Güisquileaks

Los medios privados de comunicación tienen quizás como objetivos primarios, además de los de mentir y conspirar al menos en esta Venezuela tan célebre de hoy, la de poner de moda objetos, sujetos, aberraciones, chirlomirlos, chirinolas y chirladores, guisas y demás yerbas aromáticas, que no sirven más que para provocar ardores en la humanidad, para buscar enjugar en ella ese hastío, ese fastidio fangoso y de cara arrugada que el humano trae como algo connatural y que le proviene no sé de cuál casta cósmica.

Es el caso de Internet con este nuevo boom de Wikileaks implementado o regentado justamente por un australiano joven y caucásico y de rostro cándido, con fama además de genio y para colmo de morrocotudo amante… (Esto último en realidad no se ha dicho, pero seguro que está por decirse).

¿Acaso se ha puesto a pensar esta humanidad sobre si la facha del creador de Wikileaks hubiera sido la de un “bembeperro”? ¿La misma credibilidad y resonancia mundial hubiera tenido? Además, ¿y si la cosa es así, por qué no se han filtrado o se filtran también los informes de la CIA entonces? ¿Acaso no habría allí un agente “lanzado” que pudiera echarle pichón a la vaina? ¿O es que acaso esos informes escalofriantes se anotan en una panelehielo?

Porque eso de filtrar no sé cuántos miles (y sospecho que pronto llegará a millones) de documentos provenientes de los informes de los diplomáticos estadounidenses de todo el orbe, no pareciera en principio ser nada del otro mundo que no fuera la plusvalía personal, y premeditadamente concebida, que un disimulado burócrata gringo hiciera de una noche de borrachuela producto de un cóctel o una cena con políticos, empresarios y cuanto personaje curioso constituyen las llamadas fuerzas vivas de una determinada sociedad, siempre invitadas por las embajadas para indagarlas... Allí los gringos, con toda seguridad, le dan a esos convidados además de mucha gentileza licores de todo tipo y vaya usted a saber si aderezados con algún alcaloide tropánico en dosis que insten a decir la “verdad”; tan aficionados, como resultan ellos a los menjurjes alucinatorios, además de ser harto conocido que la mayoría de los que asiste a esos festejos diplomáticos, generalmente son unos patológicos habladores de gamelote que para colmo se las dan de muy guapitos y muy gritones, como le gustaba a Fili advertir a sus adversarios políticos en las encendidas discusiones bajo la tenue luz de aquel poste que deslindaba la zona de faul en la intersección de la Razetti con El Colegio.

Los gringos buscan con eso (con Wikileaks, quiero decir) un objetivo que vaya a saberse cuál habría de ser. Sospecho que pudiera en principio constituir la implementación de un amenazador lenguaje imperialista indirecto… Pero habría que esperar.

Pero, ¿qué tal si los revolucionarios creáramos una página similar que bien pudiera llamarse “Güisquileaks”, que esta vez alcanzara filtrar los informes que franquearan los mesoneros bolivarianos a la cancillería de la Esquina Caliente, de todas las afirmaciones que en la tardecita vociferan los escuálidos cuando están ya burda de alicorados en los tantos restoranes y tascas que frecuentan? Y muchos hasta diariamente con un curioso carteloncito pegado debajo del costillar derecho, que dice: “Aquí alguna vez estuvo mi hígado”…

En dichas filtraciones quizás pudieran leerse muchas cosas como esta:

El coordinador de la mesa esa, ¿cómo es que se llama?, dice que el secretario general del partido ese ¿cómo es que se llama? es un corrupto de siete suelas que actúa en pillería con el gobernador escuálido ese ¿qué cómo es que se llama?

Y así sucesivamente “Güisquileaks” nos iría informando de ese inconfundible arroz con mango mesmo…

canano141@yahoo.com.ar


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Raúl Betancourt López


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