Perdón Aporrea, qué alivio ¡Dios mío!

Aporrea creciéndose como siempre. Creo que el gesto de este portal digital al participar que tuvo dificultades con sus publicaciones es otra muestra más de responsabilidad, respeto, periodismo de altura y cuanto calificativo de honestidad y rectitud podamos agregarle.

Por eso quisiera expresar la emoción que sentí cuando esta mañana abrí como de costumbre está página y veo un titular muy particular que de una vez cliqueé, para abrir y me encontré con la explicación sobre el incidente que la concurrida página padeció por irregularidades en internet.

¡Dios mío!, qué alivio sentí, sobre todo cuando leo que no nos preocupáramos los colaboradores, porque “hoy publicaremos el material que por la razón citada se nos quedó ayer sin publicar. Nada de estar pensando: Aporrea me censuró”. Luego me embargó una pena enorme que me motivó a escribir estas líneas.

Resulta que, como de costumbre, envié el artículo y no lo publicaron y luego lo reenvié dos veces más y tampoco, entonces me di por vencido. Me censuraron dije, no encontraba otra explicación.

Se acabó la autocrítica en Aporrea ¡No puede ser!, creo que la censura en los medios adeptos al proceso revolucionario que lidera el presidente Hugo Chávez es tan peligrosa como la misma oposición golpista, reflexionaba una y otra vez frente a la pantalla de mí computador.

Rechazaron el artículo, balbuceaba, ya pensando en voz alta. Mi esposa se percató y me dijo: “Te volviste loco mijito” y me hizo reaccionar sin saber que responder. Atribuía el asunto en específico a que recientemente he escrito varias notas criticando a la dirigencia revolucionaria marabina con el objetivo de que se tomen los correctivos necesarios, en vista de que en las últimas consultas electorales el chavismo en Maracaibo ha sufrido varias derrotas con más de cien mil puntos de diferencia. Un problema, a mi juicio, grave y más si no se dice y no hay conciencia del caso.

Pero sí, no hallaba que pensar. Bueno, les confieso, mis amigos lectores y señores de Aporrea, que también me mortificaba la idea de que me vieran como un opositor disfrazado de Chavista. ¿Será que piensan que salté la talanquera?, cualquier cosa pasó por mí mente.

Créanme que dormí con sobresaltos. Le conté la situación a unos amigos revolucionarios y no rompí en llanto, porque nací en una época en la que desde chiquito nos enseñaban la estupidez de que el sagrado y sabroso derecho de llorar sin discreción lo tenían las mujeres y no lo hombres, pero les aseguro que me pasó como esa canción que dice: “con una lágrima en la garganta te vi partir” y veía, en ese momento, a Aporrea de espaldas, partiendo y alejándose de mí en medio de semejante impotencia al no poderla retener.

Para fortuna del proceso no es así, Aporrea es una herramienta grandiosa de la revolución, así que les ruego me perdonen tanta flaqueza, discúlpenme esa duda, soy de carne y hueso y me equivoco como cualquier mortal, Pedro también negó a Jesús tres veces, el apóstol Tomás tampoco creía en la resurrección. Todavía de frente, el Señor tuvo que conminarlo a que lo tocara para que viera que estaba vivo, de modo, que lo importante es reconocer los errores, rectificar y, ahora, si me lo permiten, voy a dormir tranquilo, sin sollozos ni sobresaltos y en paz con mi conciencia.


(*)Periodista

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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