Donald Trump y el accionar delictivo estadounidense tras la teoría del hombre loco

El desarrollo de las doctrinas de seguridad nacional (DSN) estadounidenses desde las concepciones Bush, Obama, Clinton, contra el terrorismo y posteriormente como ayudas humanitarias devastaron la historia babilónica, los orígenes de la civilización occidental, los pueblos de África y medio oriente. Crearon el éxodo humano más importante, significativo, en 2000 años.

Desprestigiada por las atrocidades cometidas, interna y externamente, la elite política estadounidense, su gobierno, pierde credibilidad, confianza, influencia geopolítica y estratégica, económica. Las continuas y prolongadas derrotas políticas, económicas y militares en el campo internacional estremecen la sociedad estadounidense. Contra el premio nobel de la Paz, contra la exclusión, la segregación racial, en las calles se oye un clamor, un grito de libertad;

─¡Déjennos respirar!

Para la supervivencia del establishment, antes fue urgente y necesario elegir un presidente de color, político, de altos méritos académicos, premio nobel de la paz, que ocultara las atrocidades, el horror, la barbarie cometida en la lucha contra el terrorismo, ahora era imprescindible otro presidente que oculte el descontento, la desconfianza, la perdida de influencia, el terrorismo y sus consecuencias, la devastación y muerte de la llamada ayuda humanitaria. ¡El descontento social interno!

De los camerinos teatrales ─poder del espectáculo, farándula, show y concursos de belleza…─ colocan en la presidencia de la mayor potencia bélica y destructiva de la humanidad, a un empresario prospero, productivo…, que devolviera al pueblo estadounidense la grandeza y bienestar perdido.

¡Aún se discute si fueron los rusos quienes lo colocaron en el poder!

Los medios lo acusan, lo alaban, lo vapulean, le dan y le quitan cuando le conviene, ¡con falsas noticias lo sustentan en el poder!

Se desenfrena, se encoleriza… Mira, mira de forma despectiva, despreciativa, a Ángela Merkel. Regaña, ordena a Juan Manuel Santos y a todo presidente o jefe de Estado o gobierno que no le rinda pleitesía.

Los gobiernos afines latinoamericanos corren, se postran, se auto definen como perritos alfombreros, a la orden y disposición del amo. ¡Quieren enmendar la plana torcida de la campaña electoral cuando todos apoyaron la candidatura de la malvada señora Clinton y ocultar las corruptelas gubernamentales!

Histérico exige, amenaza, sanciona, conmina… a compañías estadounidense, extranjeras, a gobiernos, personas… Desde el palco de oradores, de la Asamblea General de Naciones Unidas, vocifera a los cuatro vientos que Estados Unidos es la nación más poderosa sobre la tierra; los pueblos, religiones, gobiernos, naciones deben rendir pleitesía, tributos, deben seguir, cumplir y hacer cumplir las ordenes y disposiciones emanadas del gobierno de los Estados Unidos ─su gobierno─ de lo contrario serán sancionados. Su predecesor, premio Nobel de la Paz, una vez señaló, que cuando no es por las buenas, los Estados Unidos, ¡su presidente ordena torcer el brazo!

Su "embajadora" no puede ocultar el despotismo, la falta de tacto, de diplomacia, de humildad…, ¡se avergüenza, cierra los ojos, baja la cabeza!...

Donald Trump "maneja" la presidencia de los Estados Unidos como un auto, como su empresa, no guarda apariencias, normas diplomáticas…, es su empresa y punto, ¡te gusta te quedas no te gusta te vas! ¡Soy el amo, dueño y señor! Al mejor y más retrogrado estilo colonial americano.

A capricho, cual brabucón callejero, define la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) estadounidense mediante la cual Estados Unidos es el centro de poder político, económico, militar mundial. ¡No hay multipolaridad posible! Declara enemigo a muerte a todo el que no lo acepte.

¡Ordena ir contra el Pueblo Palestino y su identidad existencial, religiosa, Jerusalén! Honduras y Guatemala, dan un paso al frente, sin perder tiempo validan la orden.

¡El mundo tiembla de pavor. Ni sus mejores aliados se salvan!

Sus bravuconadas, charlatanerías, torpezas…, conducen al desprestigio mundial, a la incredulidad y desconfianza, a la ¡soledad! y consecuente al aislamiento internacional. Apartado de las decisiones políticas, ensimismado y distraído por sus show y programas televisivos, faranduleros, el pueblo estadounidense resignado a su fatídico destino, cual sociedad pérdida, ¡calla! ¡Teme!.

El poder en las sombras parece derrumbarse. ¡Nacional e internacionalmente la sociedad esta horrorizada, cautelosa, desconfiada del gobierno estadounidense y su capacidad política, intelectual y diplomática para afrontar y resolver conflictos por vías pacificas!

Los medios, inculcadores de opinión mediante innumerables "falsas noticias", corren en auxilio, ¡es su momento en la escena teatral! ─¿deben e intentan sustentan al gobierno de Donald Trump, al poderío estadounidense?─. Su papel escenográfico, consiste, desesperada e imperativamente, en lavar, limpiar, maquillar la histérica amenaza de Donald Trump, la imagen y credibilidad perdida…, del indefenso pueblo-nación, ¡a merced de un presidente loco!

─¡El pobre Donald Trump, está loco!

Opinadores, políticos, periodistas, artistas, psicólogos, sociólogos, astrólogos, astrónomos… desde los medios, constructores de las "falsas noticias", señalan que:

"La no solución de los problemas nacionales e internacionales, la falta de libertad, democracia, justicia, progreso…, la impotencia por la no colaboración mundial con Estados Unidos para solucionar los problemas de la humanidad, colocan al humilde, trabajador, desinteresado…, e indefenso Donald Trump en modo stress."

Entonces; Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, la mayor potencia bélica y destructiva de la humanidad, ¿está loco?.

¡Es un hombre loco y como tal no es responsable de sus actos!

Tampoco lo es el pueblo, la sociedad, el Estado-Nación. En consecuencia, todo es valido, todo es permitido, nada, ninguna acción por inhumana que resulte, es penable…

¡Donald Trump lo sabe! ¡Su gobierno y los medios, formadores de opinión y falsas noticias, también lo saben!

¡No hay legislación, institución u organismo internacional, Estado, autoridad ni gobierno que sancione a un hombre loco!

¿Qué hará la humanidad? ¿Qué pasa, qué piensa, la sociedad, el pueblo estadounidense?



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Felipe Marcano


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