Evo: y su odio contra Chile

Desfigurar las ideas es una labor de triquiñuela, de farsante, de destripador, de adulterador y de mafia de la mentira. En tiempo de crisis del capitalismo la mentira se eleva por sobre todos los conceptos de las ciencias y con su arrogancia cree tensionar el sueño de la política. Se olvida que en el mundo de la lucha de clases también hay ideología. Y ésta, tiene su concepción de mundo. Las patas cortas de la mentira le causan muchos tropiezos aunque sus uñas sean tan largas como largas las manos de los gigantes que moraba don Quijote cuando se acercaba a los molinos de viento.

                La política de expansionismo no es exclusiva del imperialismo. Cualquier Estado, ante otro Estado que se quede dormido y no sepa defender su territorio, que tenga la oportunidad de extender sus fronteras, lo hace sin contemplación de ningún género. Sólo un Gobierno proletario es capaz de devolver los territorios que hayan sido anexados a su país por gobiernos anteriores reconociendo que no les pertenecen. Eso hizo el Gobierno Bolchevique encabezado por el camarada Lenin tan pronto culminó la Primera Guerra Mundial y, de paso, recuperó los que el imperialismo alemán les había despojado mediante la firma de un Tratado de falsa paz. Pongamos un ejemplo: el Gobierno argentino reclama Las Malvinas pero ha sido incapaz de expresar que en el pasado gobiernos reaccionarios de Argentina, Brasil y Uruguay les robaron territorio a Paraguay. ¿Por qué no se ponen de acuerdo ahora, cuando hablan hasta de socialismo, y se lo devuelven? Sencillamente, porque el capitalismo no lo recomienda.

                No nos traslademos a conflictos bélicos que arrebataron territorios a las naciones vencidas. Hablemos del presente cuando el enemigo principal de la humanidad es el imperialismo capitalista representado por no más de cinco a siete potencias que todos conocemos sus nombres. Hablemos de las necesidades de los pueblos que son esenciales en este tiempo. Entre esas necesidades, sin duda alguna, está una salida al mar por muchísimas razones. Pues, Bolivia la necesita y eso lo saben los gobiernos de los cinco continentes, los de América Latina y el Caribe y, especialmente, el de Chile que es, de paso, quien le niega esa salida al mar al pueblo boliviano. Se sabe que Bolivia tuvo salida al mar con todos los derechos y deberes que ello implicaba. Un Tratado de 1904 obligó al Gobierno boliviano, por múltiples razones que le desfavorecían, a firmarlo y entregar su soberanía marítima. La causa del conflicto había sido por la ocupación del “territorio salitrero de Antofagasta y el territorio salitrero de Tarapacá” (economía y punto). El Gobierno de Chile lo sabía y se aprovechó de las grandes debilidades y necesidades que tenía la nación boliviana. Esa es la historia verdadera.

                Evo, lo que está haciendo es solicitar con justicia que se le devuelva la salida al mar para Bolivia. Eso debería ser suficiente para que un Gobierno democrático de Chile, lo devuelva. Pero el señor Piñera ni es democrático ni es socialista, ni es un gobernante que piense como hermano de los demás países de América Latina y el Caribe ni es hombre de corazón humanista. Es un personero político servil a los más oscuros intereses del imperialismo foráneo y de la oligarquía chilena. Es todo. Para él no vale ningún examen de conciencia.

No es Evo el mentiroso. Es Piñera el mentiroso. Piñera dijo que Chile no tiene temas pendientes con Bolivia. Cínico el déspota. Por eso Evo le respondió: “Sabe toda América, saben muchos países del mundo que hay temas pendientes entre Bolivia y Chile; que el presidente de Chile diga que no hay un tema pendiente se equivoca, falsea la verdad (…) miente al mundo y miente a su país”. Quién es el farsante: ¿Evo o Piñera? ¿Qué dice la historia?: Piñera.

Piñera, como todo político demagogo y servil al imperialismo, es contradictorio en sí mismo por naturaleza, por contumacia. Se le olvida al cínico que en 2010 sostuvo que “Los tratados son inviolables y no se tocan”. Para nada dijo ni siquiera una palabra sobre esos tratados leoninos que se firman bajo la amenaza perversa de las bayonetas y sobre los muchos muertos y mutilados del país vencido. Se olvida, igualmente, que a comienzo de 2013 sostuvo el señor Piñera que “Los tratados se pueden perfeccionar”. Será que piensa arrebatarle todo el territorio a la nación boliviana. Piñera, el demagogo y cínico, cree que el reclamo del Presidente Evo es hostilidad contra Chile. El señor Piñera debería explicarle al pueblo chileno el ¿por qué el Estado chileno ha reclamado soberanía sobre territorio antártico? Para Piñera la salsa que es buena para el pavo no lo es para la pava.

Ningún Presidente –actualmente- en este planeta es representación ciento por ciento de los pueblos, de lo que éstos –como conjuntos heterogéneos- anhelan. Todavía, bajo los efectos desgarradores del capitalismo, viven un mar de contradicciones internas. Ni Chile –como pueblo- ni Piñera –como Presidente de la República- son excepciones. Su bajísima popularidad actual lo hace, sin duda alguna, un vocero débil del pueblo chileno. Este, por lo menos en su mayoría, no piensa ni actúa como Piñera y la banda de sus epígonos. Piñera desconoce la historia y por eso no sabe que el Estado chileno fue invasor en 1879 y no una fuerza de liberación que buscaba justicia, democracia y libertad para Bolivia.

Lo sano, lo correcto, lo justo, lo políticamente válido en la diplomacia del Estado chileno es devolver a Bolivia su salida al mar. Claro, con Piñera de Presidente de Chile eso es imposible pero, igualmente, lo indica que con la casi segura futura Presidente de los chilenos y chilenas, la señora Bachelet, tampoco. ¡Ay! Bolivia, tan cerca del mar y tan lejos de una diplomacia revolucionaria del Estado chileno. En fin: Evo no siente ningún odio contra el pueblo chileno. Simplemente, está reclamando el derecho de salida al mar que hace décadas fue arrebatado injustamente a Bolivia. Por eso, ante la justa solicitud de Evo el mediatismo de Piñera responde con triquiñuela,  farseando, destripando y adulterando la verdad para llegar a esta descarada mentira: “Evo: odia a Chile”. En cambio, Piñera sí detesta al pueblo boliviano al negarle salida al mar con derecho soberano.



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Freddy Yépez


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