Mi palabra

La amenaza de Bolsonaro es para reir

"Una vez es chiste,

dos es gracia,

pero tres son chingaderas."

Proverbio mexicano

De todos los candidatos que han sido electos a la presidencia de su respectivo país en América Latina, el más desprestigiado antes de ejercer el cargo es Jair Bolsonaro. Sé sabía de antes mano, por todos sus antecedentes fascistas, y opiniones totalmente alocadas que ni el mismo Hitler, ni el encargado de propaganda se atrevieron a pronunciar de manera directa. Paradójicamente su segundo nombre: MESSIAS, es una verdadera ofensa para los verdaderos católicos del mundo, y para mí en particular; aun, cuando no práctico ninguna religión, pero soy un ferviente admirador de ese gran hombre de carne y hueso: Jesús de Nazareth, que vino al mundo para romper las cadenas de la esclavitud, y por eso fue crucificado por los poderosos de aquel entonces, tan iguales a los de hoy.

En apenas, menos de un año se ha desenmarañado toda la marañs que montaron en Brasil, para sacar de la Presidencia a Dilma Rousseff, y a la vez quitar del camino a Luiz Inácio Lula da Silva– el popular Lula– a quien todas las encuestas lo colocaban por encima de este Bolsonaro, el cual se regocija al dar demostraciones de haber llegado para hacer cualquier mandado encomendado por el pistolero de la Casa Blanca: Donald Trump.

Desde el mismo momento de salir electo, empezó a destacarse a través de los distintos medios, por su raro comportamiento, más allá de su paso por el ejército brasileño, donde prácticamente no tuvo ningún hecho relevante, a excepción de sus ideas propias de un terrorista–planificar atentados con bombas– motivo por el cual fue expulsado, pero lejos de rectificar, en cada expresión justificaba las dictaduras militares, incluso iba más allá de lo que habían hecho, o dejaron de hacer, cuando en una entrevista se le ocurrió semejante disparate: "Hay que hacer lo que no hizo la dictadura ¡Tenemos que matar a más de 30000 personas, para que algo cambie, porque con votos no se puede!". Ese, es, el personaje electo por el voto "popular" en Brasil. Un presidente con las ideas de Pinochet, entre ceja y ceja.

Este Bolsonaro, llegó a Brasil para abrirle espacio al neoliberalismo, al lado de otros mandatarios, que se afincan para reforzar sus pretensiones, atacando desde todos los flancos posibles al gobierno de Nicolás Maduro. Tan es así, que apenas creyeron conveniente, se atrevieron invitar al autoproclamado de Venezuela en una gira, como cualquier artista de farándula, sin percatarse que el personaje, es tan hueco y vacío, que nada es más parecido a un muñequito de torta.

Los resultados del neoliberalismo los estamos viendo en estos momentos, precisamente en los países, donde los ejecutantes –gobernantes– de ese modelo económico se valen de cualquier medio para presentarlo, como la panacea a los grandes males, y Jair Bolsonaro, parece llevar la batuta por "representar" al gigante de Suramérica. Ecuador despertó, y el traidor de Lenin Moreno, le faltó poco para salir "corriendo", no quedándole otra: rectificar en medio de una revuelta justificada en todos los sentidos; quedando un gobierno, cuestionado, desmoralizado, y temeroso antes otro sacudón. En Chile, la llama de la conciencia sigue encendida en el mínimo rincón, reclamando frente al que hasta poco representaba un arrogante peón del imperialismo, hoy es una mansa oveja, pero le tienen la vista puesta, antes cualquier intento de voltear la mirada hacia el norte en busca de nuevas órdenes.

Este repunte de los pueblos, ha golpeado al fascista de Bolsonaro, en lo más profundo de su ser, y la última campanada la escuchó el domingo, cuando en un día de elecciones, casi todos los resultados les dijeron: ¡No, al neoliberalismo! Este aviso lo carga en el oído, como un grillo en la noche, cuando no deja dormir. La única respuesta antes los números adversos a los cabrones del neoliberalismo, parece una expresión de un niño malcriado, después de una pelea por una golosina. Los ademanes de una bestia indomable, los cambió con la mano volteada ¡No lo voy a felicitar! Antes, había amenazada con sacar a la Argentina de Mercosur, de ganar la formula; Alberto Fernández, y Cristina Fernández de Kirchner. ¡AMANECERA Y VEREMOS! La última palabra la tiene el pueblo, el verdadero juez en momentos de crisis.



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Narciso Torrealba


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