El ejército del pueblo

Nuevamente se ha puesto en el tapete, en el transcurso de los últimos días, la posibilidad de una agresión bélica contra Venezuela Bolivariana desde la vecina república de Colombia. El desplazamiento obligado de la base militar norteamericana de Manta en territorio ecuatoriano y la hospitalaria acogida a sus componentes por el gobierno y la oligarquía colombiana, elemento que viene a reforzar notablemente la ya considerable ocupación gringa, han encendido la luz de alarma entre los países vecinos. La miserable moral del imperialismo avala y apuntala uno de los gobiernos más corrompidos e ilegales de la historia de América, con miras a convertir a ese país en su avanzada para la recuperación del espacio perdido en nuestro continente.

Repican otra vez los tambores de la guerra. ¿Pero será de nuevo una guerra de opereta? ¿Tendremos otra vez el mismo ridículo desenlace que en pasadas ocasiones? De todo corazón, ojalá que así sea. Ya que de darse finalmente una hipotética confrontación armada entre nuestros países, a buen seguro llevaremos la peor parte, dado la notable superioridad en cuanto a volumen de contingentes, equipamiento y varias décadas de experiencia en la guerra del ejército colombiano. Todo ello poderosamente incrementado por el apoyo norteamericano. El ejército colombiano está fuertemente preparado para la guerra porque la viene haciendo desde hace años, mientras nosotros fanfarroneamos irresponsablemente.

Lúcidos analistas dicen que los norteamericanos no necesitarían invadir a Venezuela en caso de que lo requirieran. Con bloquear nuestras costas tendrían. Para un país que importa prácticamente todo lo que se come, un bloqueo de sus costas representaría la derrota en cuestión de días. Por el otro lado la ofensiva terrestre del vecino, les permitiría con relativa rapidez ocupar las zonas estratégicas que en un principio le garantizaran el control de las fuentes de hidrocarburos, que a fin de cuentas es la razón principal del problema. Para eso ya tienen dispuesta a la V flota en el Caribe. Eso sí, tengamos por seguro que la voz no la dará el narco paraco de Álvaro Uribe, ni siquiera el mulato Barak Obama, la orden la dará el Departamento de Estado norteamericano, los preeminentes “lobbies” de la industria armamentista.

Por ahora podemos estar tranquilos a ese respecto. Para el imperialismo y sus lacayos la primera prioridad hoy por hoy es acabar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En función de ello, llevan ya un lustro en la ocupación progresiva y creciente de la hermana república. Resultaría absurdo pensar que los recientes ataques simultáneos contra Ecuador y Venezuela tengan por objetivo la guerra contra los dos vecinos al mismo tiempo. Mientras adentro tengan  la más antigua insurgencia armada del planeta.

Los ataques contra los gobiernos de Ecuador y Venezuela acusándolos de ser amigos, colaboradores de la FARC, son parte de una estrategia que busca aislar a ese movimiento revolucionario. Los camaradas dan muestra inequívoca de ser una insurgencia notablemente autónoma, que pasó de ser una montonera de guerrilleros a verdadero ejército insurgente, construido con el uso de los propios recursos  aportados por su pueblo, por la sociedad colombiana y muy escasos aportes del extranjero. Un objetivo estratégico vital para el imperialismo en este momento es mantenerlos aislados, que no haya los más elementales hilos de comunicación con los pueblos vecinos que se supone transitamos también un camino revolucionario, el camino bolivariano hacia el socialismo.

Los imperialistas conocen por experiencia propia que a parte de los avances políticos, culturales y diplomáticos e integracionistas a la hora de las chiquitas, la forma de vencerlos es con la guerra del pueblo, el ejército del pueblo. Y eso es lo que los tiene empeñados por los momentos, lograr que la insurgencia armada revolucionaria no tenga hilos comunicantes con los vecinos gobiernos y pueblos progresistas. Cuando se producen insólitas declaraciones,  provenientes de un alto funcionario de un gobierno revolucionario, como el ministro de Interior y Justicia de que  Venezuela no apoya a terroristas ni bandoleros para negar el apoyo a las FARC, están obteniendo excelentes resultados, lo están poniendo a hablar su idioma. Y nuestro alto funcionario impartiendo la más pésima escuela revolucionaria para el pueblo bolivariano.

Las luchas de los pueblos en los países bolivarianos es una sola y la conformación de los contingentes revolucionarios es un mosaico histórico que hay que construir con sus diferentes formas de lucha, complementándose y apoyándose. Es hoy por hoy al igual que ayer, una obligación ineludible si de verdad queremos transitar los caminos unitarios de la liberación nacional. Si de verdad se trata de proyectos históricos y no meramente personales, si aspiramos a transitar nuevamente de verdad verdad los senderos de la revolución continental.

Si la solidaridad revolucionaria nos compromete, asumamos el compromiso pase lo que pase. En la hermana república de Colombia un pueblo se levanta organizado con las armas en la mano contra la ancestral injusticia y ahora sufre la más brutal arremetida del imperialismo, como Vietnam, como Cuba, como Nicaragua, como Chile, como Haití. Y esa arremetida va dirigida también  a los pueblos de Venezuela y Ecuador, levantemos entonces las banderas de la solidaridad bolivariana con vigor revolucionario.

Solidaridad con la insurgencia revolucionaria colombiana.

mundoiribarren@gmail.com


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Edmundo Iribarren


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