Honduras. Torpe ejemplo a considerar

Cometeríamos un peligroso error no aceptar que, lo que se busca con el golpe al compañero Zelaya es terminar con la secuencia que se viene dando en Sudamérica, con las naciones del Alba primordialmente, en donde se le consulta al pueblo el camino a seguir.

Típico y torpe golpe de estado, asunto oscuro y técnico reservado a los especialistas de la CIA y del pentágono, en donde ellos dicen si, pero Obama dice no… por la arremetida valerosa, leal, valiente, del camarada Chávez y de los demás hermanos presidentes de las naciones que aglutina el ALBA. A ellos se debe el pronto accionar del grupo de Rió, la OEA y la ONU para aislar a Micheletti, a la oligarquía y burguesía militar hondureña.

Coyuntura más o menos pasajera, ya que los hondureños deben recordar lo ocurrido en Venezuela del 11 al 13 de abril del 2002 en donde el pueblo venezolano salio a las calles para exigir el regreso del presidente Chávez, ejemplo que debe servir a la masa hondureña para recuperar el mandato desde el jueves, día que Zelaya anuncia el regreso para devolverles la oportunidad de que, otro sistema social en igualdad de oportunidades, si es posible.

En el mundo capitalista, la seguridad nacional, la defensa de los Estados Unidos y sus 40 aliados, son en realidad el desarrollo económico y científico del cual depende su sistema.

En ocasiones nos cuesta comprenderlo, ya que tenemos opiniones un poco estereotipadas, consistentes en calcular la seguridad de todos en términos puramente de desarrollo democrático y no es así, el poderío militar estadounidense y su seguridad nacional son sinónimos militares de democracia con fuerza militar.

Una de las más grandes locuras norteamericanas, ha consistido en gastar siempre mas dinero en medios para hacer la guerra que en medios para evitarla. Hasta ahora, ese cálculo les ha conducido a sus 4 crisis económicas de importancia y a la derrota política del imperialismo norteamericano en estos últimos 10 años.

Venezuela inicio la disminución de la capacidad de Washington de servir de cuna del imperialismo, sumados los fracasos militares en Irak y Afganistán, abrió una nueva etapa en la crisis del sistema imperialista mundial. Las heroicas masas iraquíes, afganas y venezolanas, aunque incapaces por si solas de infligirle una derrota decisiva al ejército estadounidense, durante un largo periodo de tiempo se demostraron capaces de enfrentar la ultima tecnología de la que hace gala el cobarde invasor. La obstinada resistencia de esos pueblos destruyó la perspectiva de victorias fáciles con las que se ilusionaba la casa blanca. También mermó la moral de sus fuerzas militares y fortaleció el enorme sentimiento antibélico en el mundo.

Así, la misma torpeza de la política sostenida por los gobiernos norteamericanos, especialmente el de Bush, se convirtió en el aliado más poderoso de la revolución bolivariana en América Latina. Estos cambios provocaron la reestructuración del imperialismo con las naciones latinas desde la administración Obama, hasta la estupidez de los golpistas hondureños.

El golpe de Honduras sirve de laboratorio, pues, nos permite y les permite considerar que, la organización de una nueva sociedad no debe todavía confundirse con respeto a la libertad. Verdadera amenaza para la revolución, ubicada precisamente en la debilidad de la dirección. La revolución solo puede sobrevivir y desarrollarse si el proceso no interrumpe su progreso.

De triunfar el golpe se establecería un mal precedente estratégico, afectaría la alianza con el ALBA, afectaría nuestra capacidad ideológica y nuestra actitud para transformar las ideas en realidades en base a la integración con más pueblos porque cedemos ante el empuje exterior de la nueva administración Obama. Presidente que juega al si y al no con nuestras estructuras políticas y mentales de nuestra revolución.

Experiencia hondureña, nos enseña la fragilidad revolucionaria con respecto a los congresos nacionales y grupos militares en cada uno de nuestros países; no podemos seguir con medias tintas con la oligarquía y la oposición, la banca y los monopolios, los medios y la burguesía militar y publica, que azotan nuestros procesos.

Si la aventura revolucionaria que lleva tantos peligros como promesas, continua allí, sin el control dimanante de la presencia, la experiencia y la rivalidad de una potencia, igual se multiplicaría los riesgos de error y de prevención. El detentador hondureño, haría inevitablemente de nuestros procesos una especie de deber, y su propio éxito indicaría en sentido único y obligatorio, el que habrán de seguirle todos. No es exagerado decir que Sudamérica tiene en sus manos algo más que su propio destino.

Por ultimo, dejemos la hipocresía, en todos los países en revolución, los militares continúan siendo una burguesía aliada con el poder político o económico local y extranjero, hacen del esfuerzo intenso y coordinado, una constante para desestabilizar los procesos de cambio.

Lo de Honduras no es un caso aislado, ninguno de nosotros podría garantizar nuestras revoluciones contra catástrofes de ese tipo, mas aun, si Zelaya no regresa al poder político. Hay que sembrar un precedente definitivo contra desestabilizaciones que serán inevitables y querrán arrasar con 10 años de experiencia democrática proletaria.

Sin embargo, el debilitamiento del imperialismo político, no es un debilitamiento de la capacidad capitalista de aplastar las revoluciones y tampoco refleja un debilitamiento militar en la región. La salida de la base de Manta no afecta en nada la capacidad del plan Colombia con el hombre de Obama, Santos, definida con la llegada de Uribe a Washington, para que definitivamente ceda el paso libre al ex ministro de la defensa colombiano a la presidencia de ese país.



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Raul Crespo


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