Uribe: un embaucador compulsivo

Como se recordará, uno de los inamovibles del presidente colombiano Uribe Vélez para el acuerdo humanitario era el despeje de los Municipios Florida y Pradera. En eso el presidente colombiano mantenía una posición irrenunciable y a nuestro modo de ver se trataba de una evidente traba, quizás la de mayor envergadura que colocaba a la guerrilla en una muy difícil encrucijada para decidir cómo hacer realidad un canje sin tener garantías para la seguridad de sus efectivos una vez ella haga entrega de los secuestrados bajo su control y reciba efectivas pruebas de que lo propio ha hecho el gobierno con los guerrilleros presos en la cárceles colombianas.

Este fin de semana los cables internacionales nos trajeron la información de que el propio presidente Uribe anunció que su gobierno se disponía autorizar una (cito): “zona de encuentro de unos 150 kilómetros cuadrados, en cualquier área rural del país, sin policías o militares que haya que retirar y, a ser posible, sin población civil o con muy poca población”, para el canje humanitario, con lo cual queda claro que la propuesta de la guerrilla sobre ese particular aspecto, pareciera haber encontrado una respuesta positiva.

Solamente basta que el Secretariado de FARC responda a esta decisión de Uribe para saber si estamos en lo cierto y simplemente de lo que se trata es que estamos ante un mero cambio de estrategia verbal. Suena sumamente extraño que en un país en guerra por más de 50 años puedan existir espacios, como el contemplado por Uribe, que no esté bajo la vigilancia y el control del gobierno nacional, el que, por cierto, nada despreciable es, si observamos que Islas Marshall, país tutelado por los Estados Unidos y quien le sirve de pantalla para oponerse a una ONU que todos los años condena el bloqueo a Cuba por una mayoría abrumadora contra tres votos solamente, tiene 181 kilómetros, o Monserrat, con 102 kilómetros, o Mónaco, con 1,95 kilómetros o el Vaticano, con 0,44 kilómetros.

De ser cierto lo anunciado por Uribe de que su gobierno está abierto a disponer (ojo…! no despejar) de una espacio de 150 kilómetros cuadrados, queda bien claro para cualquier observador que su equivocada decisión de apartar del modo en que lo hizo al presidente Chávez y al senadora Piedad Córdoba de la mediación para el acuerdo humanitario, le generó el mayor desastre a su popularidad interna y ante ello no le quedó otra opción que recurrir con urgencia a disfrazar la llamada “zona de despeje” con “zona de encuentro”.

Si duda, en eso de engañar, no hay quien le gane a este presidente con antecedentes bien oscuros en relación a las mafias del narcoparamilitarismo que de manera abierta controlan desde que él asumió el cargo, los espacios del poder real en el vecino país. Ojalá y esta vez su propuesta no solamente satisfaga una de las exigencias de la FARC, sino que la mantenga y no opte por cambiar de opinión a último minuto.


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Iván Oliver Rugeles


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