Un réquiem para Leo

Leonardo (Leo) nació en una región campesina de Colombia. Desde muy niño aprendió a manejar los arcaicos instrumentos de trabajo con que la mayoría de los campesinos colombianos preparan y siembran las pocas tierras que poseen para sobrevivir en un mundo donde los pocos tienen demasiada riqueza y los muchos poseen demasiada pobreza. No tuvo oportunidad de ir, como los hijos de sectores medios y de la burguesía, a los centros de educación para adquirir una determinada profesión  universitaria. Nadie estuvo en capacidad de saber qué hubiese sido Leo de haber pisado las aulas de una Universidad y haberse metido en los textos científicos de la carrera que le hubiese gustado realizar o culminar.

 Sabía sí, desde niño, mucho de sol, de luna, de piedras, de lluvia, de noche, de estrellas, de animales, de barro, de bosque, de maíz, del silbón, de la llorona, de plátano, de verduras,  de jugar con la tierra, de árboles, de andar trochas descalzo, de atravesar un río casi sin respirar por debajo del agua. Aprendió las reglas de las matemáticas contando frutos, restando frutos, multiplicando frutos y dividiendo frutos y aprendió a leer y a escribir por el empirismo primario de las relaciones humanas. Leo nació cuando ya en Colombia se habían cumplido dos décadas de guerra y en los campos era donde más tronaban  las balas y donde más contacto tenían los pobladores con los guerrilleros.

 Leo había vivido la pobreza, esa que hace, independiente del nivel de conocimientos de la persona, mirar hacia los lados buscando un nuevo horizonte y lo encontró, justamente, en su incorporación a las filas del ELN. En la organización fue un joven disciplinado, cumplidor de las tareas, jamás se quejaba de las misiones que le encomendaban. Fue siempre respetuoso, comprensivo y afable con sus demás camaradas. Leía todo material que caía en sus manos y así se fue formando ideológicamente en medio de un conflicto armado que cada día más se prolongaba y más se agravaba y más práctica exigía.

 Leo fue escalando como cuadro de dirección del ELN. Un día fue nombrado Responsable Político del Frente de Guerra Nororiental donde Nico era su Responsable Militar. Esa responsabilidad la cumplió con una admirable vocación de servicio no sólo por el ELN sino, especialmente, por la lucha revolucionaria en procura de los grandes objetivos que inician, de verdad verdad, la liberación de los pueblos: cuando se le arranca el poder político a la burguesía y se anuncia la transición hacia el socialismo.

 Con Leo me tocó compartir varias semanas, no recuerdo bien, hace unos cinco o seis años. Leo y sus camaradas se movían por las regiones que conforman la Sierra Nevada de Colombia y una tarde –no recuerdo la fecha- llegaron justo al campamento donde me encontraba con otros camaradas del ELN. Entablamos, desde el inicio, una gran camaradería. Me impresionó su juventud  y la forma en que se desenvolvía para manifestar opiniones sobre los temas que conversábamos o se trataban en colectivo. En un seminario programado por unos quince días le correspondió dictar una charla sobre la historia del ELN aun cuando allí estaba presente un miembro de la Dirección Nacional de la organización. Recuerdo, en otra oportunidad, que nos tocó a Fernando y a mí elaborar, junto a Leo, un documento que iba a ser grabado para luego ser divulgado en Uruguay. Cumplimos nuestra tarea y disfrutamos mucho de las respuestas muy concretas que Fernando daba a cada interrogante que se hacía. Conocí un hijo de Leo, un jovencito que se iba destacando en la poesía y desde que llegó se instaló en mi cambuche hasta el día que tuve que salir por problemas de salud.

 Desde que salí no volví a tener contacto personal con el camarada Leo. En una oportunidad, cumpliendo lo que le había prometido, le hice llegar el libro “Mi vida” de León Trotsky. Al tiempo recibí una nota donde me expresaba la alegría con que iba leyendo y estudiando esa obra maravillosa del género de la autobiografía que toca, aunque muy de acero se tenga el corazón, la sensibilidad sentimental del lector. Fue lo último que supe del camarada Leo.

 Hace unos pocos días vino a visitarme un camarada con quien no tenía contacto desde hacía unos cuatro años. Conversamos horas continuadas y entre las cosas extremadamente dolorosas y que desconocía fue, precisamente, que el camarada Leo había sido muerto por tropas del ejército colombiano.

 Le pregunté al camarada ¿sabes cómo sucedió? Y me narró la manera en que murió ese extraordinario revolucionario colombiano y militante del ELN. Fue así: su propia compañera de vida sentimental llevó el ejército al campamento donde estaba asentado el camarada Leo y sus otros camaradas. Leo se estaba bañando cuando lo encañonaron, por lo cual –de manera automática- tomó la decisión de salir corriendo en zigzag y logró, junto al resto de sus camaradas, abandonar el campamento sin que se hubiese producido una sola baja en sus filas., aunque él perdió su equipo y su arma de reglamento. No sé por qué razón o qué obligó al camarada Leo a seguir una ruta que no era la más apropiada ante una tropa que de seguro iba a perseguirlos teniendo como guía a la que fue su compañera sentimental. A eso de los quince días precisaron el lugar donde se encontraban Leo y sus camaradas. El ejército bombardeó y atacó y prácticamente los mataron  a todos, hombres y mujeres que llevaban años luchando por la más noble de todas las causas populares: la libertad en socialismo. Así fue el final del camarada Leo en su lucha revolucionaria en Colombia.

 Dicen que el gobierno y el ejército hicieron todo tipo de especulaciones sobre la muerte del camarada Leo para tratar de causar deserción en las filas del ELN. No lo lograron. Sus camaradas sobrevivientes le rindieron el homenaje merecido y hoy lo recuerdan como uno de sus camaradas que más han querido los combatientes elenos por ese trato afable con que siempre se relacionó en su vida de guerrillero con sus otros camaradas guerrilleros y con la población campesina por donde anduvo. Por las cosas dichas anteriormente Leo merece un réquiem aunque no haya sido torero pero sí un gran revolucionario que es mucho más importante en la historia del género humano.

 ¡Gloria eterna al camarada Leo y los demás camaradas que murieron luchando por el ideal de la redención para Colombia!



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Freddy Yépez


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