La hipocresía como último recurso del « tigre de papel »

En octubre 2001, el Comandante-Presidente, Hugo Rafael Chávez Frías, acudía a dialogar con su pueblo mediante una alocución televisada por el canal del Estado Bolivariano, dijo aquella noche: «Nosotros apoyamos la lucha contra el terrorismo pero, no se entienda esto como una carta blanca para que se haga cualquier cosa y nosotros seguimos pidiendo, hoy todavía, después de mes y medio casi dos meses, Dios mío, por la paz…». La Operación «Libertad Duradera», se desplegaba en contra de la población afgana en su claro propósito de propiciar el cambio de régimen de los talibanes que, para entonces, llevaban cinco años ejerciendo su gobierno. Solo que, para su desgracia, al mulá Mohamed Omar, se le ocurrió –en concordancia con su religión- desestimular la siembra de amapolas, base para la producción de la heroína, droga de alto consumo por la juventud estadounidense, y allí comenzaron las discrepancias entre la CIA y el gobierno talibán. La Administración Bush, tras los sucesos del 11 de septiembre de 2001, encontró en el terrorismo el justificativo necesario para invadir Afganistán y desplazar a los antiguos «Guerreros de la libertad», aliados estratégicos del gobierno de Donald Reagan y la CIA, en su batalla contra la extinta URSS. Así, que transcurridos apenas dos meses de iniciada la invasión imperialista, Chávez, siente la obligación moral de alzar su voz por los derechos humanos de aquel pueblo asediado por los masivos e inclementes bombardeos imperialistas, reflejados en las fotos que los medios occidentales dejaban colar a un público que clamaba por venganza «en nombre de la libertad». En contraposición, Chávez, levantó su voz libertaria a favor del pueblo pobre afgano: «Que se busque a los terroristas pero así no ¡ah! (Chávez muestra un periódico con fotos de niñas y niños muertos). Así no, miren estos niños, estos niños estaban vivos ayer, estos niños estaban comiendo con su padre y les cayó una bomba, una bomba de las que están lanzando sobre Afganistán, esto no puede ser. No se puede decir que fue un error, ¡un error y van a seguir cometiendo errores! Pedimos que se piense y que se rectifique a tiempo». Y en expresión –clarividente- de lo que apenas comenzaba, manifestó su preocupación por lo que estaba ocurriendo y el error que ello significaba: «Lo vuelvo a repetir, después de más de un mes, aquí lo dije: ¡No se puede responder al terror con más terror!». Sus palabras en desacuerdo, se las cobraría la Administración Bush, unos meses después con el sangriento golpe de Estado de abril de 2002, que duró escasas 47 horas, pues el pueblo -Constitución en mano- restableció a Hugo Chávez en Miraflores.

Veinte años después de aquella aventura imperialista, no podemos dejar de manifestar que, Hugo Chávez, tuvo –absolutamente- toda la razón en su llamado de advertencia al imperialismo (EEUU y Europa): « ¡No se puede responder al terror con más terror!». Lo hemos visto, recientemente, tras la retirada de las fuerzas imperialistas del aeropuerto de Kabul y el atentado terrorista allí ejecutado por una rama de Al Qaeda, evidenciando que goza de buena salud. Como muestra que, después de 20 años, miles de muertos y centenares de miles de heridos y un Estado destruido, reconstruido en parte y más de 1 billón de dólares provenientes de los contribuyentes estadounidenses, malgastados en una guerra inútil que ha dejado las arcas del imperio exhaustas y endeudadas más de la cuenta. Cuatro Administraciones o gobiernos: George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump, y Biden, se han topado con Afganistán y los talibanes, sus «Guerreros de la libertad» y han fracasado; como fracasó, el poderoso ejército afgano de 380 mil miembros, construido y equipado con recursos de EEUU y Europa, vuelto nada ante el avance de la poderosa milicia talibán. Si Vietnam demostró, que la invencibilidad del ejército de EEUU era un fake news; Afganistán, demuestra que los EEUU, son solo un tigre de papel, según la visionaria expresión de Mao Tsetung: «En la actualidad, el imperialismo norteamericano exhibe una gran fuerza, pero en realidad no la tiene. Políticamente es muy débil, porque está divorciado de las grandes masas populares y no agrada a nadie; tampoco agrada al pueblo norteamericano. Aparentemente es muy poderoso, pero en realidad no tiene nada de temible: Es un tigre de papel. Mirado por fuera parece un tigre, pero está hecho de papel y no aguanta un golpe de viento y lluvia. Pienso que Estados Unidos no es más que un tigre de papel…» (14 de julio de 1956).

Impedido de ejecutar grandes misiones militares como las que le caracterizaron en el inicio del presente siglo, se refugia ahora el imperialismo en su maquinaria de guerra mediática, que reclama como insumo fundamental: la mentira, el fake news y el palangrismo. En resumen, mucha hipocresía. Refiere, José Ingenieros, tal cual si estuviera describiendo a la élite política imperialista: «El hipócrita transforma su vida entera en una mentira metódicamente organizada. Hace todo lo contrario de lo que dice, toda vez que ello le reporte un beneficio inmediato; vive traicionando sus palabras, como esos poetas que disfrazan con largas crenchas la cortedad de su inspiración. El hábito de la mentira paraliza los labios del hipócrita cuando llega la hora de pronunciar una verdad. Así como la pereza es la clave de la rutina y la avidez es móvil del servilismo, la mentira es el prodigio instrumento de la hipocresía» (El Hombre Mediocre).

En su afán de intentar mantener algún control sobre el gobierno talibán, los chantajea con el asunto de los derechos humanos de las mujeres afganas. Activa su agente en la Comisión de DDHH en la ONU, Michel Bachelet, quien –diligentemente- exige respeto a los derechos humanos para las mujeres, niñas y niños afganos al gobierno talibán. Exigencia, que nunca le habíamos escuchado plantear al gobierno imperialista de los EEUU, en relación a la grave situación de violación masiva de los derechos humanos de las mujeres estadounidenses. Según un informe elaborado por la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica (NCADV), año 2020. La nación estadounidense, se encuentra entre los diez países donde las mujeres corren más riesgo de ser agredidas sexualmente y tiene una media de tres feminicidios diarios. La Línea Nacional de Violencia Doméstica, recibe –diariamente- un promedio de veinte mil denuncias y la mayoría de las víctimas de abuso físico en los Estados Unidos, se encuentran en el grupo de edad de 18 a 24 años. Además, el 40 por ciento de las mujeres que sufren de violencia física pierden su trabajo por razones de salud, mientras que los incidentes de violencia intrafamiliar le cuestan a la economía estadounidense USD 8.3 mil millones anuales. Un estudio de la ONU, señala, que los Estados Unidos se encuentra entre las naciones líderes en casos de violencia que resultan en la muerte de mujeres embarazadas y/o sus bebés. Los registros, demuestran que las mujeres víctimas de violación en los Estados Unidos, son diez veces más propensas a consumir drogas que el promedio general, lo que las deja más vulnerables a la próxima agresión sexual. Los Estados Unidos, son el tercer país del mundo en agresión física a la mujer después de India y Afganistán.

En el Informe de Amnistía Internacional 2020/2021, esa ONG alerta: «Las mujeres indígenas [en los Estados Unidos] continuaban siendo víctimas desproporcionadas de violación y violencia sexual, y carecían de acceso a asistencia básica posterior a la violación». Quizás, poco le importe a la agente del gobierno de los Estados Unidos ante la Comisión de DDHH de la ONU, ésta situación de la mujer indígena estadounidense, al igual que poco le importaron los derechos humanos del pueblo Mapuche cuando ejerciera la presidencia de Chile. Tal cual, lo dejaron reflejado por escrito Alfredo Seguel y Sergio Millamán, del Grupo de Trabajo Mapuche por Derechos Colectivos, Nicolás Impamo y Mariano Estrada, en representación de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas, en senda comunicación dirigida al rector Josep Joan Moreso, de la Universidad Pompeu Fabra, con motivo de que esa casa de estudios le concediera el doctorado Honoris Causa en mayo 2010, a la hoy Alta Comisionada de los DDHH de la ONU, Michel Bachelet. Los indigenistas Mapuches, expresaron en su comunicación con relación a la presidencia de Bachelet lo siguiente: «dejó una pesada herencia en políticas indígenas» y «se fue con las manos manchadas de sangre y con más de cien prisioneros políticos, con sistemáticas violaciones a derechos humanos para reprimir las legítimas reclamaciones por tierras ancestrales». Afirma, José Ingenieros: «El hipócrita, transforma su vida entera en una mentira metódicamente organizada. Hace todo lo contrario de lo que dice, toda vez que ello le reporte un beneficio inmediato; vive traicionando sus palabras, como esos poetas que disfrazan con largas crenchas la cortedad de su inspiración…» (El Hombre Mediocre).

Frente a la activación de la guerra mediática como último recurso del imperialismo contra los pueblos del Orbe, levantemos las banderas de Hugo Chávez como respuesta: «No es tiempo del odio. Dice el Eclesiastés "todo tiene su hora". Este no es el tiempo de la guerra, es el tiempo de la paz y es lo que se ha impuesto. Este no es el tiempo de las dictaduras, es el tiempo de la democracia y es lo que se ha impuesto. No estamos en el tiempo del odio, estamos en el tiempo del amor y es lo que se está imponiendo y tiene que imponerse. No es el tiempo de la mentira, es el tiempo de la verdad y es lo que se ha impuesto…» (Declaraciones del Comandante Presidente Hugo Chávez, en la rueda de prensa con los medios internacionales, Palacio de Miraflores, Caracas, Parroquia Catedral, Municipio Libertador, Distrito Capital, Venezuela. 15/04/2003).

Postscriptum: «Una economía fantasma, incapaz de sostener el PIB mundial, que ya entró en una fase descendente desde su máximo poder en 1945, marca el fin de Estados Unidos como la cara visible del mercado mundial. Las potencias emergentes quieren sacudirse el dominio del dólar y lo lograrán gradualmente, en la medida en que muden sus reservas en dólares hacia divisas más estables y con mayores respaldos productivos. Cuando se produzca el fin de este ciclo, dice Galtung, habremos llegado al fin del imperio». En «La caída del imperio estadounidense»; el académico, Johan Galtung, predijo el fin del imperio estadounidense para el año 2025, profecía que redujo en cinco años debido al extremo militarismo de George W. Bush y le añadimos, también de Barack Obama, con lo que desde 2020 estamos abocados a un cambio de era. En tal sentido, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular de China, en sendo comunicado ha manifestado su opinión sobre la situación que deja los Estados Unidos tras su retirada de Afganistán, en términos duros pero diplomáticos: « Wang Yi, Canciller chino, indicó que Pekín intentará "animar a los afganos a establecer un país abierto de forma acorde a las condiciones nacionales y con una estructura política inclusiva". Según Wang, "los hechos han demostrado nuevamente que es difícil afianzarse a través de la imposición mecánica de modelos extranjeros en países con una historia, una cultura y unas condiciones nacionales diferentes". "Un régimen no puede aguantar sin el apoyo del pueblo", declaró el canciller chino, quien apuntó: "Solucionar problemas a la fuerza y por medios militares solo aumentará los problemas. Hay que reflexionar seriamente sobre esta enseñanza"». Sin hipocresía de ningún tipo y la característica sinceridad de los chinos y chinas, en sus relaciones internacionales con otros pueblos del Orbe…

Caracas, 29-08-2021



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Henry Escalante


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