Egipto, Siria, Yemen: la hora de los hornos

Quisiera aprovechar la oportunidad de la nota informativa que sigue [Red Voltaire vía Paz con Dignidad] del Profesor norteamericano Webster Tarpley, desde Damasco, Siria, para hacer algunos comentarios:

    «Después de la “ayuda humanitaria” de la OTAN a Libia que fue más bien un baño de sangre, con 150,000 muertos y ahora con Egipto, donde la gente recién se está dando cuenta lo que era desde un principio —no hubo ninguna revolución allí—, fue un completo fracaso y ahora la gente está empezando a entender ese engaño. Sin embargo, la señora Clinton y la señora Rice (sic) continúan impulsando y promoviendo ese fracasado modelo de sublevaciones, es decir la revolución de color, pero esta vez con el respaldo de tropas terroristas, mercenarios —la gente de Al-Qaeda y la Hermandad Musulmana. Hay un movimiento cada vez más importante y creciente dentro de la sociedad musulmana que dice: "“Nosotros queremos la reconciliación, queremos la ley y el orden, y queremos sobre todo la legalidad”», afirma el Profesor Webster Tarpley.

  1. Es preciso no confundir lo que se llamó “revolución de colores”, sublevaciones promovidas por la CIA y el Departamento de Estado para fragmentar y penetrar las sociedades que fueron parte de Europa del Este, con lo que sucede ahora en África del Norte y el Cercano Oriente. Obama ha sido parte de esa confusión cuando se atribuyó los sucesos de Túnez.
  1. Empezando por Túnez de donde se disparó la chispa, insisto en decir que se trata de una genuina insurrección popular pacifica y victoriosa que tiene antecedentes de largas luchas populares por décadas duramente reprimidas en sangre por el régimen anterior apoyado por las potencias occidentales. Esta insurrección al culminar con éxito fue una gran sorpresa para el mundo entero y para esas potencias occidentales en primer lugar. Negar este hecho histórico seria quitarle a nuestro pueblo el crédito de su valiente resistencia y sus luchas por la dignidad y la liberación, aunque con logros aún modestos. Hay que denunciar, al contrario, las pretensiones de las fuerzas imperiales en su empeño por desvirtuar los hechos haciendo creer que se trata de un nuevo episodio de sus manipuladas “revoluciones de color”.
  1. Insisto: No hay que confundir aquí sublevaciones --Túnez conoció varias de ellas en los últimos 50 años, a niveles locales--, y la insurrección popular pacifica que hizo caer al presidente en 29 días con su gobierno, derogó la constitución y llamó a una asamblea constituyente que ya está en función desde una semana. Estos fueron los objetivos básicos del pueblo en rebeldía durante la insurrección y sólo se lograron en Túnez por ahora.
  1. Si no hay que confundir sublevación con insurrección popular, tampoco se debe confundir ésta última con revolución social. Precisamente, la situación actual en Túnez está lejos de ser “revolucionaria”. Los partidos políticos y los sindicatos que eran totalmente ausentes durante las largas semanas insurreccionales, han logrado volver con fuerza al frente del escenario político para recuperar los logros del pueblo y restaurar el régimen neocolonial a través una componenda entre islamistas y burguesía parasitaria con la bendición de EEUU, Francia y Qatar. Esto es sólo un revés y no una derrota para un pueblo que demostró arrojo y rebeldía con sus mujeres y su juventud en las calles sin más miedo ni siquiera de las balas asesinas de la policía. Faltaron factores de índole organizativa e ideológica para que la insurrección culmine en una revolución social. Es evidente que los enemigos de adentro y afuera tienen todavía amplio margen de maniobra para bloquear la ruta liberadora y restaurar sus intereses. En Túnez, pues, seguimos a pesar de todo y por razones complejas atrapados en el sistema neocolonial. Por eso, precisamente, la lucha por la independencia continúa en Túnez como en muchas otras partes.
  1. Al encenderse rápidamente los focos de la rebeldía popular en Egipto, Yemen y Bahréin, las fuerzas imperiales de EEUU, la OTAN e Israel apoyadas por sus lacayos feudales Sauditas y Qatar, han aprovechado el contexto insurreccional en el Norte de África y el Medio Oriente para fomentar desde afuera y con fuerzas mercenarias la invasión militar al territorio libio. Contrariamente a sus tácticas “blandas” en Europa del Este, ellos intervinieron en Libia con ventajas de sus armas más destructivas al estilo de las invasiones europeas en épocas lejanas del siglo XVI en América y las del siglo XIX en África y en Asia. Ellos están tratando el mismo escenario ahora en Siria con apoyo de Turquía y la desprestigiada Liga Árabe. Eran planes preparados de antemano desde hace mucho tiempo en la espera de la mejor oportunidad, la que se dio finalmente. Con afán de garantizar aún por varias décadas venideras sus intereses geopolíticos y su rapiña de los recursos naturales en nuestras regiones, para hacer pagar al SUR la tremenda crisis sistémica del capitalismo global neoliberal, sus planes se han ampliado ahora para ir creando mediante democracias de fachada de mano del llamado Islam político moderado, un bloque islámico de corte sunita a su servicio desde Marruecos hasta las fronteras del Irán chiita.
  1. Las luchas populares insurreccionales (Túnez, Egipto, Yemen, Bahréin y con un matiz diferente en Marruecos) llegan a ser recuperadas por parte de las fuerzas imperiales y sus agentes internos islamistas producto de un dramático vacío ideológico de las fuerzas populares y décadas de sangrientas represiones que han impedido una mayor y mejor organización de la voluntad de cambio del pueblo.
  1. Por otra parte, el Profesor Tarpley está indicando a continuación un conjunto de fuerzas aparentemente heterogéneas compuestas por elementos de Al-Qaeda con militantes de la Hermandad Musulmana en Siria, una fórmula que acaba de producirse precisamente en Libia: “…el respaldo de tropas terroristas, mercenarios —la gente de Al-Qaeda y la Hermandad Musulmana…”. Recordemos que tanto el uno como el otro fueron creación de la CIA primero en la lucha de los poderes occidentales contra Gamal Abd-Enasser en Egipto, luego la confrontación con la URSS en Afganistán en tiempos de la Guerra Fría. Una nueva convergencia de intereses pudo reunir elementos de Al-Qaeda y de los Hermanos Musulmanes con la CIA ayer en los Balcanes y recientemente en Libia vía El Qatar. Semejante coalición ha probado ser explosiva y altamente destructiva.
  1. Con la agresión contra Siria están amenazadas con gravísimas consecuencias las fuerzas de la resistencia popular en Líbano, Palestina e Irán. Sean cuales sean las contradicciones internas de la sociedad Siria, las sublevaciones actuales iniciadas desde la frontera sur con Jordania por donde se siguen infiltrando mercenarios con armas, aunque puedan tener eco en algunas capas de la sociedad Siria, no dejan de ser, igual que Libia, un viejo plan de las fuerzas imperiales de EEUU, OTAN con su agente local Israel y los poderes feudales árabes.
  1. La paradoja es que los regímenes que más fuertemente han reprimido a la Hermandad Musulmana son los que precisamente le han proporcionado de hecho una amplia base popular estable para su sustento sociopolítico, bajo la cortina de humo de un Islam manipulado: la miseria deshumanizante, la extrema pobreza y la pobreza en medios rurales y urbanos en que han sido condenados millones de seres humanos, con el reciente refuerzo de capas de clase media empobrecida, producto tanto del viejo capitalismo salvaje de la burguesía parasitaria en el contexto neocolonial como de la crisis del mismo sistema neoliberal en países del Norte. Sin pasar por alto el gran oportunismo, el conservatismo retrogrado, el vacío ideológico, el afán de poder de la Hermandad Musulmana y su colusión actual con los EEUU, hay que reconocer el hecho de su arraigo real aunque sea por engaño en estas capas sociales marginalizadas en el contexto indicado: lo mismo pasa en Túnez como en Marruecos, Egipto, Yemen y otras partes.
  1. Los que llaman a la calma y una “rápida reconciliación, la ley y el orden”, en Egipto por ejemplo, son las clases privilegiadas apoyadas por la alta jerarquía del ejército, una cúpula de vendepatria entregada a los intereses de EEUU, enemiga de la causa palestina, acaparadora del poder del Estado fuente de privilegios socioeconómicos y financieros.

    Sin embargo, en los países citados las contradicciones socioeconómicas junto con el despertar de jóvenes y mujeres rebeldes más temprano que tarde llegarán a desenmascarar el engaño de los islamistas y sus amos extranjeros. Mientras empeoran las causas que han llevado a las sublevaciones y hasta las insurrecciones, la lucha de los pueblos seguirá adelante. Queda sin embargo una incógnita crucial acerca de la organización de un amplio movimiento social estructurado, capaz de unificar las fuerzas patrióticas en función de una ideología de lucha coherente que pueda desembocar más allá de una insurrección popular hacia la meta de nuestra irrenunciable independencia nacional, condición de la liberación de las fuerzas productivas, correlativo del cambio social radical necesario.



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Rashid Sherif (*)


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