Fidel: el reciente mensaje y la Fe en el pueblo de Cuba

El reciente mensaje de Fidel aparecido hoy en la prensa está dirigido a sus queridos compatriotas. La noticia nos impacta y sorprende, aunque como afirma Fidel siempre se ha preocupado, con respecto al pueblo, por “prepararlo para mi ausencia, sicológica y políticamente, era mi primera obligación después de tantos años de lucha”. “Mi deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento. Es lo que puedo ofrecer.” Continúa diciendo Fidel: “A mis entrañables compatriotas, les comunico que no aspiraré ni aceptaré –repito- no aspiraré ni aceptaré el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”…”Traicionaría por tanto mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. Lo explico sin dramatismo”…”Deseo sólo combatir como un soldado de ideas”.

En esas líneas se expresa lo esencial del mensaje. A un pueblo revolucionario y fidelista como el cubano no le es fácil asumir la noticia, a pesar de los esfuerzos realizados por Fidel para la preparación en el terreno político e ideológico, llegando a postular que ante condiciones extremas para el país cada cubano debía sentirse y comportarse como si él mismo en lo individual fuese la Revolución. Pero mirando las cosas en su real sentido y teniendo como fundamento la enorme confianza que tiene el pueblo en Fidel y en Raúl, se puede afirmar que sigue en buenas manos la bandera y que el pueblo está preparado para todo en defensa de la Revolución.

Es conveniente, pues, que en esta ocasión analicemos un aspecto fundamental de las ideas que han sostenido las luchas de Fidel y su pueblo.


LA FE EN EL PUEBLO (1952-1958)

En la historia de la humanidad han existido muchos grandes hombres que son recordados por sus hazañas, por liderar a grandes ejércitos en la consecución de victorias que los enaltecieron ante sus compatriotas, y como tales han alcanzado fama y gloria. Muchos de ellos, sin embargo, sólo fueron, en última instancia, caudillos de sus ejércitos, de sus bandos de seguidores. Han sido menos los líderes capaces de arrastrar tras de sí a todo un pueblo, y lograr que éste se identifique plenamente con su manera de pensar y actuar, debido a que han sabido interpretar acertadamente las aspiraciones de sus pueblos. Fidel Castro forma parte de estos líderes excepcionales. De éstos que según José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, son verdaderos defensores de su patria, pues han hecho lo que debían, es decir, “preparar un pueblo para defenderse, y para vivir con honor”. Este es el mejor modo de defenderlo. El visionario cubano estaba convencido de que: “Sólo una fuerza necesita el pueblo: no desconfiar de su fuerza. Y para que sea más eficaz, no ha de emplearla con abuso, envanecerse de ella; sino acumular tal suma de derecho que su simple aparición eche rodando al enemigo”, ya que “Un pueblo debe ser columna de virtud, y si no está bien hecho de ella, o no la tiene en su masa en cantidad principal, se desmigaja, como un hombre que pierde la fe en la vida, o como un madero roído.”


En su proclama al pueblo cubano, titulado “¡Revolución no, zarpazo!”, a sólo cuatro días del golpe de Estado propinado por Batista el 10 de mayo de 1952, Fidel acusó en forma directa al dictador, y le manifestó:

”Su asalto al poder carece de principios que lo legitime; ríase si quiere, pero los principios son a la larga más poderosos que los cañones. De principios se forman y alimentan los pueblos, con principios se alimentan en la pelea, por los principios mueren”.

“Cubanos: Hay tirano otra vez. Pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras. Hay opresión en la Patria, pero habrá algún día otra vez libertad. Yo invito a los cubanos de valor (…); la hora es de sacrificio y de lucha, si se pierde la vida nada se pierde”.

Esa fe de Fidel en el pueblo, le llevó a organizar la lucha armada contra la tiranía y al Asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. En el juicio en el que se le juzgó por su supremo acto de rebeldía, quedó de manifiesto cuanto valoraba Fidel el papel del pueblo en la revolución que predicaba.

Cuando el fiscal le preguntó con quien contaba para llevar adelante su plan; si era que contaba con algún personero del antiguo gobierno de Prio, por ejemplo, Fidel le respondió que sólo contaba con el propio esfuerzo de sus compañeros y con el pueblo. El Fiscal se sonrió con sorna al igual que los magistrados ante una afirmación supuestamente irreal e ingenua. “¿Con el pueblo?, explíquese”, exclamó el Fiscal.

―Si, con el pueblo, respondió rotundo Fidel― yo creo en el pueblo. El pueblo habría respondido firmemente si llegamos a ponernos en contacto con él.”

En un momento de su alegato de defensa titulado “La Historia me absolverá”, describió los gestos de desinterés y desprendimiento de sus compañeros, que aportaron casi todos los bienes personales para poder financiar los preparativos del movimiento revolucionario.

Al respecto afirmó: “Hace falta tener una fe muy grande en su patria para proceder así…”

Por eso en la “Historia me absolverá”, Fidel definió y profundizó en su concepto de pueblo, sujeto histórico que debía ser reivindicado por el proceso revolucionario en marcha.

Y en ese momento era como si repitiera juicios de Martí en situaciones semejantes en el siglo anterior: “Tengo fe absoluta en mi pueblo, y mejor mientras más pobre”.

“El amor de la patria es en mi ardiente amor de la justicia y el bienestar del hombre, y el arte de adelantar su derecho sin lucha violenta e innecesaria contra cuanto se le opone”.

Y añadía Martí: “No hay tirano que afronte a un pueblo en pie”.

Fue su consecuente fe en el pueblo, lo que lo mantuvo rebelde mientras cumplía su condena por el asalto al Cuartel Moncada, lo que lo llevó al exilio para continuar preparando la lucha contra la dictadura, lo que lo impulsó a salir en una noche tormentosa, al frente de 82 expedicionarios, en el yate Granma para proseguir la contienda insurreccional en la Sierra Maestra, lo que lo inspiró a exclamar en presencia de Raúl y un puñado de sobrevivientes, con sólo 7 armas: “ahora sí ganamos la guerra.”

Este sentimiento de fe en el pueblo lo expresó en forma emotiva a Frank País, en carta desde la Sierra Maestra de fecha 21 de julio de 1957, con motivo de la caída en combate de su hermano Josué País y otros revolucionarios. Decía Fidel:

“Ellos han lavado con su sangre los pecados de la generaciones que nos han precedido y el deber primordial de los que sigan la lucha, será el cuidar con todas las fuerzas de que esa sangre derramada, esas lágrimas de madres, ese sacrificio del pueblo que nos ayuda no sea inútil; que otra vez no se decepcione a este pueblo excepcional, que otra vez no se falsee ni se ultraje la memoria de los nuestros, que nadie se aparte de la senda donde ellos cayeron, ni dé las espaldas a la ruta que conduce a la felicidad que bien se merece este pueblo sufrido, que es en fin de cuanta por lo que luchamos.”



FIDEL: LA FE EN EL PUEBLO (1959- )

Fue al pueblo al que recurrió Fidel el mismo día del derrumbe estrepitoso de la tiranía, para conjurar los planes de la oligarquía y del gobierno yanqui con el fin de escamotear el triunfo de la Revolución. Su apelación al pueblo de llevar a cabo la huelga nacional revolucionaria y sus indicaciones para la toma del poder por la Revolución, hizo de ese pueblo el protagonista colectivo del Triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.

En su discurso en Santiago de Cuba el primero de enero de 1959 dijo:

Nadie puede pensar que hablo demagógicamente, nadie puede pensar que quiero engañar al pueblo; he demostrado suficientemente mi fe en el pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba y la gente decía que nosotros estábamos locos y nos preguntaban que por qué pensábamos ganar la guerra, yo dije: "porque tenemos al pueblo" (APLAUSOS). Y cuando fuimos derrotados la primera vez, y quedamos un puñado de hombres y persistimos en la lucha, sabíamos que esta sería una realidad, porque creíamos en el pueblo; cuando nos dispersaron cinco veces en el término de 45 días, y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque teníamos fe en el pueblo, y hoy es la más palpable demostración de que aquella fe era fundamentada (APLAUSOS).

Tengo la satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles inculcado esa fe a mis compañeros; esa fe que más que una fe es una seguridad completa en nuestros hombres. Y esa misma fe que nosotros tenemos en ustedes, es la fe que nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre”.

A partir de entonces, Fidel ―pueblo y revolución― se identificaron como una misma cosa. Al respecto afirmó Fidel: “Cuando el pueblo mismo es la Revolución, cuando el pueblo es quien defiende decididamente la Revolución, tengan la completa seguridad de que no hace falta ninguna violencia, ninguna injusticia para defenderla.”

Sobre las cualidades de un líder revolucionario ha dicho: “Pienso que hace falta una gran dosis de convicción; yo creo que hace falta también una gran confianza en el pueblo […], identificación con lo que está haciendo y con el pueblo […], hay que tener un gran respeto por el pueblo, no ver al pueblo como instrumento, sino al pueblo como un actor, verdaderamente como el protagonista, el objeto y el héroe de esta lucha”.

Son estas convicciones los que han guiado los actos y acontecimientos que ha protagonizado Fidel durante los años de la Revolución.

En el primer año de la Revolución, 1959, el traidor Hubert Matos pretendió sembrar la división en las filas revolucionarias y desde su posición de Jefe del Regimiento de Camagüey, chantajear a la Revolución.

Fidel ordenó a Camilo establecer el orden e inmediatamente se trasladó a Camagüey, y al frente de un mar de pueblo, sin usar cañones ni tanques, ocupó el Cuartel sin ninguna confrontación cruenta. Fue elestreno de una nueva estrategia en el ámbito nacional e internacional ante un intento de sedición de un mando cuartelario.

En 1961 el imperialismo norteamericano organizó, financió, pertrechó y apoyó la invasión por Bahía de Cochinos. Fidel confió una vez más en la capacidad de resistencia del pueblo y en su decisión de morir por la causa e ideales de la Revolución. Fue entonces que proclamó el carácter socialista de la Revolución, que fue asumido por el pueblo, y la movilización armada de todo el pueblo de un cabo al otro del país, infligió una derrota humillante en menos de 72 horas al plan norteamericano. Fue la primera derrota del imperialismo en América.

Otro tanto pasó al año siguiente, 1962, durante las crisis de Octubre. El pueblo entero, al frente de su líder y su Revolución, desafío el posible holocausto nuclear con el que se amenazaba al país.

Años más tarde, el gobierno de Reagan empezó sus planes para invadir el país con cualquier pretexto. Fidel, confiando en la imbatible fuerza del pueblo, desarrolló y puso en práctica la estrategia de la guerra de todo el pueblo. Con ello la Revolución se convertía en prácticamente inexpugnable.

Cuando en los años noventa se produjo el desplome estrepitoso de la Unión Soviética y del campo socialista, nuevamente Fidel apeló al pueblo para resistir y seguir adelante sin arriar las banderas del socialismo. Cuando un día la imparcial historia haga una valoración de la demostración de sacrificio y heroísmo de un pueblo en las condiciones más extremas, la experiencia vivida por el pueblo cubano durante los años duros del período especial, en medio de la arremetida desenfrenada de Estados Unidos, merecerá un monumento por su carácter de excepcionalidad en el mundo contemporáneo. Ni Fidel ni la Revolución le fallaron al pueblo, ni el pueblo le falló a la Revolución y a Fidel en esos años de vida o muerte para la nación.

En esos mismos años, cuando ocurrieron los incidentes del 5 de Agosto, con desórdenes callejeros alentados por las emisoras y agentes del imperio, Fidel no recurrió a tanques, ni a tropas con armas, escudos y escafandras. Simplemente indicó que él iría desarmando con el pueblo hacia el sitio de la ciudad de la Habana donde ocurrían los incidentes. Y hacia allí se dirigió con su pueblo, firme y sereno, para conjurar una vez más los planes del enemigo. ¿Cuándo algún gobernante en este mundo han hecho tal cosa? Se ponía a prueba una vez más la fe en el pueblo y la convicción de que la acción del pueblo hace invencible a la revolución.

Sus ideas patentizan esta realidad: “No hay pueblo que pueda ser derrotado, no importa qué poderoso sea el enemigo ni cuanta tecnología ni cuantos inventos tenga, porque lo que no se ha inventado nunca, ni se inventará, es la forma de dominar a un pueblo rebelde, a un pueblo decidido a luchar y a morir por los valores que considere más sagrados. Ese pueblo somos nosotros hoy”. “El pueblo, la revolución y la vida de cada uno de nosotros son inseparables.”

Sobre la valoración que tiene el pueblo sobre él como dirigente, ha expresado: “Yo creo que el sentimiento del pueblo es un sentimiento de familiaridad, de confianza y de respeto, es decir, de una relación muy cercana, muy estrecha…”

“La impresión que yo tengo es la de una relación familiar” […] Hay confianza, familiaridad y respeto. Creo que el elemento de confianza se basa entre otras cosas en que nunca se le ha mentido al pueblo.”

En fin, durante todo este largo período de la historia de Cuba, la figura de Fidel ha estado presente como el artífice mayor junto al pueblo de sus luchas por alcanzar y afirmar la victoria. Pueblo y Fidel se han identificado en aspiraciones, sueños, esfuerzos, batallas y realizaciones, quizás como pocas veces esto ha ocurrido antes en un proceso revolucionario verdadero.

Y se puede concluir la esencia de este asunto, con las ideas de Martí, quien genialmente expresara:

“En un pueblo, hay que tener las manos en el corazón del pueblo. Es mas necesario y justo acercarse a los que han nacido en él, y lo aman, que a los que no han nacido en él, y no lo aman.”

“Respetar a un pueblo que nos ama y esperan de nosotros, es la mayor grandeza.”

“Es hermoso ver a todo un pueblo agrupado alrededor de un hombre.”

Así vemos al pueblo de Cuba alrededor de Fidel, como una imagen única y hermosa de nuestra gloriosa historia. Así ha sido durante todos estos años y así seguirá siendo ocupe o no los máximos cargos estatales en el país, pues como dijera el Che en su carta de despedida a Fidel, esos lazos no se podrán romper jamás como los nombramientos.


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Wilkie Delgado Correa


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