Colombia y la “Soberanía Grannacional”

El hermano pueblo Colombiano está condenado a ser parte de la historia antiunionista latinoamericana, no por su propia condición de pueblo, sino por los gobiernos que escoge o los que le ha tocado tener. No sólo fue Santander en la Cosiata, también es Uribe como actor fundamental del golpe contra La ALBA y contra UNASUR.

La creación de un modelo israelí en Latinoamérica, a través de Colombia y su exportación por parte del departamento de Estado de los Estados Unidos a Honduras, con base en la teoría fundamental de “divide y vencerás”, termina siendo la nefasta aplicación de la tecnología gringa de la gobernabilidad, según la cual, el imperio alimenta lo que él puede gobernar, y genera el conflicto entre los pueblos hermanos para garantizar la división de pueblos naturalmente hermanados.

En América Latina, ante estos ataques, que podríamos llamar “Plan Venezuela”, o “como atentar contra la constitución de una soberanía latinoamericana”, debe profundizarse la discusión sobre las soberanías nacionales, ya que éstas no existen ni podrán existir en América Latina mientras no comprendamos que una “Soberanía Grannacional” es la vía conductora para garantizar una verdadera soberanía; la soberanía de los pueblos.

Colombia tiene un desfachatado rol en nuestro continente, exportar y reproducir su modelo interno; el modelo de la “guerra civil continua”, que justifica la intervención permanente del imperio, a través de un “apoyo militar” traducido en bases militares, que son enclaves imperiales en territorio natural de los pueblos indoamericanos.

Convocar a una seria movilización de los pueblos en armas, e incrementar la eficiencia de los gobiernos revolucionarios en su gestión, para evitar las injerencias imperiales en Honduras y en el resto del continente a través de Colombia, es la única salida viable ante estas acciones, y ésta tiene su justificación en la “Soberanía Grannacional” que debe establecerse a través de los mecanismos de agrupamiento grancolombianos: La ALBA y UNASUR.

La autodeterminación de los pueblos latinoamericanos pone en peligro la hegemonía de un imperio en crisis, y “el juego del bueno y el malo” (en este caso “la mala”): Obama (el negro carismático) y Hillary Clinton (la mujer blanca oligarca), tiene una misión; reconstituir el orden del sistema capitalista a costa de lo que sea, pero con nuevas tecnologías de dominio; y los medios, el discurso y la imagen son sus herramientas. Ya el choque de civilizaciones de Samuel Huntington no basta para justificar las acciones vampiristas del imperio, ahora es la lucha contra “el terrorismo” y “el narcotráfico” la razón para intervenir, y el escenario ante los gobiernos con “soberanía grannacional” están creados para dar la estocada final del imperio; destruir lo único que atenta contra su permanencia: la dignidad y el despertar de los pueblos latinoamericanos.

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Nicmer N. Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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