Marina Da Silva candidata presidencial brasileña, enseña a mear fuera del perol

"Pa´ mí, no sé pa´ ti", como solía decir el inigualable Joselo, la mejor película de Mario Moreno "Cantinflas", fue "Ahí está el detalle". En ella pronunció aquella sentencia irónica y genial de "no me defiendas compadre". Para quienes no han vista esa cinta, les informaré que eso dijo, cuando quien debía defenderlo, por un error en el cual estaban envueltos acusador, testigos, jurado y hasta defensor, este admitía supuestas culpas de su defendido intentando que la pena fuese nada rigurosa. El acusado, Cantinflas, nada tenía que ver con el crimen o juicio que se ventilaba.

Recuerdo ahora a Cantinflas y esa película, por unas declaraciones sobre Venezuela que acaba de dar en Brasil, en medio de la campaña electoral que allí ya está desatada, Marina Da Silva, quien fue ministra de Lula y líder de un partido ecologista de su país.

Recuerdo haber leído antes un currículo del personaje y sé que está adornado de ciertos pergaminos académicos y una relativa larga lucha política y por el ambiente en su país. Tanto que es esta la segunda vez que acude a un proceso electoral como candidata presidencial y goza de un respetable apoyo, como que se ubica en el tercer lugar en las encuestas, siendo el primero Lula.

Digo lo anterior porque, justamente por eso, me asombra como en el exterior, hasta allí mismo en Brasil y personajes de tanta significación están tan mal informados acerca de lo que sucede en Venezuela. Sus declaraciones, en las que pareciera estar "preocupada" por las vicisitudes que padecemos los venezolanos, le provocan a uno decir aquello que dijo Cantinflas, "no me defiendas compadre".

Se queja la candidata que "América Latina podía haberse articulado para evitar la catástrofe humanitaria de Venezuela". Eso sí, lo que parece como común en quienes juegan al gato y al ratón, elude hacer mención a las sanciones que EEUU aplica a Venezuela. Porque esas sanciones, como dijo con justicia, aunque parezca mentira, la gobernadora del Estado Táchira, que es opositora, en realidad a quien afectan es al pueblo. A quienes están en Miraflores y otros altos puestos de gobierno les resbalan. A ellos no les falta comida ni medicinas. Como tampoco a los empresarios que se unen a las sanciones y las aprovechan para hacer grandes negocios. Y menos a los políticos encumbrados de la derecha que tienen sus potentes enchufes, aviones, pasaportes y pacas de dólares.

No, la candidata brasileña Marina Da Silva no dijo nada de eso. Pero si dejó entrever, que toda la culpa recae en el gobierno. Siempre los venezolanos hemos dicho que es más cómodo meterse con el más pendejo. Porque si es verdad que el gobierno tiene mucha responsabilidad por la ineptitud, derroche, negligencia e incapacidad, la oposición y EEUU cargan con una culpa hasta más grande, porque por el ansia de salir del gobierno han llegado hasta los límites de la crueldad. Lo de "dólar to day", es una maldad, como lo es la desmedida especulación, la corrupción de factores gubernamentales y el hacerse el loco del gobierno. Todo eso forma parte del cuadro.

Pero como en la vida no todo es malo, dijo algo que en lo formal pareciera ser sensato, prudente y hasta provechoso. Como que "América Latina podría ayudar por la vía diplomática a sacar a Venezuela del estado en que se halla". Claro, ella no define cómo y uno pudiera quedarse en el aire sino no es que al final larga una opinión que uno no sabe si la recogió en un diario que le voló sobre la cara o un medio de esos que no dejan que la vida fabrique las noticias sino que ellos se ocupan de eso y largó un cuento sacado uno no sabe de dónde y menos se atreve a opinar sobre el origen para no difamar como lo hace lo que a ella le dijeron.

Los juicios emitidos sobre Venezuela, los principios democráticos y los derechos humanos están llenos de prejuicios e indisposiciones. Tanto que, el medio informativo que recoge sus opiniones, dijo: "Silva afirmó que nadie puede decir que Venezuela vive un régimen democrático si en las últimas elecciones grupos armados y el propio Ejército estaban en las calles para impedir que los electores votaran por candidatos de oposición al Gobierno.

Si la señora Da Silva, candidata a la presidencia de Brasil, maneja en su campaña una información tan sesgada como esa, que puede esperar uno si ella intenta defendernos. Lo que más convenía al gobierno, en cierta medida, es que la votación de Falcón, el candidato principal opositor fuese alta y la abstención, derivada no de eso que dijo la brasileña, sino por distintos factores, como que sectores opositores la promovieron, fuese reducida. De esa manera, la oposición que intenta sacar al gobierno por medios no constitucionales, hubiese quedado en peor oposición que la que ahora tiene.

De la campaña electoral reciente de Venezuela se pueden decir muchas cosas, sería bueno que la señora Da Silva se informara para que opinara como gente sensata y no como una vulgar política ideologizada y hasta idiotizada que llega a decir esa barbaridad y hasta al extremo pecado que "grupos armados y hasta el ejército salieron a la calle a impedir que la gente votara". A tal atrevimiento no ha llegado aquí ni siquiera la oposición misma y hablo de la más recalcitrante enemiga del gobierno.

Si no fuera por la crueldad que esa mala información encarna, más tratándose del personaje quien de eso se hizo portavoz, uno se conformaría con decirle como Cantinflas en "Ahí está el detalle", "no me defiendas compadre".

Pero eso es demasiado. Como que una candidata presidencial, de un país tan importante como Brasil y sin ser ella, por lo que uno sabe, agente o militante de factores radicales, emita opiniones tan fuera de sentido y sin asidero alguno en la realidad. ¿Si ella cae en eso, de buena fe, cómo será en gran parte de la población mundial? Como decía Galeano, "el mundo al revés".

Leo y escucho con frecuencia a gente humilde, hasta vinculada familiarmente con uno, decir insensateces como esas, por falta de información y suficiente capacidad para captar la realidad, pero es inaceptable que lo diga un personaje como la señora Da Silva.

Una cosa es oponerse al gobierno o no gustarle como este se maneja y otra inventar cosas inverosímiles como esas y hasta infantiles para sustentar posiciones políticas y hacer campaña electoral.

Uno que sabe bastante de lo que aquí sucede; como se balancea la carga de las culpas, las del gobierno, oposición y hasta la injerencia extranjera, de Brasil mismo, percibe que Marina Da Silva, con esas opiniones como tomadas de un medio muy sesgado, está "meando fuera del perol".



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Armando Lafragua


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