La crisis que sacude actualmente la economía de los Estados Unidos y que se ha expandido como una epidemia hacia algunos países de Europa, podría contagiar la economía mundial. Es que el peso de la economía de los Estados Unidos a nivel mundial es muy grande. Es la primera economía del mundo y un significativo porcentaje de la economía China dependa de ella. Si estas dos economías se paran el mundo sufrirá.
Esta crisis ha sido una consecuencia del camino que tomó el capitalismo norteamericano.
En el sector industrial, el capital solo puede reproducirse a través de su proceso de valorización y realización, porque el sentido de la producción capitalista es la ganancia. Esta es su principio y razón de ser, y por ello, a partir de ella se puede explicar mucho de lo que ocurre en la sociedad capitalista. La ganancia es el plus valor creado por la fuerza de trabajo contenido en la mercancía que se apropia el capitalista.
Los medios de producción contenidos dentro del capital constante invertido en la producción de una mercancía no le crean ningún valor adicional. Solo la fuerza de trabajo representada en el capital variable tiene la capacidad de crear un valor adicional distinto al suyo.
Lo anterior explica por qué las ganancias en la industria capitalista dependen de la explotación de la fuerza de trabajo. De allí que tenga que conseguir, necesariamente, mano de obra eficiente, abundante y barata. Mientras más barata más plus valor produce.
De la misma forma como en la fantasía cinematográfica los vampiros requieren de sangre humana para vivir, el complejo industrial norteamericano necesita fuerza de trabajo abundante, eficiente y barata para sobrevivir.
Esta imperiosa necesidad de consumir vida humana que mueve a la producción industrial capitalista, explica el éxodo del complejo industrial norteamericano hacia otros países. Este éxodo duró varias décadas, pasó por varios países, y culminó en China.
China representaba para el capital industrial norteamericano un paraíso. Abundante mano de obra eficiente y barata. Y un potencial e inmenso mercado donde realizar la ganancia.
El paulatino y constante desmantelamiento de la manufactura norteamericana fue el resultado de este éxodo. Desde 1979 hasta el 2009 se eliminaron 8 millones de puestos de trabajo. Para octubre del 2009 la manufactura norteamericana solo empleaba a 11,7 millones de trabajadores. A mediados del 2011 la tasa de desempleo en USA llego al 9,1 por ciento en una población de casi 310 millones. Más de 25 millones de personas desocupadas.
Es evidente que el comportamiento de las corporaciones trasnacionales norteamericanas tiene mucho que ver con esa gradual merma que ha sufrido la capacidad adquisitiva del pueblo norteamericano. En esta merma se encuentra la verdadera causa de la crisis económica estadounidense.
La necesidad de realizar la ganancia lleva a las corporaciones transnacionales norteamericanas a una cruenta lucha por la supremacía en el mercado. Ha sido una lucha cruenta porque ha significado un coste muy alto, tanto para los trabajadores Norteamericanos como para los Chinos.
Para los Norteamericanos se ha traducido no solo en la perdida del empleo y en su consiguiente empobrecimiento, sino, además en la perdida de sus viviendas y en su insoportable endeudamiento.
Para los Trabajadores Chinos supone un proceso de sobreexplotación de su disciplinada y barata mano de obra. A los trabajadores Chinos se les obliga a trabajar más rápido durante más tiempo para extraerle la mayor cantidad de plusvalía posible.
Recientemente, en el año 2009, entre los trabajadores de un contratista de Apple, en Foxcom, ocurrieron en un año, más de quince suicidios. No soportaron el estrés producido por tan exigentes e intensas jornadas de trabajo.
En China, las corporaciones transnacionales, a través de un sistema de subcontratistas, han llevado a su máxima expresión la explotación de la fuerza de trabajo. Todo el proceso productivo ha sido organizado para que no se pierda ni un segundo de explotación.
Por cuanto las casas matrices le establecen a sus contratistas un margen de ganancia muy estrecho, estas se ven obligadas a exprimir al máximo los medios de producción.
Los contratistas organizan a sus proveedores Chinos, subsidiados por el Estado, en fábricas colindantes entre si, que garantizan tanto el suministro de los respectivos componentes de un producto como de la fuerza de trabajo, de forma casi inmediata.
En realidad, China hace todo lo posible por mantenerse como el más poderoso imán de la inversión, ofreciendo al capital, la fuente misma de la riqueza real: una numerosa fuerza de trabajo disciplinada, eficiente y sumamente barata.
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