Tremendo bastión de la libertad de expresión

La oposición dice que le han robado su bastión de la libertad de expresión, RCTV. Vaya bastión, vaya joya, vaya modelo, vaya encarnación de la Libertad. Qué caudal de principios y valores, de humanismo y solidaridad solía brotar de sus pantallas.

Pero bien: digamos que aquellos a quienes le gusta esa emisora están en su pleno derecho de reclamar, de manifestar su desaprobación ante la decisión del Ejecutivo Nacional de no renovarle la concesión. Que lo manifiesten, que lo expresen. En Venezuela pueden hacerlo, todo cuanto quieran y tanto como lo necesiten.

Eso sí, sin olvidar que expresar un desacuerdo no consiste en descuidar la pulcritud de la expresión, es decir, permitir que se infiltren entre las masas protestantes individuos que degraden la calidad de la causa defendida mediante el lanzamiento de piedras, tubos, botellas... y balas. Ni mucho menos, llegados a ese punto, esforzarse en desmentir la evidencia en vez de ser los primeros en denunciarla. Una oposición que se respete no confisca a la realidad este tipo de hechos lamentables, ni los convierte por deshonesta omisión en refuerzo de lucha.

Quizás necesiten, en fin de cuentas, recursos de este tipo ante la debilidad de su reclamo original. La no renovación de esta concesión no es un hecho raro, aislado en el mundo: decenas de concesiones no son renovadas cada año, incluso a veces son interrumpidas. Las razones, desde luego, para no renovar o interrumpir una concesión han de ser diversas cada vez, pero siempre razones al fin. Un Gobierno ha de tener en cada caso motivos sólidos para hacerlo. Nuestro Gobierno, como prácticamente cualquier otro, está habilitado constitucionalmente para tomar este tipo de decisiones.

El Presidente Chávez ha revocado esa concesión de la forma en que tradicionalmente ese tipo de concesiones se revoca: con razones, con motivos sólidos.

La oposición es ingenua -ingenua y miope- al pensar que las razones que tiene el Gobierno para tal revocación se reducen a que ese canal tenga una línea editorial disidente. La disidencia es una realidad perfectamente tolerada por nuestro Gobierno, incluso necesaria para él. Lo que no debe confundirse, en ningún país, es disidencia con golpismo.

Existen algunos -y por lo visto no son pocos- para quienes el golpismo de RCTV, es decir, su llamado continuo a la desestabilización del país, no es más que una simple crítica hacia el Gobierno. Lo menos que puede decirse de estas personas es que tienen serios problemas para comprender el concepto de democracia.

Ahora bien, esta cadena no es solamente golpista, es muchas cosas más. Las razones del Ejecutivo Nacional para no renovarle la concesión son múltiples.

Cuesta creer, de verdad, que la gente se lance de pronto y con tal entusiasmo a la defensa de una cadena televisiva que incurre en una
continua violación de la deontología periodística; en una permanente manipulación mediática de la información; en una reiterada incitación al desorden público; en una deformación constante de la gestión gubernamental; en un repetido infringimiento de la Ley fiscal (más de 650 infracciones nada más que en el 2006 -incluso luego de varios llamados al orden).

Una cadena que practica el chantagismo político aplicado a sus trabajadoras y trabajadores; que práctica despidos injustificados y no indemnizados; que tuvo una participación abierta y ampliamente documentada en el golpe de Estado del 11 de Avril del 2002, así como en el paro petrolero que prácticamente desahució a la Nación.

Un canal que promociona la violencia a través de sus programas; que hace un uso alegre de la transmisión de antivalores morales; que no tiene vergüenza del bajo contenido social y educativo de su programación; que hace uso (hecho igualmente documentado) de la propaganda subliminal.

Que practica el reciclaje permanente de enlatados de origen extranjero; que irrespeta la cuota mínima legal de producción nacional; que menosprecia la cultura autóctona; que ofrece a la población venezolana un entretenimiento pueril; que recurre insidiosamente a insultos y a propósitos racistas dirigidos hacia la persona del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela; que incita al magnicidio...

No, no puede uno pronunciarse en desfavor de la decisión soberana del Ejecutivo Nacional de no renovar al grupo 1BC la concesión del uso de esas ondas hertzianas, las cuales son patrimonio exclusivo del Estado venezolano (bajo el principio de la "Co-propiedad de la Hacienda Pública").

Eso no tiene nada de tirano, es DEMOCRATIZAR el espectro radio-eléctrico (así sea para dar paso a la creación de una nueva cadena cuyo éxito y excelencia, es verdad, son aún inciertos; pero donde al menos podrán expresarse de forma mayoritaria productores independientes con ganas de hacer "otra" televisión).

En todo caso, se trataba de una concesión digna de mejores empresarios y apta para la facilitación al pueblo venezolano de mejores y más elevados contenidos.

Hay gente que dice que será una televisión más del Estado. Es posible, pero la verdad es que eso no sería un exabrupto: para aquellos que no lo saben, en Europa, por ejemplo, casi cada país tiene entre cuatro y seis canales de Estado. Incluso allí se promueve abiertamente la idea de aumentar las mismas en cada país pues con ello se equilibra la influencia que tienen las televisoras privadas sobre la sociedad -empresas las cuales siempre son mayoritarias.

La oposición en Venezuela se ha lanzado en una frenética defensa de lo que llama su "derecho de escoger lo que queramos ver en televisión". La verdad es que canales infractores como RCTV no son, ni pueden ser, representativos de ese derecho, por cuanto no se puede considerar como verdaderas "opciones" a entes -canales- que reducen sistemáticamente, mediante la tergiversación, la adulteración y la manipulación de la información el carácter objetivo del mundo real, factual.

En este mismo momento, medios como Globovisión lo están haciendo de nuevo en nuestras propias narices. Un grupo de manifestantes lanza piedras contra efectivos policiales (11 heridos), mientras que el reportero de la cadena sólo narra cómo la policía lanza bombas lacrimógenas. Un jefe de la policía, para explicar el motivo de una acción de dispersión llevada a cabo minutos antes, muestra a las cámaras con el dedo (en close-up) el impacto de balas sobre un poste de luz. ¿Qué hace el reportero?... preguntas como: "¿dónde, yo no veo los disparos?"

Se trata de la recuperación de una vía (frecuencia radio-eléctrica) que ha estado por mucho tiempo al servicio de poderes puramente capitalistas y antisociales, los cuales atentan de continuo contra la civilización en nuestro país.

Se trata de un acto de defensa, de restitución, no de censura. De una medida proteccionista, conservacionista, no de represión ni de agresión.

Nuestro pueblo se opone a la utilización de sus medios para la vejación de su propia cultura y reclama, en cambio, educación y valores de provecho constructivo para la sociedad venezolana. Los pueblos de la Tierra deberíamos llamar a una refundación de los medios de comunicación a nivel planetario.

Debemos apoyar resueltamente la acción del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, el cual ofrece al mundo un significativo ejemplo a través de la no renovación de la concesión a RCTV. Ojalá otras naciones tomaran medidas similares de resistencia frente al uso mórbido y miserable de la información -y el entretenimiento- por parte del corporativismo mediático transnacional y las élites del poder mundial.

¡Contra la usurpación de los medios, viva la verdadera libertad de expresión!


xavierpadilla@9online.fr



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Xavier Padilla


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