Los macabros y terroríficos hechos ocurridos en Cali-Colombia recientemente, donde 5 niños fueron víctimas de una masacre por instrucciones de una desalmada mujer, se suman a la lista del homicidio de 8 jóvenes quienes a tan solo una semana del infanticidio fueron salvajemente asesinados por bandas criminales por el control del narcotráfico y el territorio.
La historia de estos viles crímenes pareciera extraídos de los famosos relatos de los grandes de la literatura de terror como Alfred Hitchcock o la célebre escritora Británica Agatha Christie, ambos se caracterizaron por el género de suspenso y el terror psicológico.
Nada más lejos de la ficción la cruel y violenta realidad que viven los colombianos y colombianas en la actualidad, donde en los últimos episodios liderados por asesinos despiadados han quitado la vida a 16 jóvenes, quienes se convierten en el conejillo de indias de los magnates del terror y el crimen organizado.
En el caso de los 5 niños masacrados se evidenció que los conflictos vecinales y el egoísmo que caracteriza a algunos seres humanos, fue el móvil que llevó a una mujer a ordenar el sicariato de una humilde familia para dejar por sentado el dominio de un territorio.
En otro hecho de sangre en Samaniego Nariño, hombres armados acribillaron a 9 jóvenes que departían en una casa campestre. Del mismo modo en la lista de exterminio se incluyen a los dos estudiantes asesinados el pasado 09 de agosto en los límites entre Cauca y Nariño. La histórica deuda social del Estado Colombiano se combina con la ruta del narcotráfico, cultivos ilícitos y la minería ilegal para convertirse día a día en un coctel mortal que sigue cobrando vidas inocentes, sin eficientes políticas para erradicar el crimen.