La palangre se hizo dueña de los medios de comunicación

A las personas palangristas enquistadas en los medios de comunicación en Venezuela, les encantan transmitir desde muy temprano mensajes negativos y desesperanzadores, con la abierta intención de que el televidente, oyente o lector comience el día de mal humor, buscando con ello se conviertan en difusores individuales de ataques al gobierno bolivariano y así favorecer su desestabilización. Es probable que las personas sensibles espiritualmente sientan mucha lástima con los trabajadores de esas empresas que horas y horas, todos los días, durante todas las semanas del año y por varios años se ven forzados a ver, oír o leer las cosas espeluznantes que desde su lugar de trabajo se esparcen a la sociedad. Ojalá que todas esas personas después de algunos años no salgan de allí enfermas psicológicamente, con el intelecto, espiritualidad y entereza moral debilitada ante tan largo y tremendo martirio; y sus familiares no paguen las consecuencias por el mal genio permanente de uno de sus integrantes. Estimado lector, usted debe preguntarse ¿Cómo es posible que existan esas empresas mediáticas, que transmitiendo mensajes negativos las 24 horas al día, menoscaban el ánimo de la ciudadanía, y el gobierno por temer el que dirán sobre la libertad de expresión, no actúe contra ellas aplicando las leyes pertinentes?

El venezolano está consciente que desde hace más de dos décadas los palangristas, que gozan del privilegio de transmitir sus mensajes por algún medio de comunicación, y se hayan convertido en los mayores activistas políticos, por cuanto son ellos los que mayormente incitan a los delincuentes a actuar tras el escudo de organizaciones políticas, ya que organizaciones políticas como tales, en la práctica, son pocas las que existen. Actualmente casi todas estas organizaciones no gubernamentales, registradas o no legalmente, se pueden considerar pertenecen a la delincuencia organizada, mafias, sabiendo sus principales manejadores que están fuera de toda regla lógica de convivencia de los seres humanos. En Venezuela se sabe que son los dueños de las televisoras privadas los que imponen la pauta, y son los que deciden que hacer y no hacer en materia comunicacional, claro está, que siguiendo el esquema táctico y estratégico que le dicta el amo mayor radicado en los Estados Unidos, recibiendo sus órdenes a través de Oficina Central de Inteligencia; la CIA. Es importante el amparo político y el apoyo económico que estas televisoras recibe de personas y organismos radicados dentro y fuera del país, principalmente de la CIA, cuyo director no escatima gastar inmensas fortunas con tal de tumbar al gobierno bolivariano. ¿Hasta cuando el gobierno venezolano, con las leyes que tiene la república, permite que la tortura psicológica pueda seguir difundiéndose impunemente? ¿Hasta que lo tumben? No, no, ya basta de que el gobierno ciegamente siga los consejos de su asesor en asuntos mediáticos, pues ya la cosa pasa de castaña a oscura. Ya es hora de que el gobierno no le tenga miedo a más arremetidas mediáticas, esto nunca va a parar, aunque los dueños de estos medios prometan sobre una montaña de cruces darán una tregua, que de seguro solo durará hasta que arreglen algún cable pelao que tengan por allí.

No es justo que el Primer Mandatario, Nicolás Maduro, por tratar en vano de evitar que la oligarquía y sus voceros mediáticos sigan propalando que él es un hombre del pueblo, ignorante y pata en el suelo, tolere no aplicar las leyes que juró cumplir y hacer se cumplan. No, ya está bueno ya, no se debe seguir permitiendo que esos medios de comunicación entren a los hogares y todos los días envenenen la mente de los venezolanos de bien; en este país existen leyes que taxativamente condenan esas prácticas. Esos medios de difusión en Venezuela están permanentemente envenenando las mentes de millones de infantes, adolescentes, adultos jóvenes, adultos mayores y adultos de la tercera edad, con toda clase de mensajes nocivos y que ésto se haga a través del espectro electromagnético, espectro electromagnético que pertenece a todos los venezolanos y jamás de quienes tienen una concesión para usarlo, puesto que cualquier concesión otorgada no puede ser utilizada según el libre albedrío del personaje que lo consigue. Que no se le vaya a ocurrir al gobierno seguir la indicación de sus especialistas en cosas mediáticas y entonces renovar indefinidamente la concesión a las televisoras, ya que si lo hace es probable el jefe de Estado consiga el rechazo de sus seguidores de base; y ésto si sería el acabose.



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José M. Ameliach N.


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