ELN: 47 años de historia

Navegando en internet moví un poco el timón hacia la izquierda y decidí hacer puerto en Cedema (Centro de Documentación de los Movimientos Armados) para buscar abastecimiento de literatura política y seguir el viaje. Había mucha literatura política pero mis ojos se fijaron en una obra titulada “ELN: 47 años de historia”. Como creo conocer algo del ELN -no en la profundidad que lo conoce sus mandos y combatientes- inmediatamente decidí obtenerlo por la vía de descargarlo gratuitamente gracias a Cedema. Una vez que lo tuve en la lista de mis documentos, me dediqué a leerlo con todo el fundamento posible, con toda la atención posible y con todo el apasionamiento que cautiva el ansia de la lectura por esas hazañas colectivas  e individuales que dejan de ser utopías tan pronto como sus protagonistas las comienzan.

                Sin duda alguna, una obra extraordinaria producto de la conservación de la grandiosa memoria colectiva e individual de mandos y combatientes, de testimonios irrefutables que mil mentiras juntas y bien armadas y tensionadas ni siquiera producen un rasguño en la piel de las verdades, de biografías excelsas que vuelan mucho más allá de las fronteras nacionales, de crónicas maravillosas donde el ser humano se vuelve casi eterno por la mirada que fija hacia el horizonte, de episodios históricos donde ponerse la mano sobre el corazón resguarda el sentimiento humano para no convertirse en una pólvora de ira y de historias que a través del tiempo y del espacio se agrandan en su dimensión del ejemplo. Pero, además, es una obra maravillosa que sabe combinar con armonía el contenido con las imágenes y hasta con los colores. Leer, estudiar y analizar el libro “ELN: 47 años de historia” produce, aun cuando el lector no lo desee, una profunda mezcla de alegría y de tristeza, de amor y de odio, de lucha entre la vida y la muerte y, si por eso fuese poco, es como entrar en un combate donde los momentos de luz y de oscuridad se dan tantas pelazas que arde el fuego y el fuego arde y cuando se cree que el entuerto se está enderezando aparecen las manos de las tinieblas y cubierto su rostro oligárquico con iniciales de verdugos matan uno, dos, tres, cuatro, cinco o más pechos individuales esperanzados en la victoria universalizada pero no pueden sepultar el sueño colectivo de los muchos que sobreviven a las adversidades del tiempo y del espacio. Algún día, tarde o temprano, ¡ni todas las tinieblas juntas ni todos los rostros oligárquicos cubiertos de verdugos podrán evitar que la luz nazca y luzca para toda la humanidad!

                El libro “ELN: 47 años de historia” es como biografías y efemérides que se juntan, se abrazan y se identifican entre sí, el mismo sueño, el mismo ideal, andares haciendo el camino hacia la misma meta, recodos vencidos y otros mutilados,  pasos que se alargan y otros que se achican, juglares que avanzan y luceros que se apagan, marchas victoriosas y cruces que se silencian, triunfos que se multiplican y derrotas que se testimonian con la muerte… Es un libro que se va haciendo historia desde su primera palabra y en la última ya es testigo de toda una historia labrada con sacrificios, esfuerzos, flujos y reflujos, pasos hacia adelante y pasos hacia atrás, casualidades que salvaguardan la vida y azares de muertes inevitables, dolores que se han liberado y otros que se han profundizado en el vivo recuerdo de la memoria histórica. ¡Tremendo libro!

                Es un libro que resucita las realidades y verdades de una parte de la historia colombiana que los verdugos de siempre, los oligarcas y sus cuadros políticos e ideológicos y sus mercenarios casi forrados con metales robados a la naturaleza, quisieran sepultar bajo los escombros de sus pisadas que ensangrientan la tierra y trituran raíces para que no florezca la vida de los muchos y sólo la gocen a placer los pocos que mal gobiernan una nación. Los hijos de Camilo, el sacerdote y guerrillero, han sido y son ese sueño de liberación que han hecho camino andándolo viviendo las tristezas de la muerte pero también las alegrías que se insertan en los sentimientos y la conciencia de los pueblos que miran lejos sabiendo que hay estrellas –con sus fiat lux- que emancipan al ser humano y lo convierten en hermano y no lobo del hombre.

                El libro “ELN: 47 años de historia” es una memoria que no olvida al comandante José Solano Sepúlveda, ese humilde y leal campesino que abrazó la emancipación de todos los explotados y oprimidos sin haberse leído ni un solo texto de marxismo y por esa causa entregó su vida en combate contra las fuerzas mercenarias del capitalismo. Recuerdan al Timoleón combatiente pero también cantante, ese que en su canto predijo el espacio de su muerte. Allí se describe la semblanza de ese extraordinario internacionalista, sacerdote, guerrillero, comandante en jefe Manuel Pérez Martínez (Poliarco) y la de otros notables sacerdotes que entendían el cristianismo como la palabra de Jesucristo para hacer revolución que libere a los pobres de la explotación y opresión de los ricos. Recuerdan al comandante Amílcar Grimaldos Barón como ese símbolo sublime del humanismo cargado de amor infinito por los condenados de la tierra. Nada hace olvidar al capitán Ubaldo, ese revolucionario que pasando de las filas del EPL terminó sus días en el ELN siendo fiel a la lucha por el ideal universal de redención social. Recuerdan al comandante Milton Hernández, camarada alegre, inteligente, escritor de buena pluma y muy querido por la militancia elena y que una enfermedad incurable hasta la fecha se lo llevó dejando un gran vacío en el movimiento revolucionario colombiano. A él tuve oportunidad de conocerlo y compartir agradables momentos escuchándole sus narraciones y sus anécdotas. También están en las páginas de esa maravillosa obra los nombres de los hermanos Carlos y Alirio Buitriago, líderes naturales del campo, militantes del ELN y asesinados en una masacre junto a otros camaradas en septiembre de 1982. Recuerdan a don Arcesio Lemus, hombre amado por la gente de su pueblo y siendo víctima de la persecución política se incorporó ya viejo al ELN donde se ganó el cariño y el respeto de todos sus camaradas. Hecho preso fue sometido a toda clase de torturas y murió en la cárcel ante la indolencia de un Estado oligárquico que se vuelve insensible y déspota en perjuicio del pueblo que dice defender. Igualmente, recuerdan al comandante Diego, considerado por algunos como el último mohicano; a Luis Giraldo Builes, cuyo cuerpo fue dinamitado para que los pedacitos esparcidos por el espacio no permitieran su reconocimiento; al comandante José Manuel Martínez Quiroz, ejemplo vivo de la mística revolucionaria y quien fue víctima del odio perverso de los enemigos de la libertad que lo asesinaron descuartizándolo. No podía faltar, por ninguna circunstancia, el comandante Manuel Vásquez Castaño, uno de los principales jefes del ELN y caído en combate junto a su hermano Antonio, la camarada Lucía y otros 27 combatientes elenos en el combate de Anorí en 1973. Igual, recuerdan a los comandantes Oscar Santos, a Diego Cristóbal Uribe y Efraín Pabón Pabón, y mucho menos Gordillo, fundador del ELN y su primer mártir caído en combate. Por ninguna circunstancia podían quedar fuera de la memoria elena el comandante Fabio Vásquez Castaño, principal fundador de la organización. También se nombran a algunos de los Bertulfos fusilados –según se reseña en el libro “ELN: contado a dos voces” siendo inocentes de los cargos que les imputaron.  En fin, nada olvidan, ni siquiera aquellos que fueron injustamente ajusticiados bajo cargos que nunca cometieron así como –según justificados- los fusilamientos de Víctor Medina Morón, Julio César Cortés y Heliodoro Ochoa. Así es la historia real del ELN. Mucha sangre, mucho sudor, muchas lágrimas en su haber, en su andar como movimiento insurgente que ha vivido momentos históricos que le han permitido ser, hasta el sol de hoy, una fuerza revolucionaria indestructible. Y en su obra “ELN: 47 años de historia”, no podía faltar una cronología que parte del año 1962 hasta el 2011. Hay que leerlo… hay que leerlo.

No queda más que recomendar la lectura de ese libro para conocer una visión de la historia de Colombia. Allí no hay fraude, no hay depredación ni de hechos ni de personajes. Son verdades que como aguas de ríos hacen un curso de la historia revolucionaria colombiana. Así nace una estrella de luz que no se apaga. Por supuesto, en ese maravilloso libro, se reflejan las memorias vivientes de los comandantes Nicolás Rodríguez, Antonio García y Pablo Beltrán. Nada en el ELN ha sido perfecto pero tampoco nada de este mundo lo ha sido. Quien crea que nunca ha errado, simplemente, que levante sus manos al sol pero nada le garantiza que no les serán quemadas por el fuego que no congenia con las mentiras.



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Freddy Yépez


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