Así se destruyó España

El sistema de dominación mundial, dibujado en grandes trazos estadísticos, presenta este cuadro: 1 % de la población más rica del planeta posee más riquezas que el 95 % del resto de la humanidad. Cualquier cálculo estadístico que sea mejor que este arroja un sombrío panorama de atroz desigualdad. La desigualdad siempre remite a una opresión, y este tándem desigualdad-opresión va en aumento con los años.

La ideología del Progreso (el "progresismo" o el cambio evolutivo irreversible "a mejor") es uno de los peores mitos criminales de la llamada "Modernidad". No es un mito explicativo arracional, un relato que pretende llenar un vacío epistémico. Es ideología encubridora. El proceso de extracción de excedentes, concentrado y centralizado, el proceso que llega a ser en el modo de producción capitalista un proceso de extracción de plusvalía, realizado a costa de los pueblos y del planeta, es incompatible con la idea general de un mejoramiento. La Historia es esta: la mejora de una parte (relativamente menor) se hace siempre a costa del empeoramiento de la otra parte (relativamente mayor).

"Modernidad" es, en el fondo, una pedante palabra culturalista que pretende dulcificar una siniestra realidad: la dominación capitalista. Desde finales de la Edad Media hemos vivido "mitológicamente", o mejor, "ideológicamente", creyendo que la mejora de vida de unas masas europeas era absoluta y corría parejas con la disminución cuantitativa absoluta de formas míseras de existencia del resto de la masa planetaria. El modo de producción capitalista consistió, en un principio, en la sustitución de los modos "feudales" de explotación del hombre sobre el hombre, por otros modos, llamados capitalistas.

El capitalismo es un modo de producción que, naciendo específicamente en Europa y trasladado pronto a América, mostró toda su atrocidad desde el principio en sus lugares de nacimiento y en el resto de la Tierra. Lo que se dio en llamar el "Pecado Original" del capitalismo (la "Acumulación Originaria" de la cual habló Marx) ha de entenderse como algo más que un preámbulo externo a la mecánica de funcionamiento económico de este sistema de dominación. Es, por el contrario, una violencia interna, constante, consustancial y no solo auroral, violencia imprescindible para que el sistema funcione.
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El sistema de dominación capitalista español existe hoy de manera subalterna, integrado dentro del "Imperio occidental". A partir del asesinato del almirante Carrero Blanco (el hombre fuerte del General Franco), en 1973, se eliminaron todas las resistencias que el capitalismo español, aún parcialmente autárquico con respecto al occidental, ("desconectado", diría Amin) frente al Imperio. La historia reciente de España, su "transición" desde el régimen autoritario franquista hacia uno de tipo demo-liberal, un régimen parlamentario, partitocrático y homologable a otros de la Europa occidental (Francia, Italia, Alemania, etc.) ilustra perfectamente la insuficiencia del enfoque marxista clásico de la Lucha de Clases. No hubo transición gracias a una lucha de clases.

El viejo régimen de Franco se hallaba muy desgastado: había "perdido" a la juventud. La universidad era, fundamentalmente, desafecta. Las instituciones sindicales, culturales, políticas (el "Movimiento Nacional) eran un cascarón vacío, en el que muy pocos depositaban su fe. Puro caudillismo hispano, mero culto a la personalidad. Pero a su vez la oposición obrera era escasa. Mayormente existía en el norte. Las manifestaciones universitarias eran más bien burguesas y semi-consentidas. Las fuerzas represivas que, según el relato de la izquierda convencional, aterrorizaban en España (guardia civil, por ejemplo), entraban, sin embargo, asustadas en las cuencas mineras de Asturias. El problema vasco aún no era problema. La propia izquierda magnificó el nacionalismo vasco, también lo mitificó.

Los partidos de izquierda (salvo el comunista, clandestino) apenas habían hecho una oposición real. Cuando se implantó la partitocracia, una vez muerto Franco en 1975, aparecieron "héroes" antifranquistas por doquier. El actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, todavía pretende vencer a Franco medio siglo tras la muerte del Caudillo. Sus acometidas contra el Valle de los Caídos, monumento que conmemora a las víctimas de ambos bandos (al menos en teoría) mandado construir por el General, forman parte del engaño oligárquico que se dio a partir de 1973.

Porque lo que realmente ocurrió tras el asesinato de Carrero (el hombre que verdaderamente mandaba en España en un contexto en que Franco era un hombre anciano y muy enfermo) fue el arrinconamiento, al menos parcial, de las viejas élites del régimen autoritario, y el acceso al botín de las nuevas élites extractivas del Imperio Occidental. Francia, Alemania, Estados Unidos e incluso Marruecos eran estados cuyas oligarquías y agentes estratégicos estaban frotándose las manos para repartirse el pastel español. El hecho de que la llamada "transición" española haya estado marcada más por las provocaciones terroristas (que siempre son más fáciles de untar con dólares o marcos alemanes de aquel entonces,) y agendas ideológicas des-hispanizadoras, es muy significativo.

Hubo luchas laborales, pero la clase obrera española como tal careció en gran medida de conciencia de clase, y le faltó conciencia política. Sus líderes apostaron por colaborar en todo un "genocidio industrial" y en un desmantelamiento del campo. De ser la octava o novena potencia industrial del mundo, en tiempos de Carrero, el país pasó a ser una especie de prostíbulo soleado, bien situado geográficamente para pagar gastos a los indocumentados de África y a los borrachos de media Europa. La izquierda compró ideología barata, consumista, y fue el juguete despreciable de las nuevas oligarquías atlantistas y europeístas. La vieja guardia de Franco se fue muriendo, o transmitió a sus hijos el credo liberal en el que realmente nunca creyeron. Hubo reparto y reorganización entre los saqueadores, para que el principal buitre –los EEUU- tuviera el campo despejado. Y los obreros pasaron de una lucha a "otra".

El 1 de mayo de mi infancia y juventud era un día contra la explotación del capital y el trabajo. El 1 de mayo de hoy, 2025, es un día por los derechos de la "nación catalana" o los derechos de los menores a cambiar de sexo. No me cabe duda: la oligarquía de las pesetas ha devenido oligarquía del (euro)dólar. Así se destruyó un país.



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

 carlosxblanco@yahoo.es

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