y quita”. Porque el agiotista o usurero, que es igual, se limitaba a entregar el préstamo y luego se dedicaba esperar el vencimiento de los contratos en la seguridad de que éstos no podían ser satisfechos, lo que les brindaba la oportunidad de apoderarse de los bienes hipotecados.

Fermín Toro, en su opúsculo “Reflexiones Sobre la Ley del 10 de Abril de 1834, expresa, refiriéndose a esta bochornosa situación creada por los miembros de Fedecámaras o su equivalente de entonces, pero especialmente al revisar los contratos mediante los cuales se otorgaban los prestamos, lo siguiente “… especie de contratos desiguales y ruinosos, en la que la usura, la mohatra, el anatocismo, todos los medios inventados por la más insaciable avaricia para apoderarse de la fortuna ajena, han sido defendidos bajo el nombre de libertad y de la religión de contratos”.

Para ilustrar mejor lo que hemos dicho, vamos a mencionar como ejemplo sólo una de las miles y miles fechorías cometidas por la Fedecámaras de entonces, es decir, por banqueros, comerciantes, importadores y demás estafadores de la misma pelambre, contra sus indefensas víctimas. Reseña Fermín Toro lo siguiente: el comerciante A prestó al agricultor B 1000 pesos reales, al 3 por ciento mensual, y ya a los pocos años, habiendo hecho el deudor varios abonos, dos de los cuales ascendían a 500 pesos cada uno, fue condenado por el Tribunal a pagar 4173 pesos por capital e intereses. Menciona además el autor, otro caso en el que una deuda de 3000 reales, en sólo dos años, y después de haber hecho el deudor varios abonos, se elevó a 18.635 pesos. Todos estos casos reposan, según Federico Figueroa,”en el antiguo tribunal mercantil de Caracas.

Ahora, ¿todos estos latrocinios acaso no son exactamente iguales a los créditos indexados o mexicanos; a aquellos que mientras más se pagaban más crecían, gracias a la taumaturgia delictiva de banqueros y contratistas ladrones? ¿No son acaso las argucias hamponiles de la Fedecámaras de la época de la República Oligárquica exactamente iguales a las estafas cometidas contra las víctimas del complejo residencial La Avileña y otros complejos similares?

La respuesta le correspondería darla a Fedecámaras, pero ¿qué podrían decir de esos incalificables atracos si han sido y son ellos los autores materiales e intelectuales de tan repugnantes delitos? Por eso es que no han dicho ni pío, y cuando los obligan a dar una respuesta, entonces tratan, con eufemismos y mentiras y cuando no descaradamente –cada quien tiene su estilo- de justificarlos. Porque eso si tienen las mafias, son solidarios con sus compinches hasta donde puedan. Ya que su lema es: ladrones que roban juntos permanecen juntos; aunque a veces, donde la justicia funciona, en una celda.

Para terminar, voy a referir algo que revela, con una contundencia inapelable, qué clase de bandidos se cobijan en ese antro, un antro que debiera declararse fuera de la ley, por cuanto hasta en un golpe de estado participó. Pero, además, por acoger en su seno a los sectores que por ser los más reaccionarios y retardatarios como son los banqueros, importadores, Cosecomercio y latifundistas, sectores que jamás han producido una aguja sino que por el contrario se han enriquecido a base de la usura, especulación, el fraude, la estafa y el dolo, son los más peligrosos para este Proceso.

Pero a lo que iba: cuando Caldera terminó su mandato, el IVA estaba incorporado al precio de los productos. Es decir, que cuando una persona compraba un par de zapatos, en el precio que pagaba por esa mercancía estaba incluido el IVA. Esta situación la modificó Chávez. Chávez separó del precio de los productos el impuesto al valor agregado el cual se pagaría aparte. ¿Qué creen ustedes que hicieron los afiliados a Consecomercio? Que dejaron los precios tal como estaban, con el IVA incluido, y aparte cobraron el impuesto. Es decir, que el comprador tuvo que pagar dos veces el mismo impuesto.

ATENCIÓN TRABAJADORES

Y ya para terminar, ahora sí, declaraciones dadas a Panorama en la década de los 80 por un ex miembro de Fedecámaras, Ernesto García Mac Gregor, y que revela cuál es la filosofía laboral del gremio empresarial. “…es indudable –decía García Mac Gregor que la capacidad creadora de la haraganería criolla es prolífica. El trabajador venezolano –sigue dieciendo el exempresario- no conforme con la cantidad de leyes laborales que amplían su bajo rendimiento y su vagancia, se las ha ingeniado para inventar contrataciones colectivas que en algunas ocasiones representan verdaderos casos de ociosidad remunerada”. ¿Qué crees tú, amigo trabajador y maestro, que hubiera sucedido con las contrataciones colectivas y con y con las jubilaciones y pensiones de haberse consolidado la dictadura de Carmona? Ahí queda eso.


alfredoschmilinsky@hotmail.com


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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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