Argentina en disolución

Un grupo circunscripto del capital financiero (entiéndase por tal la fusión del gran capital industrial y bancario), se adueñó institucionalmente del gobierno argentino. Lo está usando en su beneficio, al margen de toda racionalidad social.

Mientras embolsa beneficios desmesurados, el gran capital se divide y vacila frente al riesgo de una caída del gobierno ultraconservador y el inicio de una situación de caos y descontrol. Toda la gran burguesía se beneficia de la actual política económica, pero las desgastadas palancas del poder están sólo al alcance de un sector marginal, con apenas una excepción.

Hay razones objetivas para que las clases dominantes teman el peor desenlace, que tendría enormes costos sociales pero también implicaría una desestabilización probablemente irreversible del statu quo ante, con riesgo extremo para el equilibrio interno y la ubicación internacional del país.

En consecuencia, oscilando entre la avidez y el miedo, los grupos hegemónicos del sistema no apoyan ni dejan de apoyar al elenco funambulesco que ocupa la Casa Rosada.

Esa indecisión se transmite a toda la sociedad y paraliza al país. El ahogo económico sobre trabajadores y clases medias ha llegado a un límite insostenible. Los partidos tradicionales multiplican la irresolución de la burguesía. Los sindicatos amagan, pero tampoco resuelven una línea de acción. La iglesia bambolea. El Papa reproduce la conducta de sus mandantes terrenales. Los gobernadores –representantes de la fragmentación de las burguesías locales- la elevan al cuadrado. La dinámica de desagregación nacional se acelera sin que nadie en las clases dominantes atine a ponerle freno. Las izquierdas reformistas –todas, con excepciones invisibles e inaudibles para el conjunto- parecen empeñadas en cálculos electorales para las legislativas de 2025…

De bufón a palanca del saqueo

La Historia crea a los hombres que necesita. Con las clases dominantes fragmentadas y a los tumbos, Argentina requería de un personaje capaz de combinar, en elevadas proporciones, ignorancia, perturbaciones, inmoralidad y ambición. Por eso, como síntesis de un momento de descomposición social, el actual titular del Ejecutivo tuvo el apoyo transversal de la sociedad, empujada por el hartazgo, desesperada por años de decadencia, ineptitud, soberbia de desclasados y corrupción sin límites. La enorme fuerza sin cauce explotó en las urnas. La ausencia de cualquier alternativa dio lugar a la estética de una ética desbaratada. He allí el espectáculo inverosímil de la política cotidiana. De la mano del absurdo detonó la crisis múltiple que desde hace décadas crece y desgarra al país. En la confusión resultante hay quienes ven la posibilidad de sanear la economía y recomponer el sistema.

Espejo deformante

Un diagnóstico para la coyuntura debe sortear ante todo las formas engañosas de una anomalía propia del país, donde el conjunto desconoce o rechaza el concepto de clases sociales en pugna y se siente feliz considerándose "clase media". Es verdad que hubo una singular conformación social que incluyó enorme desarrollo cultural y educativo y, con ello, a través de diferentes etapas, el crecimiento de una extendida pequeña burguesía, abrazada con fervor a la alegada condición burguesa, sin estimar el significado de su pequeñez. Segunda generación de inmigrantes, sobre todo italianos y españoles, olvidaron sus orígenes y desecharon la idea de considerarse trabajadores. Eran abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, y vivieron en la certeza de que sólo tenían bienestar y progreso en su futuro. Muchos de ellos mueren hoy a manos de salteadores, o viven encerrados en barrios de clausura.

El peronismo fue vástago y generador, efecto y causa, de esa singular conformación social, cuya raíz estuvo en el temprano desarrollo industrial, combinado con la llegada de obreros europeos con conciencia de clase, que crearían su propio verdugo pese a organizaciones anarquistas y socialdemócratas, impotentes frente al avance vigoroso del capitalismo, mientras en ellas se entronizaba el stalinismo.

A resultas de estos orígenes, en una etapa ulterior, ya con el capitalismo de lleno en crisis y con el peronismo macerado ideológicamente y pulverizado organizativamente, con las izquierdas entregadas al reformismo y ajenas a todo concepto científico de interpretación y accionar anticapitalista, fue posible que, al compás de una aceleración abrupta en la descomposición reaccionaria del peronismo -bajo el camuflaje pseudozquierdista tomado a préstamo por Néstor Kirchner y su familia- pudiera imponerse en jóvenes y viejos el insustancial concepto de casta, como antes se había entronizado la banal denominación de grieta, para reemplazar las nociones de clase y lucha de clases.

Dados los rasgos ultrarreaccionarios del personaje hallado en la emergencia (hizo campaña con la propuesta de vender órganos humanos de personas vivas y reivindicó la existencia de un mercado para ello), su victoria fue interpretada como un giro de la sociedad hacia la ultraderecha.

Sandeces. Capaces sin embargo de convertirse en profecía autocumplida. En 1976, con la asunción de otro ignaro sin principios y con idénticas ínfulas de personajillo, Rafael Videla, muchos se apresuraron a decretar la derrota de la clase obrera. Una mirada seria sobre la historia proletaria desde 1969 en adelante corrobora que lejos de haber sido derrotada, la clase obrera fue quien venció a la dictadura. No fue hasta 1983/85, cuando los trabajadores fueron vencidos por una combinación de reformismo socialdemócrata (a la sazón encabezado por Raúl Alfonsín, con respaldo de la iglesia, a inicios de la alianza internacional del Vaticano y la socialdemocracia), populismo peronista y sectarismo ultraizquierdista, todos los cuales se opusieron a la estrategia de un partido obrero de masas y apostaron –con mala puntería y peor fortuna- a una estructura al servicio de intrascendentes líderes prefabricados, todos terminados ya en el vertedero de la historia.

Mutatis mutandi, algo análogo ocurre en este período histórico. El bufón del mercado, supuesto vencedor sobre una sociedad derrotada, ahora trastabilla. Después de fracasar en el Congreso con un ridículo proyecto de "ley ómnibus", se produjo un choque institucional jamás visto y potencialmente letal no sólo para el gobierno: el gobernador de Chubut, aliado del oficialismo, miembro del Pro, quien votó todo a favor durante el debate de la llamada ley ómnibus, fue castigado con la supresión –ilegal- de pagos por coparticipación provincial. El afectado anunció que si hasta el miércoles 28 de febrero (¡un ultimátum de cinco días!) no se revertía esa decisión, cerraría el paso al petróleo y el gas que produce Chubut. Desafío sin precedentes, sólo posible ante un gobierno central inexistente. De inmediato, otros 22 gobernadores se sumaron al afectado y el gobierno federal quedó sin otra base de sustentación que el puñado de capitalistas que lo apaña. El resto, beneficiado, feliz y condescendiente hasta ese momento, comprendió la magnitud del conflicto, titubeó y se abocó a amansar al bufón desbocado. Un juez resolvió la coyuntura, a favor de Chubut. Entre tanto, el titular del Ejecutivo denominó "nido de ratas" al Congreso (a cuyos integrantes calificó además como delincuentes, traidores y otras lindezas de su nutrido vocabulario escatológico). Pocos días después inauguraría las sesiones ordinarias del Parlamento, oportunidad en que convocó a todos (en primer lugar a los gobernadores, sólo la mitad de los cuales había concurrido a la ceremonia), a firmar un Pacto el próximo 25 de mayo. Patética marcha atrás, impuesta por el Fondo Monetario Internacional acompañado por el gran capital asustado. Papelón imposible de camuflar por muchos tuiteros de que se disponga.

Ni uno sólo de los hablistas oficiales o de oposición de su majestad ha adelantado opinión sobre lo que ocurrirá el 25 de mayo en Córdoba, cuando se trataría el Pacto. Se verá. Mientras tanto, el ataque a los periodistas Marcelo Bonelli, de Clarín, y Martín Rodríguez Yebra, de La Nación, es entre otras cosas un indicativo de la naturaleza del pacto propuesto y el tipo de régimen al que aspira el elenco oficial.

La verdad tras el espejo

No hay, todavía, un vuelco de la sociedad hacia la irracionalidad ultraderechista vigente en la Casa Rosada. Los hechos desnudos indican que muy lejos de eso, las masas desorientadas y desesperadas, carentes de cualquier rumbo, están a merced del albur aunque dan indicios de deslizamiento hacia una rebelión contra el sistema. Es probable que la CGT decida en los próximos días medidas de resistencia sindical, para frenar y desviar esa dinámica.

Como sea, la realidad es lo opuesto a la apariencia mostrada por la prensa comercial (aunque algunos de sus dependientes tienen la inteligencia suficiente para guardar reparos). Con 6 de cada 10 habitantes sumidos en la pobreza y otros dos acosados, con las clases dominantes pulverizadas, sin partidos, sin sindicatos e incluso sin su iglesia principal hoy arrollada por sectas evangelistas, Argentina transita una situación prerrevolucionaria.

Esto ocurre "cuando los de arriba ya no pueden y los de abajo ya no quieren". Definición incompleta pero útil para saber cuándo comienza a ser objetivamente posible el derrocamiento del capitalismo, aunque semejante desenlace esté hoy lejano y a muchos parezca una alucinación.

Si algo deja claro la sucesión de presidentes desde hace al menos cuatro décadas, para culminar en el actual, es que los de arriba ya no pueden. Un esperpento tras otro (Alfonsín fue una excepción a medias) y agravamiento permanente de la crisis. En cuanto a los de abajo, de aquí en adelante se hará más y más evidente que ya no quieren.

Eso no basta. "Los de abajo", es decir todos quienes sufren la crisis estructural del sistema -y no sólo esos 6 de cada 10 arrastrados a la pobreza- deben tener además la certeza de quién es su enemigo y las herramientas para enfrentarlo. Hoy no cuentan ni con una ni con otra. Mientras tanto, se prolonga sin fecha el desenlace. Con el paso del tiempo se agrava la posibilidad de que el sentido de la marcha se invierta y lleve a una situación contrarrevolucionaria. En última instancia, una crisis de la magnitud que sufre Argentina impone al capital la utilización de la violencia extrema contra las mayorías. La democracia burguesa resulta inoperante. La dictadura militar no está a la mano en este período histórico. Sólo queda la utilización de masas marginalizadas para chocar con el resto de la sociedad: el fascismo.

No es un decurso inexorable. A la fecha, pese a todo, es más probable la perspectiva anticapitalista. Para embaucar a la población, y sobre todo a los jóvenes, además de tomar del fascismo italiano contemporáneo la noción de "casta", el elenco gobernante introdujo la fórmula "anarco capitalismo". Era imposible conquistar a nadie con la promesa capitalista y por eso se apeló al prefijo "anarco". La prensa, como ya se ha dicho en estas columnas, se aferró a la novedad e hizo su contribución. Describió a fascistas que arremetían contra el socialismo, pretendían poner como modelo a Thatcher, establecer un mercado de órganos humanos, punir el aborto, alinearse con Estados Unidos e Israel, como "libertarios".

El lenguaje es la base del pensamiento. Su corrupción –que lleva años corroyendo la conciencia social- obró como arma mortal en manos de una prensa a la vanguardia en la degradación del país. Los medios y periodistas que contribuyeron para difundir y validar esta farsa no serán perdonados por sus víctimas. La procacidad entronizada en el lenguaje de políticos, periodistas, conductores de adefesios televisivos y titulare de diarios impresos o digitales, da una medida exacta de la hondura cenagosa en que ha caído el país.

Estrafalarios

La consistencia oficial puede resumirse en un hecho: durante la campaña electoral un candidato acusó a otro por su supuesto pasado terrorista. La imputaba de haber puesto bombas en un jardín de infantes. El acusador obtuvo la presidencia y la acusada el tercer lugar. Sin transición, ésta respaldó para la segunda vuelta al primero. A horas de asumir el cargo, el denunciante designó ministra de seguridad a la alegada terrorista asesina de niños. La calumniada aceptó. Sus respectivos votantes no se perturbaron (sumaron el 56%).

Ésa es la condición moral de quienes detentan los oropeles del poder político. Ahora, el mismo personaje acusa de terrorismo a Hamas, abraza al primer ministro israelí, llora ante el muro de los lamentos, luego baila y ríe en ceremonias medioevales, antes de correr a prosternarse ante el Papa a quien había acusado de comunista y encarnación del "maligno".

A esto se llama Liberalismo, un engendro pseudo religioso, manipulado por funcionarios del sionismo, infiltrado en todas las áreas del gobierno y gracias al cual recibe el apoyo de una pléyade de periodistas…

Pero desvaríos y pasos cruzados de estandapero tienen, además del que podrían descubrir investigadores de los vericuetos de la economía y estudiosos de la mente humana, otro origen: la ignorancia. Una tosquedad intelectual tan honda que asombra. El titular del ejecutivo desconoce absolutamente la teoría económica y mucho más la historia y la realidad actual argentina. Esto se comprobará en pocas semanas, cuando se compruebe la falacia del equlibrio fiscal y desencadene el resultado de las medidas hasta ahora adoptadas. Al parecer estudió en algún terciario semejante a la antigua Academia Pitman, con lo que logró ser secretario de un empresario exitoso a costa del Estado. Ello no obsta para que en el Foro Económico de Davos haya dado lecciones a divertidos oyentes que, con gesto burlón, lo oían condenar a las potencias capitalistas por alentar el comunismo.

Quedó comprobado que el ya menguado prestigio argentino en los foros internacionales podía caer aún más, lo cual no parece preocupar al puñado de propagandistas que, con la excusa de oponerse al régimen anterior, ocultan o directamente ensalzan la conducta peligrosamente estrafalaria del personaje. Al hacerlo se rebajan ellos mismos a esa condición y afectan a todos, como un gas venenoso e insensible esparcido sobre la geografía argentina.

Respuesta estratégica

Hoy el escenario político y la temperatura ideológica está por completo bajo control de las clases dominantes. No es posible en lo inmediato disputar una batalla victoriosa en esos terrenos. Se requiere antes aclarar, afirmar y asumir nociones básicas con las cuales puedan unirse los sectores que inicialmente tengan al menos la certeza de que el rumbo actual lleva a la desagregación nacional y a la violencia irracional, ya prefigurada por el aumento vertical de la delincuencia y el narcotráfico, que afecta sobre todo a adolescentes y ancianos.

Inútil apelar a la "unidad de izquierda". Ante todo, porque "izquierda" es –desde los remotos orígenes de la calificación- una noción vaga, imprecisa, inútil para definir una posición teórica o política. Además, porque hay franjas con esa denominación que no discuten estrategias de transformación social, sino cargos y privilegios. Es otra la naturaleza de las fibras a congregar.

Ante todo es imperativo e inaplazable la recomposición de fuerzas anticapitalistas. En simultáneo, urge convocar a un frente único para afrontar la coyuntura, en la certeza de que asistimos al desmoronamiento de los partidos y todas las demás instituciones de la democracia burguesa, sin que haya nada que las reemplace. Como base, está el rechazo verificable de más de dos tercios de la población a lo que denominan "democracia", sin conocer el apellido que determina su naturaleza.

Tecleadores con vocación de amanuenses machacan la idea de que en democracia no hay enemigos, sino adversarios. Soslayan que democracia burguesa no es gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Desconocen que en los últimos 10 años los jubilados perdieron más del 60% de su ingreso real y a los trabajadores les fue robado entre un 40% y hasta un 70% de sus salarios en los últimos doce meses. Quienes por una u otra razón –entre ellas el papel de algunos sindicatos- no vieron triturados sus ingresos, pueden sentirse amables adversarios. Quienes afrontan la miseria y sufren o perciben la amenaza de la desocupación masiva, habrán de asumir su condición de enemigos, lo quieran o no.

Sumada a los obreros industriales que día a día ven perder conquistas laborales, disminución del salario real y aumento de la enajenación, ésa es la base para articular una respuesta estratégica.

Sólo una nueva vanguardia puede hacerlo. Recompuesta por el conjunto de luchadores sociales que en los últimos 30 años –desde la entronización del peronismo menemista y luego el Frepaso- sufren derrota tras derrota pero mantienen las banderas en alto.

Las bases y mecanismos para afirmar una plataforma que permita avanzar hacia la unidad social y política de los trabajadores pueden debatirse y afirmarse ahora mismo. El sector más salvaje del capital llama a un pacto el 25 de mayo en Córdoba. Es posible contraponer un Encuentro el 29 de mayo, 55º aniversario del Cordobazo. Que la burguesía logre aunarse en ese remedo de "gran acuerdo nacional" es más que improbable. Ellos seguirán a los tumbos. En cambio, un esfuerzo de "los de abajo" tiene una potencialidad diferente. Aunque hoy mismo no se tenga conciencia de ello, se cuentan por millones quienes objetivamente están llamados a una Unión Federal de Trabadores, Estudiantes y clases medias para diseñar un Programa de Acción Inmediata. Un plan de acción y los objetivos buscados es lo que deberá surgir del debate y los materiales previamente presentados a ese encuentro en gestación.

En la coyuntura actual, el aniversario del Cordobazo no debería ser omitido por quienes entienden la lucha de hoy como continuidad de la que llevaron a cabo cientos de miles de hombres y mujeres desde los albores del movimiento obrero en Argentina. El 29 de mayo de 1969, en Córdoba, ese combate tuvo un hito trascendental, insoslayable, de la lucha por la emancipación.

Un encuentro nacional de Resistencia obrera, estudiantil y popular el 29 de mayo próximo, en Córdoba, ofrece el escenario para definir un diagnóstico y una propuesta de salida a la catástrofe nacional.

Obreros y estudiantes, aunque en magnitudes diferentes y en muy otra situación en comparación con el Cordobazo, pueden en esa conmemoración dar un paso inicial hacia la unidad social y política de explotados y oprimidos.



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Luis Bilbao

Escritor. Director de la revista América XXI

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