Los escenarios políticos nunca serán un camino perfumado de rosas y flores de variados colores y matices, con alamedas frondosas que llevan al paraíso sembrado en el imaginario colectivo de cierta humanidad fervientemente optimista. De ser lo contrario, hay que tener cuidado, podría tratarse de un preámbulo de ensueño para introducirnos en una pesadilla. Ante ello, es indispensable romper con la dicotomía de cierta tradición binomial, dual o como mejor podamos o pretendamos comprender y entendernos con la realidad de visión de cierto antagonismo geométrico estricto: ciento ochenta grados dixerum. Esa realidad, ¿condicionada? Pregunto, nos atrapa y nos cercena la posibilidad de nuestra elección en una diversidad de opciones de gran amplitud; no siempre cómoda de aceptar, entender y finalmente asimilar. Tocando tomar decisiones -casi que cotidianamente-, en eventos de los más elementales, entre posibilidades; la menos mal.
Por ello, en las decisiones de la Polis y su dinámica que nos involucra a todos socialmente, genera mucho desasosiego en no pocos compatriotas, hasta el extremo de hacerlos seres escépticos en cuanto a los temas políticos que nos corresponden a todas y todos asumirlas; en la comunidad, en la calle con nuestros vecinos y en otras circunstancias del entorno social inmediato y más allá. Esto aún a costa de ciertos malestares que nos causan. Esto es un factor que hace de muchos compatriotas incorporarse a las filas de la supuesta neutralidad política; ni-ni, que ya de hecho, es una posición política. Con la sola condición de ser una decisión con rasgos de apatía, nada conveniente en una sociedad necesaria de participación y protagonismo, ante temas fundamentales de nuestra sociedad que no deben siempre descansar en decisiones y acciones de minorías oligárquicas, partidistas o autocráticas.
Por otro lado, los extremos que observamos en otros grupos numerosos de nuestra sociedad, participando más por entusiasmo gregario, por motivaciones fugaces del entorno social disperso por la confrontación política, más que por razones fundamentadas en intereses reales de clase de las mayorías de los trabajadores, que innegablemente, eso somos en esta nación venezolana; trabajadores asalariados. Intereses de estos que son disputados e intervenidos mediáticamente para la manipulación por parte de las clases que son poseedoras del control de -al menos-, buena parte de poderes políticos fácticos reales, en tomas de decisiones que nos afectan mayoritariamente.
Por todo lo expuesto anteriormente, hace necesario insistir -ante una sociedad mediatizada e intervenida-, propiciar y fundamentar los elementos informativos de fuentes veraces y éticas, que puedan producir un efecto formativo político real en la subjetividad colectiva -el ser colectivo de nuestra sociedad-, que permita una mejora sustancial del bienestar colectivo de las mayorías de las mujeres y hombres ávidos de una sociedad para la solidaridad, convivencia y la Paz. Se dice fácil ¿verdad?, pero empeñarnos en elevar la formación política colectivamente mayoritaria de nuestros compatriotas es tarea ardua. Señalando el o los umbrales de discernimiento que nos permitan diferenciar meridianamente los intereses colectivos de la clase trabajadora mayoritaria ante la pretensión de la oligarquía de mantenerse en el poder. Ante ese panorama, se hace necesario avanzar en la construcción de una sociedad de compatriotas en formación permanente, ante el hecho mediático que pretende confundir a las mayorías y mantener sus estructuras dominantes por obra y acción apoyada por las fuerzas imperiales y sus aliados domésticos; serviles pues.
Debemos forjar una sociedad de patriotas activados y en alerta ante las campañas manipuladoras de la información a través de todos los medios a su alcance. Contribuir en colaborar en hacer de nuestros ciudadanos, compatriotas formados y transformados por consiguiente, en sujetos críticos. Esto se convierte es una tarea necesaria, ante el embate constante en un ambiente político, dominado por un tempestuoso oleaje informático, mediático y acelerador de incertidumbre y de dominación que no cesa. Este sistema hegemónico globalizado, en su pretensión de mantener el control de las mentes y pensamiento de las mayorías a como dé lugar, mediante la manipulación deliberada con fines de permanencia del Modo de producción inhumano y antinatura, conocido como Capitalismo, ahora en tiempos de su fase superior de aceleración entrópica sistemática, conocido como Imperialismo. La mejor forma de enfrentar estos fenómenos en tiempos contemporáneos, es estar alertas con la finalidad de prepararnos como sujetos y colectivos, ante un ambiente comunicacional hiperinformativo hostil en muchos casos. Esta actitud preventiva para establecer los filtros que nos permitan establecer las diferencias con posiciones críticas y diferenciar fenómenos y acciones de la dinámica social y política y al final –al menos-, tener una aproximación para saber quien es quien en un mundo convulsionado como el de hoy.
Asumir procesos formativos comunitarios y autoformativos permanentes, procurando contenidos decoloniales de calidad y con una posición ética en permanente revisión, pudiera entenderse o considerarse un buen comienzo. Desvincularnos de medios y redes que de plano ha demostrado responder a intereses bastardos, es necesario; elevando la calidad de nuestras fuentes informativas y comunicacionales. Individualidades y colectivos críticos y cultos, permitirían una resultante dialéctica para enfrentar las cegueras que ocasionan las manipulaciones de los grandes centros de poder mundial, que tienen sus cuarteles de operaciones para la desinformación y manipulación en todas y cada una de las regiones del planeta; en nuestra Patria/Matria, no somos la excepción.
Con el titulo de este escrito según la tradición griega, no se pretende dejar de lado de este análisis y consideraciones, a los compatriotas de las áreas rurales o aledañas a las urbes. Diluir las fronteras que nos separan entre la ciudad y el campo o más allá, no debe existir en una sociedad por la cual luchamos; deben ser complementarios los esfuerzos de apoyo entre ambos espacios demográficos. Ambos se necesitan para el avance de una sociedad en construcción permanente por la estabilidad y justicia social, en armonía con el entorno ambiental, cultural, económico y con elevada consciencia socio-histórica y política para una mayor certeza, pertinencia, soberanía y una Paz sostenida.