La Ceguera

“…Los ciegos están siempre en guerra. Siempre lo han estado…”

José Saramago, en Ensayo sobre la ceguera.

De manera intempestiva toda Venezuela ha quedado ciega. A tientas intenta en balde avanzar hacía su objetivo de convertirse en un país decente por los polvorientos caminos de su trágica historia. Este año no es importante que no haya agua ni electricidad. Como hay sequía, nadie se alista para una inundación que pueda regalarnos el denominado fenómeno El Niño, que como se ha visto en otras latitudes de nuestro planeta, es prolijo en eso de darnos agua a cántaros o de someternos a interminables e intensos veranos, sin que sirva para nada que bombardeemos las nubes. Como una epidemia la ceguera avanza. A paso redoblado entra como una espesa neblina en nuestras casas. Se instala cómodamente en nuestras instituciones y desde allí deja todo a oscuras, en penumbras. Por ello hoy por hoy nadie ve a los niños de la calle, perdón, de la patria. Nadie ve que aún estamos a la espera de que el Presidente Chávez, se quite el nombre, cumpliendo su juramento ante su promesa incumplida. Si escribes una nota en contra del gobierno, los opositores te acogen alegremente en el seno de sus filas. Sin mayor reparo te convidan a tomar partido por sus causas. Los que están con el gobierno te execran de sus espacios. Te ofenden. Te descalifican. Ambos bandos se abrogan para sí la razón, se adueñan de la verdad absoluta. Y es así como a la postre, uno queda divagando, como huérfano, sintiéndose extraño hasta en el mismo barrio donde haz vivido toda la vida, al comprobar de que no estás de acuerdo con ninguno de los protagonistas de este estéril enfrentamiento.

Arribé a la conclusión de que estamos ciegos cuando pude ver claramente que en contraste con la escandalosa cantidad de dólares que como país hemos obtenido sin ningún esfuerzo productivo, durante nuestra tristemente célebre historia de estado petrolero, varios cientos de miles de nosotros seguimos viviendo en condiciones de precariedad absolutamente espantosas, en casas con pisos de tierra, destinando tierras productivas a la construcción de casas y subyugados por las asimetrías de poder que existen entre quienes administran y nosotros los administrados. Sin duda alguna que para acabar con eso, hacen falta varias guerras asimétricas. Objetivos estratégicos. Geopolíticos. Dialécticos. Históricos mismos.

La ceguera avanza. Como la calima nubla. No nos deja ver que lo de hoy es absolutamente igual en muchas cosas a lo de ayer y que en otras es verdaderamente mucho peor. La impunidad. La corrupción. La mentira. El bochinche que en su oportunidad denunciara con amargura, el Generalísimo Francisco de Miranda, mientras lo embarcaban en la Goleta que lo conduciría a su inevitable encuentro con la muerte en La Carraca. ¿Ha visto alguien a Luis Velásquez Alvaray? No. En nuestra ceguera solo alcanzamos a estirar las manos para tomar entre ellas el expediente de los etarras y de la Audiencia Española. A pesar de que el SEBIN, el DIM y todos los organismos de seguridad del Estado saben que el hombre anda allende los mares por allá en la Madre Patria, haciendo un uso delictivo de los bienes que sustrajo de la República, nadie ha podido leer por ceguera, de que con el Reino de España se encuentra vigente un tratado de extradición. Mucho menos nuestro embajador Isaías Rodríguez, que en sus años como Fiscal General, ciego no fue capaz de ver que su testigo estrella Giovanni Vásquez, era un compulsivo mentiroso, que le ayudó a llenar la pala con la tierra que luego le echaron en los ojos a todo el país, respecto al asesinato de Danilo Anderson, bajo la figura del Archivo Fiscal.

A su sustituta, la Fiscal Luisa Ortega Díaz, una ceguera perteneciente a ese conjunto de patologías breves y oportunistas, solo le permite ver, que es un peligro dejar que lo demás vean por Internet una página porno, o lo bueno o lo malo o lo feo que nuestros gobernantes hagan en el país, en el estado o en el municipio - que dista mucho de la pornografía pero que raya en obscenidad - cuando quieran y como quieran. Su ceguera que se agrava a la 1:00pm, cuando en su despacho ella misma busca tanteando el interruptor para apagar la luz y ahorrar energía, así como lo hacen en todo el país, sus subalternos. Le impide ver que a la gente a la que a diario le roban, le asesinan o le violan un familiar o a sí mismas, les importa un bledo que ella ahora pretenda erigirse como la defensora de la moralidad, del honor o de las buenas costumbres en la web, mientras en las calles el hampa se impone ante un Ministerio Público inútil, incapaz de proteger a nadie, de castigar a nadie.

La Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, por estar ciega no puede ver, a los obreros trabajando en la instalación de unas puertas en las entradas de la UCV, destinadas entre otras cosas a brindarle protección a la comunidad universitaria y a tener a buen resguardo ese patrimonio de la humanidad. Pero si ve despejado el camino para llegar al TSJ e interponer un ridículo Recurso de Amparo Constitucional, por violación al derecho al libre transito de la ciudadanía, mientras durante esta semana tirotean el edificio del rectorado de esa casa de estudios y asesinan a 7 reclusos del Internado Judicial de Yare y hieren a otros 16, a los que se suma un interno decapitado en el Internado Judicial El Rodeo II sin que nadie hasta ahora haya dicho, esta boca es mía. La ceguera del Contralor Clodosvaldo Russián, es absoluta, irremediable. Por ello no ha visto aún ningún delito contra la cosa pública. Por ello aún no tenemos entre los banqueros presos, a ninguno de los altos funcionarios que desde la Tesorería Nacional, el Ministerio de Finanzas, el Bandes, algunos Ministerios y Bancos del Sector Público, pusieron en manos de esos pillos el dinero de los ciudadanos, coadyuvando a la concreción de esta nueva estafa contra los venezolanos.

En medio de su ceguera los miembros del CNE, juran que nadie vio, que las nuevas dos rectoras recientemente designadas, ni siquiera por guardar las apariencias, no esperaron que la tinta de la firma que estamparon en la carta de renuncia a su militancia en el PSUV se secara para asumir sus cargos en el ente comicial.¡Ya lo sé ciego, no me lo digas! AD y COPEI también lo hacían, ¿pero puede ser ello tomado como término de referencia válido, por quienes pretendemos hacer una Revolución? ¡Por favor!.

Nadie vio. Nadie supo. Nadie ha visto, que el único aporte filosófico, ideológico

y político que el responsable de buena parte de nuestras penurias energéticas, el Ministro del Petróleo Rafael Ramírez, ha hecho a esta Revolución, es el hecho de haber utilizado después de la palabra rojo, el diminutivo de la misma, es decir, rojito, para hacer de ello aquel eslogan según el cual el mapa de Venezuela es rojo rojito, cosa que es especialmente cierta, sobre todo al final de las horas correspondientes a los fines de semana, donde muchos venezolanos y extranjeros terminamos engrosando la estadística de la morgue No hablemos de la Faja Petrolífera del Orinoco. Están ciegos, no sordos. Cállate que nos pueden oír.

No obstante los ciegos chavistas y opositores no ven nada distinto del Palacio Federal Legislativo, ese que sirve de sede a la Asamblea Nacional. Todos siguen ese camino como unos drogadictos, con la mirada perdida y fija en una fecha, en un día: El 26 de septiembre de 2010.Todos te dicen que es importante ganar. Como el perro de Pavlov, se les chorrea la baba cuando sueñan con un curul. Un ciego dice aterrado: ¡ayúdenme vienen por mí! Otros te dicen excitados: ¡Acompáñennos! ¡Vamos por él! La mayoría deshoja la margarita y les aseguro que están más pendientes de que los reales le alcancen esta vez para hacer mercado, que de la fecha en cuestión. Los ciegos se frotan las manos. Unos ciegos solamente tienen ojos para ver lo malo. Otros ciegos solo los tienen para ver lo bueno y en ese escenario quienes tenemos ojos para ver ambas cosas y establecer las diferencias, pareciéramos estar irremediablemente jodidos, condenados a mirar como los ciegos de lado y lado, en su sempiterna puja por un espacio y en su insaciable sed de dinero y poder, nos arrebatan con inusitada furia, ese pedacito de país que inerme agoniza en nuestras manos. Estamos ciegos porque nadie considera advertir, que la ceguera también es eso, vivir en un país donde se ha acabado la esperanza.

rubenvillafa@hotmail.es


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Rubén Villafañe


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