Leonel Fernandez El último caudillo

Los vientos de elecciones comienzan a sentirse, por supuesto no como en ocasiones pasadas, la contienda actual luce apagada, como bien diría la politóloga Rosario Espinal, no se percibe energía política como en otros tiempos cuando otros eran los competidores, salvo la singular excepción del precandidato presidencial Guido Gómez Mazara por el Partido Revolucionario Moderno, que si inyecta la picante pasión política al certamen electoral actual.

El escenario político luce despejado, Abel Martínez por el Partido de la Liberación Dominicana, Leonel por La Fuerza del Pueblo, Guillermo Moreno por Alianza País (que apunta a dar una sorpresa para las próximas elecciones), Thomas Castro por un movimiento político nuevo y el partido del gobierno, aunque aún no define su método de escogencia del candidato, la prensa en nómina palaciega e instancias extranjeras, ya dan al presidente Luís Abinader como el candidato oficial por el PRM.

De los contendientes, los nuevos candidatos a la presidencia son: Thomas Castro, Abel Martínez, Ramón Alburquerque y Guido Gómez Mazara (en caso que fueran escogidos). Guillermo Moreno, aunque no ha llegado a la primera magistratura del estado, es una figura gastada en estas lides. Pero de todos los aspirantes a dirigir los destinos nacionales por los próximos cuatro años, a partir del 16 de agosto del 2024, el que goza de un dilatado y controversial ejercicio político es Leonel Fernández, lo que lo convierte en el decano de los aspirantes a ser presidentes de la República de Dominicana.

Cierto es, que es un hombre capaz, con excelente dominio del lenguaje, intelectual, de gran sagacidad y convertido en un verdadero presbítero de la política dominicana. Atendiendo a la etimología de la palabra presbítero, significa el de mayor edad, el más anciano, y cierto es que es, el de mayor edad, siempre y cuando Ramón Alburquerque no saliera candidato del PRM y resultara electo otro de ese partido.

Leonel Fernández a más de 10 años de haber dejado la presidencia en agosto del 2012, posee la experiencia que da el ejercicio de haberla ocupado, más aun la sabiduría de los años, que a sabiendas que son menos los años que restan de vida en esta existencia, pudiera dar un salto significativo, completamente diferenciado de su pasado, como lo hizo Balaguer cuando volvió al poder en el año 1986, luego de ocho años en la oposición, donde ciertamente sus críticos más acérrimos, le reconocieron que en su nuevo período de 10 años estableció una nueva forma de gobernar, alejado de la dureza de sus mandatos anteriores, marcados por la guerra fría y el ascenso de Fidel Castro al mando de la hermana Cuba.

Sean cual fuere el desenlace de las próximas elecciones presidenciales del próximo año 2024, gane quien gane, estaremos despidiendo al último caudillo de la República de Dominicana, a Leonel Fernández, que junto a él, igual estarían marcando su retiro definitivo, Hipólito Mejía y Danilo medina; de los tres ha sido Hipólito Mejía quien mostró mayor madurez política, habiéndose echado a un lado, muy a pesar de su fuerza, para dar paso a una nueva generación de políticos, no solo de su partido sino de hombres y mujeres de fuerzas aliadas al PRM, quienes encontraron un espacio para mantener su vigencia en el escenario político dominicano, tales como Eduardo Estrella y Fidel Santana.

Lo que sucedió en el PRM, ocurrió igual en el PLD, que escogió a Leonel Fernández en el año 1996 como su candidato, quienes ganaron las elecciones gracias a una alianza con Balaguer, convirtiendo al PLD en el partido dominante de los próximos 20 años. Hipólito Mejía emulo a Juan Bosch, reconociendo el agotamiento de su liderazgo y dando paso a nuevas energías que marquen los derroteros de las nuevas políticas en un mundo imposible de entender, rayando en lo escatológico.

Cuando las energías políticas se agotan, migran a otras esferas dimensionales, la decepción se suele transformar en esperanza al revelarse nuevas fuerzas de un carácter dimensionalmente excepcional, nos encontramos viviendo no solo una conversión en el liderazgo tradicional, sino una verdadera transformación sistémica que reclama nuevos actores. Las fuerzas políticas jamás serán lo que fueron, el globalismo se va imponiendo y frente a ese poder, ¿quién pudiera ser capaz de resistirlo? Solo aquellos que no estén apoyado en el modelo anterior del agonizante sistema, que solo estaba preparando el que ahora surge, entonces, ¿cuál sería esa fuerza? Pues les diré que nunca domina el que se ve venir, el que ya ha sido revelado, sino el que permanece oculto, que no logran avizorar, pues se esconde detrás de esta falsa realidad, esperando el cumplimiento de los tiempos: "Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Daniel 12, 3).

 



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Rafael Guillén Beltre


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