El cerco revolucionario no es imaginario

El cerco es, hoy, mas real. EEUU debe frenar el principio de esta gran obra que empiezan con las revoluciones, el desarrollo económico y social son la libertad y la voluntad del hombre. Sus instrumentos para los imperios son subversivos, que bajo las formas más diversas tienen por contenido común la conciencia y la intencionalidad, opuestas a la fatalidad del capitalismo.

Marx declaro: “Hasta ahora las sociedades humanas han sido únicamente gobernadas por la fatalidad, por el ciego movimiento de las fuerzas económicas. Las instituciones, las ideas, no han sido el resultado de hombres libres. Todavía nos hallamos en la prehistoria. La historia humana solo empezara de veras cuando el hombre, escapando a la tiranía de las fuerzas inconscientes, gobierne la producción con su razón y su voluntad”.

Desde 1945 la teoría de la planificación ha hecho grandes progresos, su practica no ha avanzado al mismo ritmo porque a nuestros profesionales se les inculco el escepticismo a la aventura calculada y a ser mas consecuente consigo mismo. La mayoría de los entendidos manifiestan que bastaría racionalizar la organización gubernamental para lograr un progreso espectacular de la planificación.

Para ganar mas libertad hay que bajar a los sótanos de las estructuras y cambiar completamente todo. No se puede pedir más libertad y más planificación desde la logomaquia electoral. Con una planificación ágil y concertada, podemos convertirnos en verdaderos revolucionarios con solo ser más conscientes.

La aceleración de los niveles de vida pone de manifiesto el retraso de los equipos colectivos, de los que depende cada vez más el bienestar, y la calidad de la existencia en relación con los consumos individuales porque en el sistema capitalista, el mercado, útil revelador de una amplia gama de necesidades, no expresa las que habría que satisfacer con prioridad para organizar una sociedad mas habitable, por los monopolios de la investigación en materia de la electrónica o de la industria pesada alcanzan una envergadura tal, que nuestras empresas solo pueden colaborar con ellas.

Hace mucho tiempo el capitalismo impuso que la buena administración influye en el grado de crecimiento anual de la economía, constituye una medida mundialmente empleada. “La necesidad de mantenerse por encima del 4% de crecimiento anual se ha convertido en un imperativo político, según el nos califican, y esa calificación tiene el don de la sencillez y una inédita ventaja con los organismos crediticios en el universo político. Menos del 4% es fracaso, mas allá del 4% es un éxito.

Los norteamericanos saben, que no puede haber expansión duradera sin estabilidad. Ellos después de cualquier guerra devalúan al dólar o provocan crisis financieras, desde la época de Bush sabían que el crecimiento sostenido superior al 7% de India, China, Brasil, Venezuela, Rusia, Irán y otros países es un peligro para la seguridad nacional de los EEUU, especialmente China, con los repuntes económicos de venezolanos y rusos, para el alicaído sistema norteamericano representaba un serio contratiempo por el desbordamiento de dólares que no encontraban empleo en los EEUU, y que eran orientados para otros gobiernos con necesidades bélicas o sociales sin mas tramite que un acuerdo bilateral. Eso no lo podían permitir.

Para los hombres de negocios norteamericanos el libre mercado se ha convertido en una toma de poder en naciones del sur, en donde las inversiones del FMI en diamantes, oro, petróleo, gas, minerales, requerían el empleo de grandes corporaciones de trasnacionales cuya participación es del 10% de la participación bruta de todo lo explotado, según el departamento de comercio de Washington, antes de ser silenciado.

En ese mismo contexto, la inflación quebranta los equilibrios fundamentales de los precios, del comercio exterior y de la inversión. Y aun cuando haya nuevos criterios, estos siempre engloban los antiguos, condenando al estancamiento, el mismo camino, el orden eterno de cosas que el capitalismo funda su doctrina, es en si, un cerco económico y nosotros no escapamos a ella.

La economía globalizada impone una revisión tanto a los gobiernos capitalistas como socialistas. Obliga a estudiar los engranajes de la producción y sus capitales al interior de los países en el caso de los socialistas. A las naciones capitalistas entrar en una dinámica de presión militar, de la cual basan su visión del mundo. Pero los dos deben reconocer que un crecimiento rápido y duradero es el punto de partida de toda política interior y exterior. Para los países subdesarrollados es un cerco. No es, un fin en si, como todo lo obtenido abusivamente, la expansión monetaria o la estabilización, la religión del crecimiento conduce al olvido de la gente y sus necesidades.

Pero existe otro cerco histórico en la misma izquierda: Este mito separa a los partidos comunistas, los más “puros” del resto de la izquierda considerada menos “puros”. El socialismo es vivido y sentido como un comunismo azucarado, esta definición de siglos ha impedido que las revoluciones no comunistas no estén muy seguras de si mismas.

Mito revolucionario que tira de un extremo y las necesidades del otro. El lenguaje se desdobla y se confunde, de esa manera el pueblo se ve zarandeado entre la tesis y la hipótesis. La tesis, por todas las revoluciones practicadas: socializar la producción, de pronto entramos en la gestión reformadora y salimos de ella; mientras tanto, nacionalizamos bancos, petróleo, siderúrgicas, astilleros, la industria, se torna urgentísima para la legislatura mas y mas leyes, originando confusión entre los objetivos y los medios.

Involuntaria duplicidad por sobre la propia legitimidad, contribuye a reducir la fuerza del proceso retrasando los objetivos propuestos ante la hipótesis que, es preferible no hacer nada, para no romper los resortes mismos de la economía. Producen un desgaste progresivo de las ideas porque no sabemos cómo enfrentar las revoluciones pacificas. En las revoluciones armadas, destruías el otro sistema e imponías el nuevo, en los procesos pacíficos hay que lidiar con la oposición, hay que modelar las estructuras políticas modificando sus actitudes ante los problemas.

Una gran parte del proceso se ha debilitado por la oposición excesivamente prolongada, al estar diariamente gastando energía revolucionaria con la oligarquía, nos sentimos tentados a conservar los mismos análisis y a vivir una experiencia que ya debería haber quedado atrás.

Nos olvidamos que, la apertura al socialismo significa entrar nuevamente al circuito de las responsabilidades humanas. No solo se trata de librar batallas electorales para decir que hay participación popular. Sin soberanía popular están tentados a una peligrosa orientación, deslizarse fuera de la revolución hacia la traición.

rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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