La mayor zona mundial de libre comercio comienza con influencia socialista

La mayor zona mundial de libre comercio comenzó a funcionar a partir del 1ro de enero cuando seis de los diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN) y la República Popular China comiencen a eliminar las tarifas de importación aplicadas hasta hoy entre ellos.

Los 1300 millones de habitantes de China y los 80 millones de vietnamitas más otros millones de habitantes que en otros países del sudeste asiático disfrutan de medidas de carácter socialista, como puede observarse en Laos o en Camboya, ejercerán notable influencia en el desarrollo de esa "zona de libre comercio" y ello ´repercutirá en los avances de los procesos de independencia económica en cada uno de estos países, lo cual podría acelerar mucho más la opción socialista en cada uno de ellos.

En definitiva, el comercio, en su amplio sentido de la palabra, no fue inventado ni por el capitalismo, ni por el feudalismo y mucho menos por el esclavismo. Fue una actividad natural, propia del desarrollo del ser humano como ser social desde la era de la llamada "comunidad primitiva". El reto del socialismo -coincido en ello con los líderes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP)- es volver a llevar al comercio al estado originario de intercambio de valores, trueque u otra opción acordada mutuamente sin presiones y mucho menos con guerras.

La ASEAN fue fundada en 1967 entre 5 países del sudeste asiático y su último integrante se incorporó en 1999. Los fundadores el 8 de agosto de 1967 fueron Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia. Brunei se incorporó el 7 de junio de 1984, Vietnam el 28 de julio de 1995, Laos y Myanmar (antes Birmania) el 23 de julio de 1997 y Camboya el 30 de abril de 1999. Timor Oriental tiene el estatus de Candidato a miembro y Papúa-Nueva Guinea de Observador.

El procedimiento a aplicarse a partir del primer día del 2010 se iniciará para el 90% de los productos de importación provenientes de cada uno de los países firmantes, con la excepción de cuatro (Laos, Vietnam, Cambodia y Myanmar) que lo aplicarán en el 2015.

Esos cinco años les permitiría a los cuatro países mencionados continuar fortaleciendo sus economías desvastadas por la guerra en la península de Indochina antes de abrir sus puertas a los productos de los ocho restantes miembros de la zona.

El ímpetu del desarrollo de Vietnam a partir de la estrategia trazada por la estrategia Doi Moi (sistema socialista con participación minoritaria de capitales privados y basado en las particularidades vietnamitas) se ha expresado en su crecimiento económico sostenido durante los últimos diez años, siempre por encima del resto de los países de la ASEAN, y en la variedad de socios comerciales, económicos y tecnológicos con quienes ha pautado proyectos e intercambios, sea en la región asiática como en América Latina, El Caribe, África y Europa.

Los 11 países asiáticos vinculados mediante este mecanismo comercial tendrán a sus más potentes competidores en el Área de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA por sus siglas en inglés) formado por Canadá, EEUU y México, y en la Unión Europea (UE) integrada por 27 países, pero los 11 (ASEAN más China) tendrán la capacidad económica y política propia para evitar que Nafta o la UE interrumpa u obstaculice sus proyectos y realizaciones debido a que son una población mayor, sus producciones de valores son comparables a las potencias occidentales y no están involucrados en guerras.

Por su parte, Japón y Corea del Sur, los otros dos países asiáticos que mantienen amplio intercambio con los miembros de ASEAN, tendrán un fuerte reto ante este acontecimiento. Más temprano que tarde, ellos tendrán necesidad de ser parte activa –si aspiran a recuperar los espacios que allí han perdido- pues muchos de los productos japoneses o coreanos no tendrán opción competitiva, salvo en algunas que otras exclusividades, en ese mercado de más de 1400 millones de personas.

De los países integrantes de la ASEAN, sólo Singapur había sido considerado por los expertos occidentales en la década de los 90 como parte de los “tigres asiáticos” pues junto a Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán mostraron indicadores de crecimiento y avances tecnológicos similares.

Con el avance del desarrollo integral de China y su papel mundial, iniciándose el nuevo siglo, el impacto mundial de los “tigres asiáticos” como actores propios, en particular de Hong Kong y Taiwán, comenzó a disminuir.

La política de preservación de la integridad territorial ejercida por China ocasionó la entrega por parte de Gran Bretaña a China de la autoridad sobre Hong Kong, en 1997, mientras que el territorio de Taiwán comenzó a tener menor influencia externa, y por tanto menor su impacto económico mundial, dados los compromisos de las potencias occidentales y las relaciones de amistad de los países del llamado “tercer mundo” con China que considera a ese territorio parte inalienable de su nación multiétnica.

Hoy, los territorios de Hong Kong y Macao(colonia portuguesa hasta 1999) son considerados por la RPCh como “regiones administrativas especiales”, disponen de su propia constitución aprobada por el Congreso de China y sus impetuosos crecimientos económicos cada día se articulan e integran mejor a todo el desarrollo integral del país.

Actualmente, la ASEAN tiene un foro conjunto con Japón, mientras que con Corea del Sur tiene establecido un régimen especial. Sin dudas, la zona de libre comercio de ASEAN y China deberá tener influencia en las futuras decisiones conjuntas o unilaterales de cada uno de esos estados con sistemas capitalistas influidos fuertemente por el mundo financiero estadounidense en crisis.

Una de esas decisiones podría ser la relacionada con el futuro de unificación de las dos Coreas, obstaculizada permanentemente por EEUU. La unificación significa para los expertos uno de los posibles cambios más influyentes que ocurriría en Asia en los inicios del siglo XXI, al aliarse las fuerzas económicas y financieras concentradas del sur, con todo lo que pudiera aportar el desconcentrado norte, como es la fuerza de los valores humanos, la ideología de igualdad y las potencialidades tecnológicas y económicas portadoras por su bien preparada y disciplinada población, que conformaría un país coreano de cerca de 80 millones de habitantes con un alto PIB per cápita (de más de $24.000), un alto Índice de Desarrollo Humano (IDH) cercano al 0,850 y un destacado acceso al cosmos basado en el desarrollo nuclear con fines pacíficos.

Con el ascenso del político Yukio Hatoyama al gobierno de Japón, se reducen aún más las posibilidades de las fuerzas neocolonialistas occidentales para involucrar a Asia en las aventuras guerreristas contra el mundo musulmán, aún cuando las tradicionales agencias estadounidenses desestabilizadoras impulsen acciones subversivas y encubiertas dirigidas a tal fin, pues la historia asiática siempre ha revelado lo difícil que resulta enfrentar a poblaciones fronterizas, así como lo cercano y no contradictorio de las religiones de ese amplio continente donde cohabitan pacíficamente los islámicos, sintoístas, taoístas, cristianos, judaicos, zoroastristas, sijistas, hinduistas, budistas, entre otros.

Para Japón como nación, resulta imprescindible actuar de forma integradora con el sudeste asiático. Tres factores a considerar serían suficientes: su ubicación geográfica, el agotamiento del modelo de desarrollo capitalista y la crisis estructural por la que atraviesa EEUU y Europa, sus principales socios comerciales.

El cambio de percepción política de los japoneses reflejado en la conducta nacional e internacional del emperador Akihito desde inicios de la década del 90 y ahora, al elegir a Hatoyama, son solamente las aristas de la punta del iceberg de los trascendentales cambios que podrían producirse en el llamado “país del sol naciente” donde una nueva revolución, no precisamente del tipo Meiji, está reclamando la nación.

Si a todo ello se agrega el hecho de que China ha surgido como gran potencia sin adoptar una política agresiva, ni guerrerista, ni expoliadora de los más débiles, y mucho menos usurera, entonces la evaluación de las perspectivas de la zona de comercio creada entre los países de la ASEAN y China resultará muy positiva para esos países, pues entre todos hay la complementaridad necesaria para avanzar en el desarrollo integral y sustentable, sobre todo en aquellos países que así se lo propongan.

Los países del ALBA-TCP podría encontrar en esa zona del este asiático, oportunidades más que amenazas, para continuar eliminando las viejas estructuras neocoloniales que les impusieron los imperios y a las cuales se aferran en mantener los EEUU y las potencias europeas en Nuestra América.


(*) Internacionalista, politólogo y editor.

wongmaestre@gmail.com


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Ernesto Wong Maestre (*)


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