Un negocio muy amargo

Quizá el peor realizado por Rusia con los nacientes Estados Unidos, me refiero a la venta de Alaska, hoy diríamos que fue un negocio muy, muy chimbo, no se debe nunca vender tierras ni patrimonios de tu país, menos dejar que te lo quiten como unos bobalicones, los que nos está pasando hoy y desde hace mucho a los venezolanos con la Guayana Esequiba, o los que les pasó a los Argentinos con las malvinas y tantos casos de el llamado colonialismo disfrazado que ponen y han puesto en práctica los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la misma Rusia.

Pero retomemos el hilo de esta historia, sobre la venta de Alaska, nos dice una de las historias que se han tejido a este respecto que Rusia recibió siete millones de dólares de esta venta, nos preguntamos ¿será esto cierto? Bueno dicen que esta cantidad fue pagada en dos partes, un millón y medio depositado en un banco de Londres, y el resto unos 5,5 millones restantes pagados en oro, si en lingotes de oro, que supuestamente Estados Unidos envió desde Londres a la ciudad de San Petersburgo, esto sucede por 1.868 y es embarcado en un barco con el nombre de Orkney. Con la mala suerte de que este barco se hunde antes de llegar a la ciudad de San Petersburgo. La compañía aseguradora de este cargamento se declara en quiebra para no pagar y por lo tanto Rusia no recibe ni un centavo del valor de este oro.

Pero como todas las historias, algunas son mentiras y esta al parecer es una de ellas pues el barco no naufragó y siguió navegando por esos mares muchos, muchos años.

En su lugar lo que sucedió es que Rusia decide gastar el valor de ese oro en compra en el extranjero o sea en Estados Unidos, de maquinarias para sus nuevos ferrocarriles que estaba construyendo y que necesitaba con urgencia desesperada.

Rusia entonces vende un tesoro por casi nada.

Los Mineros de oro de USA en Alaska, una pequeña historia

La pepita, de 21 libras de peso (9,52 kilos), del tamaño de la cabeza de un niño y una composición del 90% de oro, fue encontrada en 1998 por un minero llamado Barry Clay, quien trabajaba con su bulldozer en la mina de Swift Creek, cerca de la ciudad de Ruby, en Alaska, puesto a la venta por un precio de salida de un millón de dólares. Se trata de la llamada ‘Alaska Centennial’, una roca formada por más de un 90% de oro que fue desenterrada en 1998 .

Los mineros y gente común hacen negocio de la búsqueda de oro en los ríos helados de Alaska el oro entonces con un precio de 900 dólares por onza.

La nieve todavía llega a las rodillas a quienes remontan las riberas del Crow Creek, en cuyas aguas semi heladas se ven hombres agachados con agua hasta el pecho en medio del frío que todo lo invade.

Pero para Mike Telgenhoff y sus compañeros, es un día propicio para buscar oro.

''Nos conviene el invierno porque el riachuelo está poco profundo'', explicó Telgenhoff, vestido con un sombrero de cuero empapado y un traje impermeable. ''He ganado mucho dinero aquí pero también he gastado mucho, uno no se hace rico haciendo esto''.

Pero con los precios del oro cerca de un récord absoluto de 900 dólares la onza y la economía nacional deprimida, Alaska anticipa que cada vez vendrá más gente de EEUU a los confines del continente en busca de oro.

Wilgenhoff y otros dos mineros habitualmente están solos en este estrecho valle al sudeste de Anchorage después del congelamiento invernal. Pero una vez que llega el deshielo de primavera, anticipan ver a unos cuantos exploradores más.

La afiliación a clubes de búsqueda de oro está aumentando a nivel nacional, junto con la venta de detectores de metales y otros equipos de exploración minera a pequeña escala.

Unas 150 familias en Alaska venían del oro que encuentran, según funcionarios estatales. Pero los cateadores veteranos dicen que la minería a pequeña escala es generalmente imprevisible, dura de llevar a cabo y poco lucrativa.

''Es trabajo duro'', comentó Steve Harschbach, propietario de Alaska Mining and Diving, una tienda de suministros de minería en Anchorage. ''Conocí a un tipo en Nome al que le iba muy pero muy bien, pero era como un azadón humano. El individuo podía palear el día entero''.

Así que, finalmente, el Imperio ruso recibió algo de dinero en efectivo, pero 390 mil rublos era una suma que podía transportarse fácilmente en equipaje, sin que hubiera barcos designados para ello -excepto, por supuesto, los barcos que trajeron la maquinaria ferroviaria a Rusia más tarde.

¿Por qué Rusia vendió Alaska a los Estados Unidos?

En 1867 Rusia vendió el territorio de Alaska a Estados Unidos por 7,2 millones de dólares. Sólo en los primeros cincuenta años de propiedad, los norteamericanos obtuvieron ganancias cien veces superiores al valor de la compra. ¿Cómo dejaron perder las autoridades zaristas un bocado tan apetitoso?

La petición de adhesión de Alaska a Rusia, publicada en el sitio web de la Casa Blanca, ha recogido ya más de 35.000 firmas. Son muchos los que todavía creen que los norteamericanos robaron Alaska a Rusia, que la alquilaron y no la devolvieron a sus dueños.

En el siglo XIX la Alaska rusa era un centro de comercio internacional. En su capital, Novo Arjánguelsk (actual Sitka), se vendían telas chinas, té e incluso el hielo que se utilizaba en EE UU antes de que se inventaran los frigoríficos. Se construyeron barcos y fábricas, se extraía carbón. Ya entonces se tenía conocimiento de los numerosos yacimientos locales de oro. Vender algo así parecía una locura.

A los comerciantes rusos les atraía de Alaska el marfil de morsa, cuyo precio no era inferior al de elefante, y las preciosas pieles de nutria de mar que obtenían gracias al trueque con los aborígenes.

La transferencia oficial de las tierras se celebró en Novo Arjánguelsk. Tropas estadounidenses y rusas se apostaron junto a un mástil del que empezaron a arriar la bandera de Rusia después de una salva de cañones. Pero la bandera se enredó en la parte superior del mástil. Un marinero que se encaramó a la bandera la arrojó y por casualidad cayó directamente sobre las bayonetas rusas. ¡Una mala señal! Después de esto los norteamericanos empezaron a requisar los edificios de la ciudad, que fue rebautizada con el nombre de Sitka. Varios centenares de rusos, decididos a no aceptar la ciudadanía norteamericana, fueron obligados a evacuar a bordo de barcos mercantes y no pudieron volver a sus casas hasta pasado un año.

No tardó mucho en llegar la fiebre del oro de Klondike al 'cofre de hielo': este frenesí de inmigración en pos de prospecciones auríferas aportó a Estados Unidos cientos de millones de dólares.

Por esto a nuestro inicio de este artículo decimos que este fue y sigue siendo un negocio chimbo y amargo muy amargo para Rusia, sin contar hoy la posición geo estratégica que tendría hoy Rusia si no hubiese vendido Alaska por cuatro reales como lo hicieron en tiempos de los Zares.



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José Juan Requena


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