A propósito del pragmatismo

Táctica y estrategia

"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va"

Séneca.

Actualmente hablar de táctica y estrategia política resulta, para muchos, retrogrado e incluso dogmático. El orden del día está más vinculado con palabras como "heterodoxia" y "pragmatismo", "encuestas de opinión" y "medios de masas". Más que disputas ideológicas tenemos hoy un control y una manipulación tecnócrata de las masas. En este marco, entonces, ¿qué decir de la táctica y la estrategia, hoy?

Clausewitz en su tratado De la Guerra, entiende por estrategia el arte de ganar la guerra, y por táctica, el ejercicio de organizar y dirigir las distintas operaciones parciales dentro de los fines estratégicos generales. En tal sentido, este autor relaciona lo táctico con la movilidad general de las tropas sobre el territorio, los avances, los retrocesos y la toma de posiciones en conjunto con la ambiciones y necesidades logísticas para logarlo; y, por otra parte, lo estratégico correspondería a las acciones del estado mayor que dirige los movimientos tácticos, que estudia la complejidad del terreno, la movilidad del enemigo y define las direcciones y momentos acertados en la movilidad táctica del ejército.

Si llevamos esto al plano político, la estrategia estaría asociada con las líneas programáticas emanadas por nuestra organización política (nuestro Estado Mayor) referente a nuestra clase (nuestro ejército). Así, estas líneas en principio tendrían el objeto de clarificar y definir: 1. El carácter revolucionario o conservador de nuestra organización (capacidad de movilidad en el terreno).2. El enemigo principal, los aliados, las fuerzas con que los cuenta la organización (movimiento del enemigo y dirección del desplazamiento de nuestro ejército).3. Las formas o disposiciones más eficientes del uso de las fuerzas y los elementos disponibles en la organización para alcanzar el objetivo final: la toma del poder (la dirección y los momentos acertados para la toma de posición del enemigo).

En cuanto a la táctica, estaría emparentada a las acciones y hechos que dichas líneas programáticas definirían en el plan político, definiendo las maniobras (movimientos de nuestro ejército), alianzas (avances), compromisos y movimientos parciales (toma de posiciones) que la organización realiza con el fin de alcanzar los objetivos estratégicos que la orientan.

Para los marxistas —y es necesario decirlo sin rodeos—, tomar el poder significa hacer una revolución social. Es decir que nuestras organizaciones son ante todo revolucionarias y clasistas, por ende, nuestra estrategia global apuntará a la revolución socialista, partera de una etapa histórica nueva, el comunismo, donde progresivamente desaparecerán la división social del trabajo, la propiedad privada de los medios de producción y la sociedad de clases.

Postulada así, la estrategia general del movimiento y la organización marxista —el horizonte de su acción—, formula la necesidad, por una parte, de iniciar un proceso dirigido a la acumulación de fuerzas políticas y gestar con ella los movimientos necesarios para la toma del poder. Genéricamente esta concentración de fuerza y de capacidad de movimiento estratégico se consolida en el Estado proletario y en la puesta en marcha de la dictadura del proletariado.

Hasta acá el tema de lo estratégico se ha abordado abstractamente, el siguiente paso contempla visualizar el rango de las acciones y los hechos que en la práctica sostienen dicha estrategia, a saber, encontrar el centro nodal de toda táctica marxista.

Toda táctica entendida en este marco debe partir, ante todo —como esperamos allá quedado claro—, de los objetivos estratégicos generales ya señalados; eso nos lleva de forma lógica a: 1. La consideración de la correlación de fuerzas del momento histórico vivido.2. El ánimo y temperamento de las masas.3. El grado de organización y la conciencia alcanzados por ellas.4. Los objetivos políticos de los enemigos y de los aliados dentro del amplio espectro de intereses.

En última instancia, la táctica dirigida bajo estas ambiciones busca generar un mapeo de la lucha de clases en el tablero sociohistórico del presente.

En este sentido, estas consideraciones parten de un hecho señalado ya por Marx hace mas de 150 años, en la famosa carta dirigida a Engels el 30 de abril de 1868, al hacer referencia al movimiento interno de la sociedad capitalista: "En conclusión, la lucha de clases, [es] en la cual el movimiento se descompone y que es el desenlace de toda esta mierda" . Siguiendo el análisis científico de la sociedad capitalista por parte del marxismo, debemos postular que la táctica de todo movimiento revolucionario, con vocación de poder y composición clasista, tiene como principal incógnita táctica la lucha de clases y la victoria de una clase determinada: el proletario.

Vânia Bambirra y Theotônio dos Santos señalan al respecto, un comentario que me es necesario citar:

"El análisis de la correlación de fuerzas, en cada momento histórico, no puede ser nunca estático. Desde un punto de vista estático, la clase dominante siempre tiene más fuerza que las clases dominadas. Sin embargo, la acción correcta y audaz de los revolucionarios hace cambiar rápidamente la correlación de fuerzas cuando la situación es favorable. Por otro lado, las acciones erradas, por la vacilación o por el carácter aventurero de los que las realizan, hacen cambiar la correlación de fuerzas en detrimento de los revolucionarios. En este aspecto, la táctica se encuentra muy próxima de la estrategia, pues son las tendencias del desarrollo de la lucha de clases las que pueden asegurar si la correlación de fuerzas cambiará en una dirección u otra."

György Lukács por su parte, en su muy recomendable folleto Táctica y ética de 1919, consideraba que: "La teoría marxista de la lucha de clases… convierte el objeto trascendente en inmanente; la lucha de clases del proletariado es el objeto y, al mismo tiempo, su realización". Por ende, tácticamente, "han de ser buenos todos los medios por los cuales… es despertada la conciencia de clases a la realidad; por el contrario, han de ser malos todos los medios que oscurecen esta conciencia". Todo partido u organización que limite el fortalecimiento de las organizaciones obreras, que promueva el ocultamiento de la lucha de clases, que disminuya la capacidad de autogestión y autodeterminación del sector trabajador o popular, desarrolla una táctica contraria a todo programa realmente revolucionario, lo tenga por escrito o no.

Lukács sostenía, en el mencionado folleto, que el objetivo de todo revolucionario era negar la totalidad del orden social vigente. Por tal motivo era crucial, tácticamente, construir desde los excluidos y explotados, colocando en contraposición de la táctica revolucionaria, la del enemigo "bajo la forma de la realpolitik", es decir, una táctica carente de estrategia y agotada en sí misma, desprovista de ideas y una ideología sin contenido real, que debía ser superada.

Hoy vivimos un cierto predominio de esta "táctica bajo la forma de la realpolitik" en el escenario político, que más que negar el orden social vigente (es decir, la desigualdad, la injusticia y la opresión), lo sacraliza en el marco de la conciliación de clases, una conciliación que coloca en la hoguera la conciencia de clases del sector obrero, fundamental esta última en cualquier táctica y estrategia revolucionaria.



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