La madre de todos los mitos

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

México está entrando en una espiral decreciente envuelto en la más perversa confabulación destructiva. La viabilidad del país como nación libre y soberana es minada por el manejo irresponsable de los asuntos públicos, por parte de quien tiene como principal obligación el velar por su seguridad, por lo menos en tanto se pretende exhibir como un gobierno legalmente electo. No podría ser diferente; sería iluso suponer que quien carece de la más mínima noción ética, como quedó de manifiesto en todo el proceso electoral y en su fraudulenta conclusión, pueda convertirse en una santa paloma en el ejercicio de gobierno.

Hay un perverso paralelismo entre las maneras de gobernar entre el espurio Calderón y el también espurio Bush. Hay que recordar y caracterizar el significado del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York respecto de la forma de gobernar. Antes del siniestro, el cuestionado gobernante yanqui flotaba en las aguas de la ilegitimidad incapacitado para la conducción del país más poderoso de la historia. Fuese auténtico o autoprovocado, el atentado ofreció a Bush y a su camarilla de neoconservadores fundamentalistas la oportunidad para imponer un estilo fascista de gobierno, basado en el terror. A partir de entonces se contó con el argumento que permitió dinamitar sin riego las bases de convivencia de la sociedad estaounidense, con severas reducciones al sistema de garantías individuales, base de su fortaleza política; se justificaron con argumentos falaces los afanes militaristas demandados por su corrupto aparato industrial bélico y petrolero. Si fue real o fue ficticio es lo de menos, lo significativo es el resultado; por el beneficio resultante para los intereses del gran capital, se antoja pensar que alguien, diferente al tal Bin Laden, lo diseñó.

El régimen espurio mexicano, contando con la asesoría electoral y de gobierno de los especialistas del terrorismo de estado made in usa, aplicó la tecnología del caso desde la campaña sucia, cuya característica esencial fue la de infundir el terror entre el electorado con verdaderos atentados a la verdad y a la ética; aprovechó el pretexto de la incontenible violencia desatada por el narcotráfico para sacar al ejército a las calles y, con ello, apuntalar el régimen sobre la base del terror. Las libertades ciudadanas se ven afectadas entre retenes militares y riesgos reales de cateos sin órdenes judiciales; los luchadores sociales son encarcelados o desaparecidos por la criminalización de la protesta, Oaxaca es muestra objetiva; se propala una legislación de seguridad, similar a la ley Patriota gringa, que penaliza el ejercicio del derecho a la disidencia, similar también a la recientemente aprobada en Argentina, que obedece al mismo patrón.

Para completar el cuadro del terror se provocan, o se aprovechan, atentados dinamiteros a las instalaciones petroleras adjudicadas por el Ejército Popular Revolucionario (EPR) para exigir la libertad y la presentación con vida de dos de sus miembros, supuestamente capturados en Oaxaca en torno a la movilización de la APPO. No parece muy verosímil que un grupo guerrillero reclame la libertad de sus compañeros con atentados y con la amenaza de incrementarlos; lo lógico sería que para el efecto tomaran rehenes o aplicaran medidas de coerción objetiva, mas no amenazas.

El mismo carácter tiene la sistemática amenaza que Calderón lanza a los habitantes de la Ciudad de México, denunciando un grave peligro de inundación producto de la desatención del gobierno capitalino, pretendiendo colocarse como el salvador, contando para ello con la confabulación dramática de los noticieros y los levantacejas de la TV. Igual sucede en la economía, que se intenta manejar a base de amenazas de quiebra nacional si no se atienden sus propuestas de carácter fiscal y de entrega de los recursos naturales al inversionista privado extranjero. De crear zozobra se trata.

La desgracia es que esta política de terror está verdaderamente minando las bases constitutivas de la sociedad. Una parte de la gente compra acríticamente la información dolosa y otra la pone en duda. El resultado es el mismo: angustia. Ha sido ésta la manera distintiva de gobierno de las tiranías y por este camino nos quieren llevar. El riesgo es que el país se nos desmorone entre las manos.

Valga la reflexión para insistir en el llamado a la racionalidad entre quienes soñamos con un México libre y democrático, un país en que reine la justicia. El momento es crítico y no da para juegos de divisionismo entre la izquierda progresista.

Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx




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Gerardo Fernández Casanova


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