El Pinito

Se convirtió en referencia para direcciones: a dos cuadras del pinito, del pinito para arriba, del pinito para abajo, en las casas frente al pinito, las casas que están cerca del pinito. En la parada del pinito, en el pinito me apeo. El pinito es un árbol que sobrevivió a la lotificación de la nueva colonia que a finales de los años 80, deshizo las llanuras cercanas a la aldea El Calvario, La Ceiba y la colonia residencial Las Terrazas, misma que fue nombrada Ciudad Peronia y que en lugar de calles y avenidas tenía ríos: río Usumacinta lote 2, Río Danubio lote 10, Río Éufrates lote 5.

El pinito está en la esquina de la calle Danubio y el bulevar principal, a mano derecha yendo hacia la aldea La Ceiba; es un árbol de pino alto, alto, alto al cual le fueron cortando las ramas con el paso de los años y ya para finales de la década del noventa tenía solo el copete. Está ubicado en una cuchilla: un pedazo de terreno que nadie toca porque le pertenece a El pinito, por naturaleza.

Del pinito para arriba se llega a la colonia Jerusalén, que antes fue una enorme arada con zacatales donde abundaban las hojas de dormilonas, los escobillos y las flores de mayo que siempre nacen con el primer aguacero. A media cuadra del pinito para arriba, a mano izquierda está el cruce para el río Colorado.

En el río Colorado a mano derecha, yendo hacia la bomba de agua, se encuentra la tienda de doña Irene, que ha alimentado familias completas durante años, una de las primeras tiendas tipo abarrotería en Ciudad Peronia, también se encuentra el molino de masa donde Juanito desde la madrugada molía nixtamal y recados para tamales, hasta que se fue pal norte de indocumentado. Eso, en la década del noventa.

Del pinito guardo recuerdos imborrables, su sombra nos permitía descansar unos minutos en nuestro trayendo al mercado, en la jornada diaria de vender helados.

El pinito debería ser declarado Patrimonio de Ciudad Peronia y ser cuidado con sumo interés, porque ha sido testigo del paso de generaciones enteras y guarda en su corteza la memoria colectiva de Ciudad Peronia y lo que hubo ahí antes de que llegaran las máquinas a lotificar el zacatal que se convirtió en uno de los arrabales más poblados de Guatemala.



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Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

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