Debacle de Washington en Afganistán: preludio del máximo desastre de la OTAN en Ucrania

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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*/Un hecho manifiesto –absurdamente ignorado por los medios de prensa occidentales—es que la lucha de Afganistán por su recuperación es el resultado de los veinte años de destrucción que Estados Unidos y la OTAN infligieron a ese país./*

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Ya se cumplieron dos años desde que Estados Unidos y la OTAN abandonaron Afganistán, dejándolo en ruinas. El país está destrozado, en la pobreza y la devastación por el impacto de la guerra. El mismo destino le espera a Ucrania excepto que en una escala mucho mayor.

Una posible y clave diferencia es que las consecuencias políticas y militares para el bloque encabezado por Estados Unidos, serán inevitablemente calamitosas para las presunciones de poder imperial de Estados Unidos.

Hace dos años el 15 de Agosto de 2021 los Insurgentes Talibanes barrieron Kabul, la capital afgana, desalojando al presidente Ashraf Ghani apoyado por Estados Unidos, quien huyó del país. A finales de ese mes, todos los norteamericanos y fuerzas aliadas de la OTAN se retiraron de manera caótica y acelerada de Afganistán que vio

gente desesperada aferrándose al tren de aterrizaje de los aviones mientras estos despegaban por la pista de aterrizaje. Se trató de una debacle bajo la mirada de Joe Biden, presidente de Estados Unidos.

El abandono a la fuerza de Afganistán marcó el fin de veinte años de ocupación militar por parte de Estados Unidos de esa nación de Asia Central. Los norteamericanos invadieron ese país en el mes de noviembre del 2001 debido a una dudosa venganza debido a los supuestos ataques terroristas del 11 de septiembre que tuvieron lugar dos meses antes en la ciudad de Nueva York y Pensilvania y en el cuartel general del Pentágono en el estado de Virginia. La narrativa oficial de pordioseros.

En todo caso, el atolladero militar subsecuentemente creado por Washington en Afganistán se hizo vano e insostenible. Eventualmente, Biden retiró a su nación del conflicto aunque no merezca ningún elogio por haber terminado una "guerra sin fin."

Biden trató de hacer una virtud a partir de un desgraciado y colosalmente criminal episodio. Reveladoramente, tan pronto como Estados Unidos trajo sus tropas de vuelta a casa como el militarismo de Washington se manifestaba de nuevo promoviendo el conflicto en Ucrania e intensificando las hostilidades contra Rusia y China.

El Talibán luchó contra los norteamericanos y sus criminales cómplices de la OTAN hasta el estancamiento a pesar de las abrumadoras condiciones en contra de este. El movimiento islámico tomó el poder por segunda vez habiendo anteriormente gobernado Afganistán desde 1996 hasta el 2001 cuando los norteamericanos invadieron bajo la cínica consigna de "Operación Libertad Duradera". En realidad hay que reconocer que los norteamericanos y sus sirvientes de los medios de prensa occidentales por haber sido extremadamente audaces en su Orwelliano auto engaño y embaucamiento.

El abandonar Afganistán debiera ser motivo de extrema vergüenza para los norteamericanos como también base para que los tribunales de crímenes de guerra procesaran a Biden a sus predecesores y a otros líderes occidentales. Los norteamericanos y sus perritos falderos de la OTAN estuvieron allí supuestamente para "construir la democracia" y derrotar a los Talibanes a quienes ellos acusaban de complicidad en la atrocidad cometida el 11 de septiembre.

Esas acusaciones siempre fueron endebles sino ridículas. La guerra conducida por Estados Unidos en Afganistán como la de la misma época contra Irak (2003-2012) la cual fue igualmente desastrosa, giró siempre en torno a que Washington reafirmaba su poderío imperial empeñado en llevar adelante una "dominación de amplio espectro" sobre sus rivales geopolíticos de Rusia y China.

De manera notoria pero no sorprendente, hubo poca cobertura esta semana por parte de los medios de prensa occidentales acerca del segundo aniversario de la debacle de Afganistán. La vergonzosa retirada de las fuerzas norteamericanas se iguala a la chusma retirándose de Saigón en el antiguo Vietnam del Sur el año 1975 a manos de los insurgentes vietnamitas.

La escasa cobertura de los medios de prensa occidentales se debe a que de manera perversa culpan al gobierno Talibán de la pobreza y la posterior ruina causada por la guerra. Unos 15,5 millones de afganos, cerca del 40 por ciento de la población, se encuentran en extrema inseguridad alimentaria según el Comité Internacional de la Cruz Roja. Un factor importante que ocasiona la pobreza es la incautación de siete mil millones de dólares por parte de Washington en activos del Banco Central de Afganistán en respuesta al triunfo del Talibán. Washington continúa negándose a toda devolución debido a "preocupaciones en torno a los derechos humanos."

El hecho evidente –ignorado de manera absurda por los medios de prensa occidentales—es la lucha por la recuperación de veinte años de destrucción que Estados Unidos y la OTAN infligieron contra ese país.

El mismo horrendo legado de guerra y maquinaciones militaristas podemos verlo en varias otras naciones donde Washington y sus secuaces occidentales se han insertado con la excusa de "construir la democracia": Iraq, Libia, Siria, Yemen y Somalia, entre otros.

Actualmente, en el estado Afro Occidental de Níger, los norteamericanos y sus aliados neocolonialistas europeos están preparando una invasión militar contra el golpe de estado popular llevado a cabo contra un presidente títere apoyado por Occidente el mes pasado.

La maquinaria de guerra de la OTAN al servicio de su amo norteamericano, nunca se detiene en su ruinoso atropello contra naciones que considera que deben ser atacadas por cuenta de los intereses imperialistas de Estados Unidos. ¿Qué otra prueba se necesita para demostrar que la OTAN es una organización terrorista imperialista?

Ucrania está enfrentando un trágico y similar destino. El conflicto que ya lleva 18 meses, es una guerra por encargo contra Rusia instigada por Washington y sus lacayos occidentales de la OTAN. La masacre en ese país continúa sin cesar debido a que las potencias europeas mantienen permanentemente una agenda contra Rusia pagada con la sangre de los ucranianos y subsidiada por el público occidental. Este último ha sido abrumado por las incesantes andanadas de mentiras y engañosa propaganda de guerra de parte de los serviles medios de prensa occidentales, postrados para cubrir el vil carácter nacista del régimen de Kiev y tapar todo el contexto histórico que condujo hacia el conflicto.

Del mismo modo que Afganistán e incontables otras naciones que luego fueron arrojadas por Washington cuando este se cansa de sus maquinaciones y a través de sus fracasos. Ucrania también será echada a un lado como un trapo sucio.

Los ucranianos sufrirán durante décadas por venir los horrores y sacrificios de una guerra como estado fallido, creado por el imperialismo norteamericano.

El régimen de Kiev bajo su títere presidente Vladimir Zelensky, se ha regodeado en una corrupción campante de la misma manera que el régimen de Kabul lo hacía apoyado por Estados Unidos, antes que el Talibán los expulsara.

Ucrania no tiene ninguna oportunidad de ganar contra las superiores fuerzas rusas. El despreciable régimen de Kiev, infestado de nazis, un día de estos colapsará bajo el peso de su propia corrupción y Washington junto a sus vasallos europeos se alejarán sigilosamente dejando a Ucrania como un pozo séptico mal oliente, no obstante,

extrayéndole para siempre sus recursos a través del pago de la deuda y la propiedad del capital extranjero a menos que, por supuesto, los ucranianos asuman una vía política radicalmente diferente, quizás reunificándose con Rusia como las regiones de Crimea y el Donbass ya lo han hecho.

Por el momento, Washington y sus secuaces imperiales continúan la farsa pavoneándose acerca de su apoyo a Ucrania "todo el tiempo que sea necesario". Pero ellos y sus medios propagandísticos saben que el juego se termina cuando Rusia se imponga al poderío del bloque militar de los 31 miembros de la OTAN.

Fatalmente la OTAN se ha embarcado en una guerra por encargo en Ucrania de una manera que le repercutirá mucho más consecuencialmente que en sus escapadas anteriores en Asia Central, el Medio Oriente y África. Para Europa en particular, las repercusiones financieras ya se están manifestando mediante una vengativa dureza fiscal estatal, trastornos económicos, quiebras y colapso público. Los problemas de la migración masiva, producto de las guerras de la OTAN también se tornarán insoportables.

Pero quizás más fatalmente, es el enorme impacto político del abyecto fracaso que le aguarda a Washington y a la OTAN una vez que la realidad de la derrota en Ucrania se haga inevitable. Los medios de prensa occidentales ya tímidamente están admitiendo la debacle. La debacle con el tiempo se ampliará. Habrá mucho rechinar de dientes y recriminaciones en torno al fracaso conducido por Estados Unidos en Ucrania. Las consecuencias entre los miembros de la OTAN sobre Afganistán fue palpable: sobre la Ucrania serán explosivas debido a su quebradizo sentido de unidad y propósito.

Si Afganistán se percibe como un desastre para las pretensiones occidentales y una permanente decepción, Ucrania rebosará en repercusiones mucho más desastrosas.

El día de la verdad habrá llegado para las largas y criminales décadas belicistas lideradas por Estados Unidos por vía de su maquinaria de guerra de la OTAN. Ese día está más cerca de lo que se cree.

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