Seguí con atención el discurso de toma de posesión del Presidente Lenin Moreno recientemente electo en la hermana República del Ecuador. Debo reconocer que fue un discurso moderado – diría más bien una conversación – donde demostró tener toda una capacidad para captar la atención del auditorio. Discurso aderezado por comentarios, alguna anécdota, humor e invitación a dejar de ser víctimas, impulsar el diálogo, la corresponsabilidad y hacer ejercicio de la alegría porque el odio daña a quien lo profesa. Así también hizo un llamado de atención a los empresarios y a los políticos en el sentido de que no cometer el desatino de hablar mal de su país en el exterior. A los medios de comunicación les indicó que fueran responsables con el país e íntegros; que escribieran a la luz de la verdad y no con la sombra del odio.
No obstante, lo que prendió mis alarmas fue lo siguiente: "Si de escoger se tratara, yo prefiero sistemas como el de algunos países europeos en donde la figura del presidente pasa casi inadvertida. La ciudadanía allí está generalmente satisfecha con la acción de su gobierno, y si es que no lo están acuden tantas y cuantas veces sea necesaria a expresar su voluntad y decidir con su voto los cambios que se requieren. Allí todo parece funcionar bien de esa manera, porque cada uno hace lo que le compete y lo hace bien. Vamos a velar porque así sea. Ese es el liderazgo que prefiero."
Tan buena que venía la vaina y en el anterior párrafo se coló el eurocentrismo; la crónica, triste y lamentable costumbre de pretender meternos por el carril de la idiosincrasia europea.
Disculpe Presidente Lenin Moreno pero mi Ideología Bolivariana y Robinsoniana me ha enseñado que para nosotros la Patria es América.
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