Investigando bajo el impulso de los acontecimientos, uno se va enterando de hechos y cosas que desconocía completamente o que quedan ocultos por la maraña de los años. Así pensando en la posibilidad de una derrota de los judíos después de su ataque a Irán, nos enteramos que en el año 70 d.C., las legiones romanas destruyeron Jerusalén y el Segundo Templo, aplastando una revuelta judía, cuando el emperador Nerón envió las legiones, luego Vespasiano envía a su hijo Tito quien acaba la revuelta y destruye un templo que los judíos tenían allí en Jerusalén.
Fue una derrota total, no solo militar, sino espiritual y simbólica ya que marcó el inicio de la diáspora y del judío errante que se mantuvo por siglos. Algo así por cierto ansia Trump cuando quiere que Irán se rinda y acepte a ese nuevo emperador que es él como gobernante.
Lo impensable para los judíos en ese caso del año 70 no fue perder, sino perderlo todo: ciudad, templo, soberanía.
En la memoria celular judía se conserva ese evento y sus líderes y especuladores religiosos deben mantenerlo vivo para sostener a ese país en permanente pie de guerra y justificar la destrucción de otro país como Irán, con la excusa de la amenaza ocurrida hace 2000 años.
Aunque así como fueron derrotados hace esos 2.000 años, pudiera ocurrir que Irán pueda derrotarlos nuevamente, lo que acarrearía una gran cantidad de consecuencias tanto para los judíos como para toda la región, ya que habría una inesperada reconfiguración del mapa político y territorial, el cual alcanzó su perfil actual por las acciones imperialistas que desplegaron sin oposición real y con estrategias superiores a las de sus oponentes. Esta reconfiguración podría traer cambios en las fronteras, incluyendo posibles concesiones territoriales o control por parte de otros actores regionales o internacionales.
Por supuesto que la derrota de los judíos alteraría las correlaciones de fuerzas en la región, y abriría espacio para movimientos extremistas o grupos militantes que aprovechen la situación. Tal como está ocurriendo con el bombardeo de parte de los EEUU a los reactores nucleares iraníes que generó un gran entusiasmo de la derecha internacional que ve la oportunidad de actuar sin oposición contra los movimientos populares y sus gobiernos, como es el caso de Venezuela. También una derrota de Israel abriría la oportunidad de un resurgir de los movimientos populares, hoy disminuidos.
Sin lugar a dudas y como ya se está viendo aun sin ocurrir una derrota judía, ocurrirían desplazamientos poblacionales, tanto dentro como fuera del territorio israelí afectando a civiles en ambos bandos.
Esta derrota no puede ocurrir sin arrastrar repercusiones políticas internas entre los judíos que verían como la opción de la derecha solo trae, sangre y lágrimas lo que puede llevar a cambios en el liderazgo político interno, incluyendo posibles crisis o cambios en el gobierno.
No es de descartar la aparición de una percepción de vulnerabilidad incrementada, a pesar de décadas proyectando una imagen de fortaleza israelí y de ineptitud árabe, que podría impulsar acciones de políticos radicales o extremistas con reacciones inesperadas en cualquier lugar del mundo.
En el aspecto económico los efectos incluirían daños significativos en la economía judía, inclusive en la banca de los Estados Unidos la cual dominan, debido a la destrucción, el bloqueo o la pérdida de inversiones. Hay que agregar también la afectación del comercio y las inversiones internacionales en toda la región.
Por supuesto su imagen global quedaría afectaba y la percepción de un Estado fuerte y resistente, influyente en las dinámicas de apoyo internacional y las alianzas en la región.
Claro que la respuesta del imperialismo global con sus respectivos actores como Estados Unidos, países vecinos, organizaciones internacionales, sabemos que en definitiva jugarán un papel crucial en la evolución de la situación.
Estos elementos son solo una perspectiva general y no un esfuerzo predictivo, el cual lo reservamos para una sola predicción, independientemente del resultado favorable, desfavorable o empate, el estado judío no se convertirá en un estado amistoso, producto de la dura experiencia, un estado cooperador que vea a las personas que los rodean como hermanos. Les aseguro que eso no pasará.