La historia se repite. Ayer dia de la lealtad peronista; el 17 de octubre es el aniversario del nacimiento del peronismo como movimiento de masas. >Hace 80 años, en 1945 fue cuando una multitud inmensa se congregó en Buenos Aires para pedir la libertad de Juan Domingo Peron el ministro del trabajo que la junta de gobierno de entonces había destituido y encarcelado. Su esposa Evita arengó a las masas de trabajadores a los que Perón había favorecido como Ministro del Trabajo. Luego cuando Peron fue candidato a la presidencia el Embajador de Estados Unidos un tal Braden intervino tn activamente en la campaña electoral que surgió el lema de Campaña: Braden o Perón. Es desde esa época que las masas argentinas escogieron a Peron.
Bessent ha sido hasta ahora su carta principal.
La intervención del alto funcionario norteamericano no fue oculta, sino que ha sido pública, ciertamente impúdica, y en situaciones normales se juzgaría como intervencionismo de una potencia extranjera en la política interna de otro país. Lo paradójico ha sido que no fue una intervención impuesta o forzada, sino solicitada por el mismo presidente Milei.
Si el gobierno de Milei no tiene candidatos más fuertes que el ministro de Economía de una potencia extranjera y, si al mismo tiempo, la principal dirigente de la oposición Cristina Kishner fue encarcelada, son datos muy fuertes que al cruzarlos inducen a pensar que la expresidenta fue proscripta porque sus adversarios son incapaces de generar un liderazgo similar y tienen que recurrir a una potencia extranjera que cobrará cara su intervención.
La intervención de Bessent puso en evidencia la falta de propuestas del oficialismo que, de esta manera, lo único que se le ocurrió fue ofrecer una dependencia de Washington ruinosa en lo material e indigna en lo moral. La dependencia del gobierno con Washington es evidente porque es el único recurso que tiene en política y en la economía.
Los últimos diez días mostraron a un gobierno tan desesperado que
El Embajador Bessent ha sido hasta ahora su carta principal.
La intervención del alto funcionario norteamericano no fue oculta, sino que ha sido pública, ciertamente impúdica, y en situaciones normales se juzgaría como intervencionismo de una potencia en la política interna de otro país. Lo paradójico ha sido que no fue una intervención impuesta o forzada, sino solicitada por el mismo presidente Milei.
Si el gobierno de Milei no tiene candidatos más fuertes que el ministro de Economía de una potencia extranjera y, si al mismo tiempo, la principal dirigente de la oposición fue encarcelada, son datos muy fuertes que al cruzarlos revelan que la expresidenta fue proscripta porque sus adversarios son incapaces de generar un liderazgo similar y tienen que recurrir a una potencia extranjera que cobrará por su intervención.
La intervención del Embajador norteamericano Barry Bessent puso en evidencia la falta de propuestas propias del gobierno de Javier Milei que, de esta manera, lo único que se le ocurrió fue ofrecer una dependencia total de Washington una propuesta ruinosa en lo material e indigna en lo moral.
La dependencia subalterna del gobierno de Milei con Washington es evidente porque es el único recurso que tiene en política y en la economía.
Son los últimos diez días mostraron a un gobierno prepotente desesperado porque llega el momento de rendición de cuentas ante el electoradopor lo menos para el poder legislativo y si Milei no cambia rumbo político es probable que termine como de la rua escapando de la Casa Rosada en helicóptero por temor al furor del pueblo