El Chacal: dos condenas perpetuas ilegales

 Los medios de información mediáticos, desinformativos y desfiguradores de verdades o realidades le colocaron el seudónimo “El Chacal” al camarada Carlos Ilich Ramírez; es decir, escogieron el nombre de un animal mamífero carnívoro semejante al lobo que se caracteriza por alimentarse, esencialmente, de carroñas y desperdicios, cosas que en lo absoluto nada tienen que ver ni con la personalidad, ni con los gustos ni con los sentimietos o ideales del camarada Carlos Ilich Ramírez.

 Si alguien conoce de la ilegalidad de la prisión en Francia del camarada Carlos Ilich Ramírez son los funcionarios del Estado francés desde comienzo de la década de los años noventa del siglo pasado. Casi veinte años lleva en prisión el camarada Carlos Ilich Ramírez estando conscientes las autoridades francesas de la brutal ilegalidad jurídica y política del caso. El mundo se enteró hace aproximadamente 18 años que policías franceses sacaron secuestrado o a la fuerza de Sudán, violando territorio ajeno, al camarada Carlos Ilich Ramírez y lo llevaron, no nos extrañe después de doparlo con alguna droga, a Francia. Seguro, lo trasladaron atado o encadenado, sin darle alimentos ni agua lo que es una manera de tortura violatoria de los derechos humanos implementados por el mismo capitalismo para joderse y cagarse en las inmensas masas de pueblos que explotan y oprimen para que los pocos sean muy ricos y los muchos sean muy pobres.

 En los países imperialistas, creyéndose los amos del mundo, es donde se producen los peores exabruptos y las más cínicas burlas a la administración de justicia jurídica. Salvo por la pena de muerte, que no se aplica en Francia y sí en Estados Unidos por sentencias jurídicas, ambas administraciones de justicia jurídica se parecen tanto que no existe manera de diferenciarlas. Ni siquiera las leyes de la dialéctica se atreven a desafiar el bochornoso sistema de administración jurídica en Estados Unidos y en Francia por lo geminado de sus coincidencias. Si algo es parecido a esas dos administraciones de justicia jurídica y que nos pueda indicar los poquísimos milímetros de sus diferencias serían las torres gemelas que fueron derribadas por terroristas en New York: una un poquitín más alta que la otra, lo que se traduce en que en Estados Unidos sí se aplica la pena de muerte por orden de tribunales de la injusticia jurídica imperialista y en Francia no.

 El camarada Carlos Ilich Ramírez, cuando ya casi cumplía 18 años en prisión por sentencia de cadena perpetua, fue nuevamente llevado a juicio para ser, ¡terrible sida jurídico del régimen francés que también existe en el régimen estadounidense!, otra vez sentenciado a una segunda cadena perpetua. Una vez que muera en prisión de Francia el camarada Carlos Ilich Ramírez, de seguro por la lógica de sus dos sentencias jurídicas, será llevado su cuerpo a un hospital donde unos especialistas, que posiblemente sólo existan en Francia y en Estados Unidos, le devolverán la vida, mediante métodos actualmente desconocidos por las ciencias y la tecnología del resto del mundo, para nuevamente ser llevado a la prisión y sólo de esa forma pague su segunda cadena perpetua. Cuando el camarada Carlos Ilich Ramírez muera por segunda vez, entonces, sí será sepultado oficialmente para que no tenga posibilidad alguna de una segunda resurrección ni por la vía de las ciencias y la tecnología ni por la vía de su creencia religiosa. De esa manera, se burla la administración de justicia francesa de los jueces franceses, de los fiscales franceses, de la sociedad francesa, de gran parte de la humanidad sin que llegue a burlarse realmente del propio camarada Carlos Ilich Ramírez quien riendo de último reirá mejor que esos sofistas que creyendo que con sus palabras cambian el destino del mundo y lo que hacen es más introducirlo en la oscuridad de los abismos donde sólo los estallidos revolucionarios son capaces de alumbrarlos para poder salir del marasmo que el capitalismo pone como cadena y candado en el cuello del motor de la historia.

 Para entender, sin fisura alguna, el proceso judicial o jurídico ridículo del derecho burgués francés que ha concluido con dos cadenas perpetuas para el camarada Carlos Ilich Ramírez es imprescindible aunque sea ojear un poco el libro primero de la tercera parte de la obra del camarada Víctor Hugo conocida universalmente como “Los miserables”. El Estado francés y su clase oligárquica siguen viendo en París la gigante y grandiosa ciudad que sólo tiene un hijo como la selva un pájaro. Este lo llama gorrión y aquel lo denominan pilluelo. Para comprender eso hay que estudiar a París en su átomo. Mientras el explotador y opresor de pueblo ve en el hijo de pueblo un retrato perfecto del homuncio y ya culpable de desórdenes sociales que alteran la paz burguesa, Dios, en cambio, lo mira como el inocente con un destino incierto por dentro. Por eso la burguesía francesa y su Estado político creen que el hijo de pueblo es un enano nacido del vientre de una giganta: esa clase obrera que no entiende que sólo los ricos son capaces de ser cultos, engrandecer el mundo y conducirlo para satisfacción del Dios dinero en pocas manos. De allí que la oligarquía francesa siga siendo papanata y crea en la monarquía aunque haya tenido que combatirla y vencerla. Por eso ve al hijo de pueblo como pilluelo y expresión de la anarquía. Tal vez, con una enorme y vulgar capacidad para desfigurar verdades, por ello algunos especialistas franceses en literatura barata y en semejanzas entre hombres y animales acuñaron al camarada Carlos Ilich Ramírez el seudónimo de “El Chacal”, confiados en que estaban interpretando correctamente la personalidad de Claudio el mendigo por eso de alimentarse de carroñas y desperdicios.

 Para la burguesía francesa y su Estado político “París hace algo más que la ley, hace la moda; hace más que la moda, hace la rutina. Hace el tonto cuando quiere y alguna vez tiene este lujo; pero entonces todo el universo hace el tonto con él. París vuelve después en sí, se refriega los ojos y dice: <Que estúpido soy>, y suelta una carcajada a la faz del género humano…”, como le describió el maestro Víctor Hugo. En la doble condena a cadena perpetua del camarada Carlos Ilich Ramírez el Estado francés y su administración de justicia jurídica han demostrado lo estúpido que son, la farsa que lleva su cetro y que sus tonterías ridículas llegan al fin del universo. Lo que no quiere entender el Estado francés en su forma de hacer política y de aplicar su ridícula forma de administrar justicia jurídica es que estamos viviendo una época donde las contradicciones sociales han alcanzado un nivel de tensión en que los pueblos aprenden, se forman, se organizan y se preparan para que los imperialistas no les impongan sus caricaturas ni sus ideales de rapiña. No es ya ese viejo tiempo en que la Francia, esa de Napoleón que desea imitar Sarkozy, se reía a carcajadas de aquellos pueblos que le aceptaban sumísamente sus ironías y sus truhanerías. Si la burguesía francesa y su Estado político continúan creyendo que París es barro y piedras bajo sus pies, es recomendable que no olviden que también París lleva por dentro un 14 de julio con su Marsellesa como una Comuna y un Mayo francés donde la audacia les advierte que currit rota. El imperialismo francés, a través de su administración de justicia jurídica, cree que burlarse de los seres humanos es siempre reinar.

 Y lo que más olvida o no quiere darse cuenta el imperialismo francés, su Estado y su cínica y burlona administración de justicia jurídica es que, como lo dice el camarada Víctor Hugo, en “… los arrabales es donde principalmente se presenta la raza parisiense; allí conserva su pureza de sangre; allí está su verdadera fisonomía; allí el pueblo trabaja y padece, y el padecimiento y el trabajo son las dos figuras del hombre. Allí hay cantidades de seres desconocidos en que hormiguean los tipos más extraños...”, y de allí puede salir ese grito ensordecedor que levanta el espíritu de la turba, del populacho, de la multitud: fiat lux, y se hace la luz que es la revolución, porque esa es la luz que electriza pueblos y, entonces, adiós burla burguesa y los que ríen de último, ríen mejor. ¡He allí el París no burgués, he allí el hombre que decide hacerse libre de sus explotadores y opresores! Y eso fue lo que hizo el camarada Carlos Ilich Ramírez.

 El camarada Carlos Ilich Ramírez, lo crean o no lo crean los administradores de justicia jurídica en este mundo –en general- y franceses –en particular-, es mucho más libre en prisión que los que le dictaron las dos sentencias de cadena perpetua. ¡Viva el camarada Carlos Ilich Ramírez!



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Freddy Yépez


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