Doce eventos para el fin de una era

Si hubiese el siguiente consenso que desafiase la capacidad de respuesta de los EE.UU. en su ilusión de sostener simultánea y resolutamente varios conflictos en el mundo, es seguro que se experimentaría un colapso: 1. Rusia ataca sobreataca a Ucrania; 2. Irán desata una guerra en Irak contra los grupos terroristas financiados por los EE.UU.; 3. China ataca a Taiwán en pos de la recuperación de su histórica provincia; 4. Hezbolla y Siria atacan a Israel; 5. Bielorrusia ataca la frontera con Ucrania; 6. Rusia, al mismo tiempo que a Ucrania, desafía a Finlandia y Suecia; 7. Corea del Norte ataca a la del Sur; 8. Cuba y Nicaragua instalan bases militares rusas en sus territorios y empiezan a minar armamento; 9. el gobierno de Venezuela detiene a Juan Guaidó, esbirro gringo opositor golpista; 10. el gobierno de Petro en Colombia cuestiona la bases militares estadounidenses y pide su desincorporación; 11. la guerrilla colombiana se suma a la paz y el ejército colombiano empieza una guerra contra los paramilitares y los carteles de la droga, protegidos por los EE.UU. y la DEA…

Doce eventos que causarían indigestión en los centros de mandos estadounidenses, creídos dominadores del mundo. Durante la presidencia de Ronald Reagan, en ocasión de sus ataques a Libia, los gringos (presuntuosos) ya se preguntaban abiertamente si podrían al mismo tiempo ser eficientes en varias frentes de guerra. Pero ha ocurrido que el pequeño capítulo ruso-ucraniano ha desencajado a Washington: no ha podido ir más allá de hacer el vil papel de suministrador de armas a Ucrania, recibiendo intimidantes y crecientes amenazas rusas de ataque a su activos en guerra. Para sumar, los norcoreanos se burlan de ellos en su cara y lanzan misiles balísticos por encima de otros países; los iraníes los han intimidado con una astuta tecnología de drones en las aguas del Estrecho de Ormuz.

Para nada es exagerada la afirmación de que el mundo está dejando la unipolaridad y se deshace hacia una multipolaridad. Hasta un pequeño país como Corea del Norte refrena con firmeza al "perro rabioso" (frase de Mohamar Gadafí contra Reagan antes del bombardeo). Cuéntese, además, que hay unos tantos capullos de soterrados desafíos contra los gringos, uno de ellos el alemán. La grandeza alemana, amarrada por sanciones después de la segunda guerra mundial, continúa amordazada, ahora por los Estados Unidos. Alemania es hoy un pequeño país obligado a vivir en el vacío cascarón de su otrora magnificencia. Se comprende que le cueste tragarse que la devuelvan a las plantas de carbón (siglo XVIII) porque a la administración de Biden se le antojó cortarle el gas ruso con el propósito de venderles el suyo, el gas licuado gringo. Italianos, húngaros, turcos, etc., también hacen temblar sus capullos con contracciones de protestas. Hasta Australia, consuetudinaria perrita faldera, estremeció su crisálida cuando murió la reina Isabel, casi proclamando que no es parte de ninguna asociación de ex colonias británicas (Commonwealth).

Cuando semejante ejército de abejorros y crisálidas se determinen a un raudo vuelo o a una estremecedora eclosión, el mundo de fuerzas únicas conocido en la actualidad habrá dejado de ser.



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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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