“¿Con qué derecho…?”

Es la pregunta que se hacen los obispos dominicanos cuando en su reciente “Carta Pastoral”, entre otros cosas, denuncian la corrupción, la complicidad gubernamental con la narco-delincuencia, la impunidad, la negación de documentación a dominicanos/as de origen haitiano, el maltrato a la población empobrecida, las graves carencias en salud y educación, y los daños al medio ambiente provocados por grandes corporaciones extranjeras.

Como pliego de denuncias el listado de quejas responde a realidades incontrovertibles (ya expuestas) y es claro que la alta jerarquía católica -esencialmente conservadora y contemporizadora con el sistema de denominación (oligarquía, gran capital, presidentes, legisladores, jefes militares y policiales, y gobiernos de turno)-  se decide hacerlo porque percibe el enorme descrédito del gobierno  y capta que la sociedad comienza a reaccionar en su contra.

Es una manera de diferenciarse de lo que ella misma ha apoyado y tolerado durante años. De diferenciarse, pero  solo en términos retóricos.

Y digo “solo en términos retórico”, porque no veo a estos Obispos separándose de la oligarquía, del imperialismo expoliador, de las cúpulas del PRD, PLD…

No los veo acompañar al pueblo en su lucha y enfrentar las elites y mafias sociales y políticas. Más bien veo al Cardenal, a Arnaíz, Agripino…demasiados comprometidos con los intereses dominantes,  siempre arreglándoles sus entuertos a los de arriba y apañando su capitalismo empobrecedor y depredador.

Hablan de los males y no de sus causas y agentes esenciales, y se que no las ignoran  porque siempre las han compartido.

¿Con qué derecho?

Con el que nos han usurpado 16 familias súper ricas, presidentes y políticos corruptos, corporaciones extranjeras, mafias estatales articuladas a los cárteles de la droga; legisladores, fiscales y jueces perversos.

Con el “derecho” que se abroga Leonel para empobrecer este pueblo y enriquecer su claque, que no es diferente al que quieren ejercer Miguel Vargas, Hipólito Mejía y otros candidatos y candidaticos.

Con el “derecho” asumido por los peores jerarcas católicos, perseguidores de la teología de la liberación y del cristianismo revolucionario.

En verdad se necesita más que una pose para limpiar sus culpas: una autocrítica sincera, una actitud de lucha y una clara militancia en la opción por los pobres, por la nueva institucionalidad, la democracia participativa y el poder del pueblo.

narcisoisaconde@gmail.com



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Narciso Isa Conde


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